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José Luis Cuerda: «El Capitalismo ha decidido que, si muere, muere matando»
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Reflexiones de un genio desde la Casa Lis

José Luis Cuerda: «El Capitalismo ha decidido que, si muere, muere matando»

Actualizado 04/02/2020
César Brito

Aprovechando el vigesimoquinto aniversario del estreno de su obra más celebrada, Amanece que no es poco, José Luis Cuerda (Albacete, 1947), recalaba en Salamanca en enero de 2014 para presentar el libro homónimo donde revisa el proyecto original, rep

Socarrón y predispuesto alegremente a la conversación, el cineasta y productor José Luis Cuerda no intimida, a pesar de su lustrosa barba y lo rotundo de su presencia y su timbre de voz. Su boca sonríe y sus ojos, también. Me recibe entre bromas, ante una taza de café a la que sólo le quedan los posos. Aparta el abrigo y la boina, de la que se siente particularmente orgulloso, porque «me favorece». Llega a ponérsela, coqueto, para reforzar su argumento. Me asegura que termina de llegar, a pesar de llevar media hora esperando al compañero que me precede en la ronda de entrevistas, que se retrasa. Mientras me quito el abrigo, aprovecha para criticarme, a mí y a la juventud de mi generación, por nuestra afición al nudismo improcedente. Primera carcajada sincera (de ambos). La entrevista no puede ir mal, si empieza así. Me cuenta que tiene prisa, porque le espera una ?inexistente, obvio? viuda rica en cinco minutos. A pesar de ello, me dedica casi media hora, en la que hablamos de su obra más celebrada, de los años transcurridos, de la vida, de la Cultura, del cine español y de lo que nos está pasando, como sociedad y como país.

PREGUNTA: Celebra usted bodas de plata del estreno de Amanece que no es poco. Veinticinco años después y aún le da para un libro. ¿Es una revisión, un homenaje? ¿o es que la película es, todavía hoy, inagotable?

RESPUESTA: Se trata de la idea de Julián Lacalle, que llevaba tiempo queriendo editar el guion de Amanece que no es poco. Yo le decía que no era buena idea, que los guiones no los leía nadie, porque están hechos para hacer películas, no para ser leídos. Insistió y, para explicar por qué quería publicar el libro, me invitó a conocer su editorial, que se llama Pepitas de Calabaza debido al monólogo de la calabaza que sale en la película. Entendí que si había alguien que tenía que editar el guion debían ser ellos. Y comenzamos a preparar el material para sacar el asunto: escribí un prólogo de cincuenta y tantas páginas, hablando del proyecto original ? que era para hacer una serie ?, de mi vida de esos años, etc. Es un libro en el que no tenía demasiada confianza y que agradezco mucho; teniendo en cuenta la media de ejemplares que vende un título en España ahora mismo, que ronda los 1.500, y que éste ya lleva unos 6.000? no está nada mal. Me conmueve, me emociona mucho y me da un poco de vergüenza (Risas)

P: ¿A estas alturas?

R: Sí, porque eso de que elijan de repente, en la Seminci de Valladolid, Amanece que no es poco como mejor película española de los últimos 60 años ? Creo que votaron, no espectadores del festival o «amanecistas», sino personajes de la propia película (Risas). No es la mejor de los últimos 60 años, eso ya lo digo yo.

P: Este tipo de reconocimiento, de tanto alcance y peso ¿abruma, se agradece o se acepta, sin más?

R: Se agradece, pero abruma. Me decía Julián (Lacalle) el otro día, que las películas míticas de la historia del cine dejan en la memoria de la gente un par de frases o tres. El «tócala otra vez, Sam» o «Este puede ser el inicio de una gran amistad» de Casablanca, por ejemplo. De Amanece, la gente se sabe cuarenta o cincuenta. En la proyección del cine Callao, en Madrid, vimos la película entera, Resines y yo, que hacía tiempo que no la veíamos. Antonio tuvo la paciencia de contar cuarenta risotadas masivas interrumpiendo la película y como veinte ovaciones. También abruma que haya unido ?si no en criterio, sí en gusto y disfrute? a dos o tres generaciones, que es algo muy complicado. Algo está pasando o ha pasado con la película. No sé lo que es, no soy sociólogo. Si me convierto en sociólogo dejo de hacer cine y entro en tal depresión, que no levanto cabeza.

P: Para hacer una película y un guion como ese ¿Hay que ser muy observador o sólo tener muy mala leche?

R: Creo que es una mezcla de las dos. Y también tener unas «lentes especiales», por decirlo así. Defiendo que la película es realista, hiperrealista. En la presentación en el Thyssen le pedí a José Jiménez que me avalara, como profesor magnífico que es, porque no considero que Amanece sea surrealismo, sino hiperrealismo, en cualquier caso. Está basada más en la picaresca que en el non-sense. No he sido un seguidor de los Monty Python, por ejemplo, pero porque no me ha tocado. No he visto ninguna de sus películas. Ni siquiera La vida de Brian.

P: Pues existen diversos puntos en común.

R: Posiblemente por las «lentes» de las que hablaba. Las habremos comprado en la misma óptica. Son maneras de ver las cosas, pero siendo eso: cosas. Siempre me ha gustado interpretarlas ?las cosas? literalmente. Cuando hablo de un hombre que está muy enraizado en su tierra es eso lo que se ve en la película, un señor con un rizoma enterrado.

P: De haber rodado Amanece que no es poco hoy ¿sería igual o habría personajes nuevos, tuiteando, por ejemplo?

R: No lo puedo saber. Tendría que hacer una proyección sobre el vacío. ¿Cómo sería con treinta años menos? ¿Haría ahora las mismas cosas que entonces? Bastante tengo con intentar saber cómo soy y por qué pienso y siento como lo hago ahora, como para manejar ese tipo de material, tan sensible, que implica una enorme introspección y una enorme capacidad de análisis.

Cuando me preguntan si hago las películas para agradar al público? No soy tan osado y mentecato para creer que el público va a pensar lo que yo creo que piensa. Unos sí y otros no. No hago encuestas para saber qué tipo de cine quiere ver el espectador. Y es que dudo de las encuestas, aunque estén avaladas ?algunas? por estudios serios y científicos. Tan sólo me fío de mí. Si me gusta a mí, no seré tan raro como para ser el único al que lo haga. Algunos dirán: «No. Eres más raro aún» (Risas). Pero eso no tiene remedio.

P: Citaba Twitter porque es muy activo usted en esa red social. ¿La utiliza como atalaya de observación, como terapia o como cauce de expresión?

R: De todo un poco. Hay tweets que escribo indignado y se nota. Otros los escribo de cachondeo y también se nota. En un momento determinado puedo mostrar también mis sentimientos. Desde cualquiera de esas perspectivas me supone una gatera abierta por la que suelto lo que me da la gana, en el mejor y en el peor de los sentidos. Me viene bien, sí que tiene un componente terapéutico y sé que me ocurre lo mismo que con el cine, porque necesito hacerlo. A mí nadie me pide que haga cine porque necesita ver películas, no lo hace nadie. Sería una estupidez.

Me parece una osadía José Luis Cuerda: «El Capitalismo ha decidido que, si muere, muere matando» | Imagen 1pensar que puedes tener a alguien sentado hora y media viendo algo que tú has hecho, sólo porque tú crees que merece la pena ser visto. Y ocurre lo mismo con las cosas que escribes, si piensas que estás exento de que alguien te diga que eres un imbécil o te partiría gustosamente la cabeza. Es algo que también «te ganas» por no estar callado. Hay una frase de Alfredo Landa, que a mí me gusta mucho, que afirma que entre estarse callado y tocar la trompeta hay un término medio. Tiendo más a tocar la trompeta que a callar.

P: Como Tip y Coll ¿se atreve a hablar del Gobierno o nos ponemos dantescos y abandonamos toda esperanza?

R: Ni abandono mi posición de oposición a muchas de las cosas que están pasando ni creo que sea inútil hacerlo. Lo que creo que es inútil es hacerlo uno solo y, sobre todo, tomarlo como costumbre. Todos somos adultos ?algunos de nosotros, viejos? y me parece que tenemos la responsabilidad última y mayor de no permitir que se pervierta la delegación de poderes que hemos hecho cada uno, recortando nuestra propia libertad e ideas, para hermanarlas, hacerlas primas hermanas o sobrinas de otras, con tal de poder vivir juntos en una colectividad. En ese sentido, suscribo desde la primera hasta la última palabra de un artículo de Javier Marías al respecto, publicado en el semanal de El País hace poco.

P: ¿Conoce al ministro Wert? No puede ser tan malo, ¿o sí?

R: Tengo informaciones encontradas, que dicen que está haciendo cosas que él no haría, pero eso tiene una solución: no hacerlas. Si no estás de acuerdo con las cosas que tienes que hacer, te marchas. He coincidido con él en dos ocasiones y hemos hablado, incluso. Pero no era cuestión de arreglar el mundo. El tono fue distendido, lamentándonos de nuestras propias condiciones, poco más.

P: ¿Problema de gestión de imagen, entonces? Porque ha puesto de acuerdo a mucha gente para criticar su forma de llevar la Cultura.

R: La situación actual de la producción cultural y la Cultura, en todo el mundo, es asfixiante. Ha habido cincuenta mangantes que se ha hecho con el poder financiero y económico en el mundo y mangonean gobiernos, industrias, poblaciones y todo lo que le echan. El Capitalismo ha decidido que, si muere, muere matando y lo está llevando a la práctica de una manera brutal. Ya vimos todos lo que fue el fracaso del socialismo real, y bien que se cantó aquel fracaso. Pero que me diga alguien dónde está el triunfo del Capitalismo. Ha sido vencido por sí mismo, es un dragón que se ha suicidado. Esto no tiene salida, al menos con estos parámetros. Habrá que buscar otros.

P: Y en este país ¿estamos para hablar de Cultura o para mirar hacia el barrio burgalés de Gamonal?

R: Me ceñiré al cine. Uno de los problemas que tiene el cine es que es muy «vistoso». Creo que existe incluso un componente de envidia, por parte de la población, que querría estar en la pantalla y que se viese su cara en 20 metros cuadrados. Hablo en broma, evidentemente.

Aunque algo de verdad tiene que haber porque, al resultar tan vistoso, despierta envidias, porque da a entender que vivimos como Dios. Tienes que madrugar mucho, pasar horas interminables en maquillaje? como trabajo, el cine es un trabajo espantoso. El resultado final puede resultar muy brillante o una mierda pero, como es excesivamente visible, es el paradigma de éxito, por decirlo así. Por lo tanto, cualquier elemento lanzado contra ese paradigma será bienvenido por la población.

Es muy fácil poner en contra del cine a núcleos de población: «Es de tu bolsillo, del que viven estos» ¡No! De tu bolsillo vive la prensa escrita. ¡De nuestro bolsillo viven principalmente los ministros, que son nuestros asalariados! De las subvenciones vive la Peugeot, que recibe una mucho mayor que la del cine, de las subvenciones vive desde la duquesa de Alba hasta qué se yo. Creo que tiene que doler eso mucho más que el darle una subvención a alguien para que haga una película. ¿Y lo del fútbol? Es una puñetera vergüenza lo del fútbol ¡Y nadie protesta! Si el cine tuviera la promoción positiva que recibe el fútbol en los medios de comunicación otro gallo nos cantaría.

P: ¿Son comparables?

R: El cine español tendrá buenas y malas películas. Creo que cuenta con la cuota que le pertenece. Por cada buena película española que se haga, los americanos están obligados ?por estadística? a hacer quince buenas. Que me digan los quince títulos buenos del año pasado. Pues es más fácil encontrar un mal partido que una mala película, a pesar de que la entrada para un mal partido de fútbol puede costar 60? ¿De qué me están hablando, al hablar de privilegios del cine? ¿Quién cobra en el cine lo que cobra un jugador de fútbol, por estar sentado en un banquillo? Y que conste que me gusta disfrutar con un buen partido de fútbol.

18 de enero de 2014

César Brito Glez.

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