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Un mercado demasiado fácil 
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Un mercado demasiado fácil 

Actualizado 02/08/2021
Francisco López Celador

Después de comprobar hasta la saciedad lo que valió la palabra dada por Sánchez en el programa presentado para sacar a Rajoy de la Moncloa, parece que un buen número de españoles ve normal que un político pueda mentir siempre y seguir en el cargo. La simple verdad es que, con tan vergonzante método, ya lleva tres años de Presidente y sigue engrasando la misma maquinaria para continuar muchos más.

Si alguien albergaba alguna esperanza de que, a la hora de la verdad, cuando estuvieran en juego cualesquiera de los valores esenciales que conforman nuestra actual España, Sánchez sería fiel a sus promesas y se conduciría como un verdadero hombre de Estado, ya puede abandonar esa ilusión. Desde que tomó posesión del cargo, comprobada la facilidad con que los españoles olvidan los agravios, la Moncloa dejó de ser la sede del Gobierno para convertirse en un mercado.

La escena me recuerda aquella imagen que aún conservo del Teso de la Feria. Sánchez "monta" su feria a la que acuden los tratantes con sus chambras, y el diálogo puede ser parecido a este:

- ¿Cuánto me das por la mula? ?le pregunta uno.

- No te doy más de 10.000 reales ?contesta Sánchez.

- Un poco barata me parece, pero, si la quieres, tienes que regalarme otra más joven, hacerme la cuadra y pagarme el pienso.

- Venga esa mano, trato hecho.

Sánchez quiere conservar su feria a toda costa. Para él, el tema económico es accesorio. No es que haga ascos al dinero. Ni mucho menos. La dirección de esa feria le garantiza el suficiente salario para vivir holgadamente y tener asegurado el futuro. Lo que le vuelve loco, aquello a lo que no está dispuesto a renunciar, es la fama, el halago, la presunción, en una palabra: el poder. Todo ello es superior el dinero. Como conoce muy bien que "el dinero público no es de nadie", si para vender su mercancía debe ser más pródigo de lo necesario, tira de cheque y no se hable más.

La última muestra de lo que digo acabamos de vivirla en Salamanca con ocasión de la Conferencia de Presidentes celebrada en el convento de San Esteban. Concediendo cinco minutos a cada Presidente, sin posibilidad de réplica, lo de menos es lo que allí se dijo. Lo que le importaba es que todos acudieran a su llamada, que todo el mundo viera que le comen en la mano. Los de siempre, los que están a la que salta, amenazaron con no asistir y rápidamente salió el tratante jefe, dispuesto a echarlos el alboroque.

Sánchez dispara con pólvora ajena y cada "broma" de los que quieren acabar con esta feria, la pagamos los que no vamos al mercado. Al representante del País Vasco ?bien instruido en el chalaneo- le faltó tiempo para dejar claro que pondría condiciones. Como era de esperar, el catalán ?diplomado en la escuela pujolista-, no quiso ser menos. Vistos los logros cosechados con anterioridad, quisieron aprovechar que, en esta ocasión, el Tormes pasa por Salamanca.

Es curiosa la táctica de Sánchez. Pregona la cogobernanza, convoca a los presidentes autonómicos para que, todos juntos, alcancen acuerdos que beneficien a la colectividad, y luego, cuando lo ve negro, se reúne bilateralmente con los dos que nada quieren compartir con el resto de España, y se baja los pantalones de forma descarada. No es fácil comprender en qué consiste eso del multinivel. El vasco acude con las alforjas cargadas previamente, pero el catalán, no sólo se niega a venir, sino que pone condiciones para emplazarle a otra reunión bilateral, con orden del día propio y dejando claro que, lo suyo, ¡lo quiere pronto!

Por diferentes caminos y con métodos distintos, los nacionalistas no esconden su deseo de hacer realidad lo que la gente llama secesión porque es más suave que llamarlo independencia. Con distinto grado de crueldad, han tensado siempre la cuerda del Estado. Si pudiera existir alguna circunstancia que justificara esa violencia ?algo totalmente imposible-, desde el momento en que se muestran dispuestos a aplazar su entelequia a cambio de dinero, se quedan sin coartada.

Pues bien, Sánchez ha vuelto a cambiar la mula por otro plato de lentejas. Con la diferencia de que esta conferencia ?sin ninguna utilidad práctica- será otra broma que nos va a costar muy cara. Ha llegado a Salamanca, se ha colgado medallas que no le corresponden, ha prometido una serie de millones ?que aún no tiene? y ha despreciado a quienes le critican. Sin pretenderlo, ha descifrado su teoría del multinivel. Viene a ser una especie de vasos comunicantes: lo que reciban de más las Autonomías que le sostienen ?y le aprietan- irá en detrimento de las restantes. Resumiendo: esta conferencia nos deja peor que estábamos.

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