Las picaduras se disparan durante los meses cálidos, cuando estos insectos están activos y se hace más vida al aire libre
Aproximadamente el 3% de la población sufre reacciones alérgicas generalizadas por el veneno de avispas y abejas, y la tasa de mortalidad anual se estima en un 0,08 por millón de habitantes, lo que significa que unas tres o cuatro personas podrían fallecer cada año por esta causa, según datos del Comité de Alergia a Himenópteros de la Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica (SEIAC).
La consulta con el alergólogo después de haber sufrido una reacción alérgica por picadura de himenópteros es fundamental y una tercera parte de los pacientes no acude. Según los expertos, el 60% de los pacientes que han sufrido una reacción alérgica generalizada (anafilaxia) por picadura de avispas o abejas, sufrirán una reacción similar o más grave con la siguiente picadura.
Por este motivo, se aconseja que cuando una persona experimenta una reacción local importante, y sobre todo si sufre una reacción generalizada tras la picadura de uno de estos insectos, solicite a su médico de cabecera que le remita a un servicio de alergia hospitalario para su evaluación, donde se someterá a pruebas diagnósticas, y se pautará tratamiento con inmunoterapia en caso de estar indicado.
Las picaduras de avispas y abejas se disparan durante los meses cálidos, cuando estos insectos están activos y se hace más vida al aire libre. Las reacciones suelen ser locales, con picor, enrojecimiento e inflamación circunscrita a la zona donde pica el insecto, pero cuando el área de inflamación es mayor de 10 cm. de diámetro nos encontramos ante una reacción alérgica que se considera patológica. En algunos casos se producen lesiones en la piel a distancia del lugar de la picadura, dificultad para respirar, mareo o síntomas digestivos, lo que constituye una reacción alérgica generalizada grave o anafilaxia que debe ser atendida de forma urgente.