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Fernando Gil Villa, la obra es el camino, poesía y sociología
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Ganador del III Premio de Poesía Álvaro de Tarfe

Fernando Gil Villa, la obra es el camino, poesía y sociología

Actualizado 08/07/2018
Redacción

"Hay poetas que tienen en su cabeza un sentido del ritmo muy fuerte, son versificadores con mucho ritmo, mucha música, pero en ellos a veces no hay sustancia"

Tiene la facultad de Matemáticas una calma en la que se desenrolla la espiral de Arquímedes sobre una pared, jardín y muralla de apagados ecos en la antigua sinagoga. Paradojas de tradición y modernidad, académico atardecer de junio entre el rigor y la gracia, la docencia y la inspiración. Fernando Gil Villa, catedrático de Sociología de la USAL acaba de ganar el III Premio de Poesía Álvaro de Tarfe y evoca a Muñoz Quirós, el anterior ganador, con reconocimiento. Ensayista de enorme prestigio, aragonés tenaz, inició el curso con Reparación del fuego, poemario publicado por la Diputación de Salamanca y lo acaba con el premio que reconoce su amplia trayectoria poética, inacabable espiral de versos de una contundencia intelectual sobria, original, plena de resonancias. Sabiduría desnuda, verso contumaz, rigor de un intelectual implacable.

Charo Alonso: Académico, docente, ensayista ¿Qué entiendes por poesía?

Fernando G. V.: En náhuatl la palabra poeta significa "el que sabe algo", y tienen la misma raíz etimológica las palabras poeta y sabio. El poeta está asociado al descubrimiento de lo misterioso que hay en el mundo. Yo entiendo la poesía como conocimiento, para mí el pensamiento es muy importante en poesía, así como para Emerson, Emily Dickinson. El pensamiento no es secundario en la poesía. Hay poetas que tienen en su cabeza un sentido del ritmo muy fuerte, son versificadores con mucho ritmo, mucha música, pero en ellos a veces no hay sustancia. Sin pensamiento, la poesía es un artificio vacío.

Ch.A.: Fantásticos referentes, Fernando. ¿Algún otro?

F.G.V.: Aníbal Núñez. Junto con Valente son dos de nuestros referentes fundamentales. Digo nuestros contando a mi mujer, Elba Maribel, que también es poeta y con la que he aprendido mucho y sin cuyo ánimo probablemente habría desertado del Parnaso por parecerme en la actualidad demasiado pervertido.

Ch.A.: ¿Pervertido? ¡Nunca ha estado el Parnaso tan concurrido! Y por cierto, sin ritmo no hay poesía.

"Creo que la juventud posmoderna es un barco que va a la deriva"

F.G.V.: Naturalmente, se necesita un equilibrio, para eso está el ensayo, para el pensamiento. Esa música tiene que dejar siempre entrever un poso de misterio. Con respecto al auge de la poesía, dice Chus Visor que es bueno que haya mucha gente haciendo poesía, que el futuro dirá lo que vale y lo que no. Sin embargo, a mí eso me parece un camino perverso, cualquier cosa que se masifica es mala, como considerar ahora la poesía como autoayuda o lo que yo llamo POP-esía, esa otra perversión en la que parece que estás escribiendo un cómic haciendo poesía. No es surrealismo, es pura ocurrencia.

Ch.A: No me negarás que es bueno que haya tantos actos dedicados a la poesía?

F.G.V.: Sí y no. Yo no entiendo un poeta sin su soledad, sin su tempo. No entiendo a los o las poetas que están todos los días en un sarao, hoy en un micro abierto, mañana leyendo en otra ciudad, y pasado en otra, con una agenda tan estresante como la de un ejecutivo.

Carmen Borrego: ¿Y esta espiral del número Pi es poesía o es sociología?

F.G.V.: Es un hallazgo muy hermoso y sí, es poesía. Hay sociología matemática aunque no es mi campo de trabajo. Cuando estuve en Chicago mi maestro sí era experto en sociología matemática, J.S. Coleman.

Ch.A.: Mucha gente no sabe lo que es la sociología ¿Qué aporta para la vida, para la sociedad?

F.G.V.: Muy sencillo, la sociología estudia la familia o la escuela, la empresa o la política, el arte, la salud, todo tipo de relación social que genera problemas y que podemos mejorar para aumentar el bienestar a nivel individual y a nivel colectivo. Desde ese punto de vista, es la ciencia más completa y ambiciosa. Aunque eso no debe provocar la soberbia en el analista social, un sociólogo debe saber que solo estudiando y trabajando codo a codo con antropólogos, filósofos, psicólogos, historiadores y juristas puede llegar a comprender la realidad social.

Ch.A.: Escribes ensayos sobre la educación, la delincuencia, la situaciones límite. Pobre juventud la nuestra, Fernando.

F.G.V.: Creo que la juventud posmoderna es un barco que va a la deriva. La razón es que, si bien, el mar por donde navega, el de la adolescencia, es de por sí especialmente turbulento, las estrellas que le servían tradicionalmente para orientarse palidecen más que nunca en su conjunto. Los padres no pasan tiempo con los hijos, muchos profesores no tienen nada que ver con el mítico y vocacional "viejo profesor". En la película La lengua de las mariposas, Moncho teme ir a la escuela porque cree que el profesor, Fernando Fernán Gómez, le va a pegar. Algo que no ocurre. Hoy tampoco, afortunadamente, pero increíblemente, muchos niños y niñas de los países desarrollados temen ir a la escuela porque temen otro tipo de maltrato, el de iguales.

Ch.A.: Si no es la enseñanza? ¿Hay otras guías para ellos?

F.G.V.: Tampoco la política es una estrella que oriente, pensemos en la desafección que muestran las nuevas generaciones en las últimas décadas. La estrella de la religión, tres cuartos de lo mismo: la práctica totalidad de los jóvenes no practica el catolicismo. La estrella del ocio intergeneracional, apagada. Los ritos de paso, apagados. De hecho, como hasta los mayores se visten como jóvenes se habla de cierto "secuestro" de la categoría de juventud y que se traduce, en definitiva, en una falta de identidad.

Ch.A.: ¿Tenemos remedio los humanos?

F.G.V.: Nunca debemos perder la confianza en el ser humano, aunque nos defraude en muchas ocasiones. Esa es la forma de mejorar.

Ch.A.: Fernando, eres catedrático de sociología, un prolífico ensayista? que escribe poesía. ¿Es compatible?

F.G.V.: Nietzsche hablaba de un doble cerebro que la humanidad debería cultivar si quería sobrevivir, visto que la ciencia aportaba, según él cada vez menos placer, de modo que la gente lo buscaría en las emociones, en lo irracional. Algo de eso vemos hoy cuando resurgen los nacionalismos y los linchamientos. Yo no vivo ese dualismo de forma tan incompatible. Pero sí que creo que todos podemos y debemos cultivar nuestro lado racional y nuestro lado divino y misterioso, aunque vigilando siempre que no derive en el fanatismo. La poesía es perfecta para complementar nuestro lado científico.

Ch.A.: Gestores y sabios especializados, que tengan una vena humanística

F.G. V.: Claro, en vez de querer desvelarlo todo, que uno cambie el chip y disfrute del misterio. Eso hace mucho más soportable la vida. Tengo un poemita en el que trato de explicarlo titulado precisamente, 'Poeta o sociólogo', y que dice así:

Pronto comprendí
que el mundo era un lugar inhabitable
si antes no se traducía
-por eso me hice sociólogo-.
Más tarde me percaté, sin embargo,
de que había que traducirlo todo
de nuevo,
pero a la inversa.

Ch.A.: Del libro de poemas 'La voz y el sigilo' ¿Hay conflicto entre el sociólogo de las voces del exterior y el poeta con una visión de la intimidad, sigilosa?

"A mí siempre me trató bien esta ciudad y sus gentes, y les estoy muy agradecido

F.G.V.: Fíjate que no me considero un poeta intimista, si es que esa etiqueta tiene sentido. No me gusta, de hecho, el uso terapéutico que hacen algunos y algunas de la poesía, como si fuera una especie de autoayuda. Lo que hablábamos antes de mi concepción de la poesía. Vomitan sus problemas personales o sus fantasías de una forma adolescente que me da vergüenza ajena. Creo que mi poesía es lo suficientemente sólida, diría, para no caer en ese riesgo, porque afortunadamente el lenguaje y el pensamiento me permiten distanciarme de la experiencia lo suficiente como para que no me aplaste y no aplaste de paso a los demás.

Ch.A.: "He escuchado tantas voces/que no reconozco la mía". ¿Cuál es tu voz en medio de tantos ecos?

F.G.V.: Ja, ja, ja. Ese verso es una ironía. No se refiere a mí sino a algunos y algunas poetas que imitan y que buscan con desesperación a un ídolo para imitar porque no tienen voz propia. Coincido con los críticos que piensan que hoy hay cada vez más poesía, sí, pero cada vez menos poesía original.

Ch.A.: Vives en Salamanca, enseñas en Salamanca, escribes en Salamanca? y no eres de Salamanca.

F.G.V.: Una vez se me acercó un alumno en un país latino y me espetó que el águila no es de donde nace sino de donde despliega su vuelo. Dicho esto, yo llevo sobrevolando Salamanca cerca de treinta años, estoy muy orgulloso de mis orígenes rurales aragoneses. Amo Salamanca como amo Ejea de los Caballeros y tantos otros lugares del mundo donde he tenido la oportunidad de trabajar. Soy un águila cosmopolita, especialmente amante de Iberoamérica.

Ch.A.: Mantienes un acento aragonés inconfundible. Alas de águila y raíces de aragonés tenaz.

F.G.V.: Para mí mi familia ha sido el mayor estímulo para superarme. Hijo de pequeños campesinos de un pueblo de Zaragoza, tuve la oportunidad de ver lo dura que es la vida en el campo. Mi padre trabajó, hasta jubilarse, de sol a sol incluido los fines de semana, excepto una tarde de domingo de cada dos, porque jugaba el Ejea en casa. Siempre me animaba a estudiar para mejorar el estilo de vida. Estoy muy orgulloso de esos orígenes y de su esfuerzo. Por otro lado, me considero hijo adoptivo de Salamanca. Aquí me hice profesionalmente y aquí formé una familia. A mí siempre me trató bien esta ciudad y sus gentes y les estoy muy agradecido por esa acogida.

Ch.A.: Los agradecidos debemos ser nosotros por contar con un docente que ha escrito tantos y tan diversos ensayos que podemos leer sin ser especialistas y que tratan los temas que nos duelen, Fernando.

F.G.V.: Mi objetivo personal, un tanto romántico y demodé era escribir ensayos humanistas sobre la mayor parte de los temas que nos preocupan a todos, la política, la juventud, la salud, la exclusión, la basura, la muerte, la indignación, la educación, la democracia, etc. Son más de veinte libros sobre temas variados, con un estilo que busca el equilibrio entre lo académico y lo divulgativo, pues para mí el ensayo debe tener belleza literaria. Mi perfil es por tanto un tanto extraño, imbuido por la leyenda del humanista renacentista, a contracorriente en el mundo de hoy, tan técnico y especializado, de alguien que escribe con la mayor profundidad posible sobre la mayor parte de las cosas. Ensayo, cuento, novela y sobre todo poesía? quizás he logrado una buena parte de mi sueño personal, ese perfil unamuniano de tener una obra lo más completa y profunda posible en diferentes y muy distintas dimensiones.

Dimensión salmantina en este rincón de la Merced donde los alumnos de Ciencias salen de la Biblioteca Abraham Zacut para recalar en las terrazas donde viviera Beatriz Galindo, La Latina. Atardecer dorado entre las piedras de una Salamantica docet que hace suyos a quienes en ella enseñan, investigan y escriben con la luz del conocimiento, que, en Fernando Gil Villa es poesía, excelencia, labor de sol a sol y entrega más allá de la frontera unamuniana. Raíces y alas más allá de los Dominicos, América soñada, y mientras, en el corazón de ciencias, el número pi se enrosca, exacto y riguroso, en espirales cabalísticas.

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