, 22 de diciembre de 2024
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Los alumnos del IES Mateo Hernández visitan la Casa Museo Miguel de Unamuno y el Edificio...
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Una jornada lectiva fuera del aula

Los alumnos del IES Mateo Hernández visitan la Casa Museo Miguel de Unamuno y el Edificio...

Actualizado 21/11/2018
Charo Alonso

Ana Chaguaceda, directora de la Casa, junto a su compañero, resolvió todas las dudas y llevaron con paciencia esta alegre invasión adolescente

Tienen las casas museo esa cualidad íntima de cercanía y de intimidad con el autor que leemos en el libro de texto y que aprendemos a toda prisa. Está ahí: ¿Esas son sus gafas? ¿Ahí dormía?. El visitante de la Casa Museo Miguel de Unamuno recorre en silencio reverente los documentos, los objetos, la biblioteca, el escritorio y el dormitorio del rector solazándose en su recuerdo, su austeridad noventayochista, el acierto de la exposición de sus documentos, papeles, cuadros, fotografías? sin embargo, una horda de alumnos de Educación Secundaria son mucho más ruidosos y por supuesto, mucho más irreverentes. Pues vaya letra que tenía Unamuno, no se le entendía nada de nada ¿Y eso para qué es? Por suerte, Ana Chaguaceda, directora de la Casa, sabe, junto a su compañero, resolver todas las dudas y llevar con paciencia esta alegre invasión adolescente. Unamuno leía y escribía en la cama, de ahí este atril. Y eso, eso es su toga de rector.

A los alumnos de cuarto de la ESO del IES Mateo Hernández les han dado la mañana unamuniana sus profesores de lengua. Hace frío y el paseo hasta la Salamanca monumental ha sido largo, pero si hay algo que les gusta a nuestros chicos es atisbar la vida de los estudiantes universitarios ¿Es que no tienen clase ahora? ¿Y dónde está la facultad de Matemáticas? Es que a mí me gustan las matemáticas. El gesto de todos es de horror, las matemáticas, la lengua, hasta la educación física se han quedado en el edificio y a nuestros chicos se les hielan los pies mientras su profesora les explica la fachada rica de la Universidad Pues yo no veo nada. La escalera les parece más divertida, naturalmente, y el aula de Fray Luis de León, un espanto.

Tampoco han cambiado tanto las cosas, las sillas actuales también son incómodas para estar tanto tiempo escuchando. Y hace frío, necesitan unos minutos para comerse el bocadillo y salir corriendo a comprar algo, lo que nos pone a las profesoras acompañantes al borde del infarto pensando en que dejarán alguna bolsa de patatas por el suelo. Pero no, la limpieza granítica en torno a la estatua de Fray Luis les hace guardar todos los papeles, plásticos? en el fondo el espacio les impresiona. Y les impresiona la visita a la Biblioteca ¿Por qué no se puede entrar? La visión del Cielo de Salamanca les parece una belleza y la Casa Museo de Unamuno despierta en ellos un interés extraño, el de asistir a la vida cotidiana de alguien a quien han visto en el libro de texto ¿Y de verdad todos estos libros eran suyos? ¿Y estas pajaritas las hizo él?

Avanza la mañana y tenemos todos los pies helados, por eso la visita a la escultura de Victorio Macho en Anaya la hacemos a toda prisa. Poco les importa que sea de estilo neoclásico o que hayamos estudiado aquí las profes? hace frío y la casa donde murió el Rector de repente nos deja un regusto de tristeza. Leemos el epitafio de la tumba de Unamuno, recordamos su muerte en medio de la charla, del sosiego extraño de su arresto domiciliario. Cuando los alumnos leen, en medio de la calle, ante la estatua de Serrano, mascarón de proa, el silencio es hermoso y sentido.

El paseo unamuniano por esta Salamanca que tan poco conocen ha terminado, y seguimos con los pies helados, ¿Lo he dicho muchas veces? pero contentos, agotados? ¿Cuándo hacemos la próxima excursión? Y los profesores, que hemos arreado a un rebaño mohíno y congelado acabamos riéndonos. Los del transporte escolar, al instituto, los demás, disfrutad de este ratito de ciudad hermosa y llena de literatura. No vuelvo a sacarles de excursión, nos decimos ¿Para cuándo la próxima?

Charo Alonso.

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