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“A Bolaño no le quedó otra alternativa que conquistar su sueño de escritor”
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Javier Serena, escritor:

“A Bolaño no le quedó otra alternativa que conquistar su sueño de escritor”

Actualizado 18/12/2017
Charo Ruano

En 'Últimas palabras de la tierra', "el autor se convierte en personaje y el escritor en un héroe, aunque tenga una máquina de escribir en vez de una espada"

Javier Serena es un hombre joven, demasiado joven para tener una enfermedad grave, tan grave como es la literatura en vena. Periodista, escritor, investigador hasta las últimas consecuencias de las vidas y obras que admira o le atraen, nos acerca a un escritor que lleva camino de convertirse en mito, Roberto Bolaño, trasmutado en Ricardo Funes, el protagonista absoluto de Últimas palabras en la tierra, Javier Serena se acerca a él con admiración, con respeto y cargado de datos comprobados y comprobables a los que los seguidores y no seguidores de Bolaño no podrán poner ni una pega. Enhorabuena.

Tal vez deberíamos empezar preguntando quien es Javier Serena, para los no iniciados.

Pues soy un escritor de 35 años, y esta es mi tercera novela publicada, aunque previamente había ganado algunos premios de novela convocados por instituciones públicas, ayuntamientos, etc. En verdad, me reconozco sobre todo a partir de mi anterior libro, Atila. Un escritor indescifrable (Tropo, 2014), que obtuvo críticas bastante buenas y quedó finalista de unos cuantos premios a la mejor novela publicada.

Aunque hay que reconocer que desde que usted fue residente de la Fundación Antonio Gala, hace ya unos cuantos años, su carrera ha ido asentándose firmemente.

Sí, fui residente hace ya muchos años: en el 2005, con apenas veintiún años, y aquella experiencia fue fundamental para conocer a otros autores de mi generación que también han ido editando estos últimos años: Ben Clark, Alberto de la Rocha, María Zaragoza, Tania Padilla, Cristian Crussat, Antonio Rojano, Paul. M Viejo, por ejemplo, son algunos con los que hoy mantengo relación y a los que suelo leer y alegrarme de sus éxitos.

Si le digo que presiento que tiene una cierta obsesión por determinados escritores, por sus formas de vida o de muerte.

No sabría qué decir: lo cierto es que mis dos últimas novelas han estado inspiradas en autores reales, pues mi anterior libro recreaba, de manera ficcionada, la vida del escritor Aliocha Coll, que después de intentar la escritura de algunas novelas de vanguardia extrema acabó suicidándose. Sin embargo, creo que no me interesan por su condición de escritores, sino por su significado personal: en ese caso, como en el protagonista de esta nueva novela, Ricardo Funes, son dos personajes con una idea romántica de la vida, entregados al arte frente a cualquier chantaje, cuyos problemas y su grandeza se deriva precisamente de su arrojo y su vocación tan visceral. La razón por la que son escritores supongo que es un defecto de lector: uno se familiariza con algunos autores y se intriga por sus vidas, y es inevitable que acaben convertidos en personajes para otro autor.

Últimas palabras en la tierra, varias preguntas: imposible no reconocer en Ricardo Funes a Roberto Bolaño, imposible no reconocer a alguno de los críticos más importantes de este país? ¿Qué tiene Bolaño, para atraparle a usted y a tantos seguidores, no solo como escritor, sino como rito iniciático, como sumo sacerdote de una forma de vida y de literatura muy especial? Y ¿no es una impresión muy fuerte lanzarse así en sus brazos?

"No me propuse escribir un libro sobre Bolaño, sino que su biografía me inspiró a un personaje de ficción"

Yo admiro mucho a Roberto Bolaño como escritor y le he leído mucho: me parece uno de los autores más grandes en mucho tiempo. Sin embargo, hay otros autores a los que admiro mucho de los que me resulta impensable escribir un libro. Y, en verdad, este libro no nace de la voluntad deliberada de escribir un libro sobre Bolaño, sino que de tanto conocer su figura y su vida un día se me impuso como un personaje de ficción: mi protagonista, Ricardo Funes, de algún modo, tiene una trayectoria equivalente a la de Bolaño, pues replica su exilio de América Latina a Europa, su vida errante y con grandes dificultades económicas en Cataluña y sus esfuerzos incansables por triunfar en la literatura, hasta que su éxito acontece al tiempo que una enfermedad se agrava y acaba muriendo. Me parece que es un personaje que, con su experiencia del viaje juvenil, el romanticismo de su ambición, y la penalidad que sufre en ese exilio hasta su regreso final, ya mayor pero cargado de experiencia y sabiduría, de algún modo reproducía el viaje del héroe. Pero, aun así, yo no me propuse escribir un libro sobre Bolaño, sino que su biografía me inspiró a un personaje de ficción quizá porque cumplía esas características.

Todos hablan bien de Bolaño, dice un amigo mío que tanta unanimidad, no puede ser real, ni buena.

Es normal cierto escepticismo, cuando se produje un fenómeno tan masivo y repentino. Pero aun así, y aunque al reeditarse muchos libros inéditos haya algunos que no estén a la altura del resto de su obra, su obra es excelente, y me parece el mejor hijo del boom hispanoamericano, aunque su obra sea en cierto modo una réplica.

Y como decíamos antes, no es la primera vez que se acerca usted así a un escritor, su anterior libro: Atila? Por eso le hablaba de fascinación por determinados escritores, Aliocha Coll, Bolaño?

La verdad es que, pese a su trayectoria tan distinta, pues Aliocha Coll murió siendo desconocido, y con una obra que yo creo que no tiene valor literario, ambos creo que comparten el hecho de haber pasado de ser autores a verdaderos héroes de novela: sin saberlo y sin pretenderlo, adquirieron una dimensión, por su entrega, por su arrojo, por las dificultades que pasaron, que los convirtieron en auténticos personajes de novela aun actuando desde la posición de un escritor. Y en los dos casos, desde luego, ambos tienen el carácter de héroe de mis libros: son personajes sobre los que escribo desde la admiración.

Siempre trata en sus libros temas relativamente autobiográficos, casos personales, o de personas muy cercanas., personas y cosas concretas, lo colectivo parece importarle menos? Atila, La estación baldía, este último.

"Bolaño ocupa el primer lugar de los autores posteriores al boom, entre escritores hispanoamericanos"

Es verdad que mis novelas están centradas en personajes concretos: en protagonistas sobre los que bascula el resto de la obra. En ese sentido, me ha interesado más lo individual que lo colectivo, al menos como autor, aunque como lector no sea necesariamente así. Y, desde luego, en mis dos últimos libros, Atila y Últimas palabras en la Tierra, aunque estén inspirados en personajes reales, pese a las diferencias entre su biografía y la mía, son personajes con los que empatizo.

Evidentemente conoce muy bien la literatura hispanoamericana, y sospecho que tiene muchas debilidades por ciertos autores, no sé si de los del Boom o posteriores, ¿qué lugar ocupaba Bolaño en su santuario particular antes de este libro y ha cambiado ese lugar?

Bolaño ocupa el primer lugar de los autores posteriores al boom, entre escritores hispanoamericanos. Pero admiro mucho a Borges, Cortázar, García Márquez, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Mario Levrero o Felisberto Hernández. He leído mucha literatura hispanoamericana y la sigo con mucho interés: es una suerte que sea una lengua compartida en tantos países.

Sigue con bastante rigor la biografía de Bolaño, en este caso, habitualmente se deja llevar por la historia o todo está planificado desde el principio?

Para escribir este libro no hice una investigación sobre Bolaño: simplemente, conocía su biografía al menos de manera general y tenía una noción bastante aproximada de su carácter y algunos episodios decisivos de su biografía. De algún modo, tomé ese conocimiento como el esqueleto de la novela, los cimientos de la novela, y hice que mi personaje siguiera ese movimiento sobre los hitos principales de mi vida fantaseando sobre cómo los había vivido. En ese sentido: es una ficción total, siguiendo una ruta marcada.

Y ahora díganos que le deslumbró o que le llevó hasta un autor del que se han escritos millones de páginas, de las que se han leído muchas menos de las que se debería, pero que sigue despertando algo especial allá donde llega.

Al margen de su literatura, creo que su vida tiene el componente, por su entrega completa a la literatura, sin medida, y por la dureza con que trabajó para conseguirlo, unido a su fallecimiento desgraciadamente prematuro, que coincidió con su éxito, que retratan a un personaje cargado de significado: alguien que actúa más por convicción que por cálculo, sin dobleces, con una visión romántica de la vida, pues se movía aferrado a un sueño que surgió en la primera juventud, que se levanta como un símbolo en un contexto donde primera el pragmatismo y el éxito inmediato y falto de una trayectoria con un peso semejante. Me parece la trayectoria de una persona admirable, aunque yo lo haya conocido por mi admiración por su obra literaria. De hecho, tan exigente fue su vida, que él parecía arrepentirse, consciente de que su sacrificio había sido demasiado grande, de que la vida se le escapaba y que él había estado demasiado tiempo en espera de su reconocimiento tardío.

"Quizá haya algo de apego en mis textos a mezclar realidad y ficción, a no abandonarme a la ficción pura"

Insistiendo, su forma de vida, sus principios, lo qué significaba (Bolaño) fueron tan importantes o más que su literatura a la hora de ponerse a escribir?

A la hora de ponerme a escribir importó únicamente su biografía, aunque conociera su vida a través de un primera acercamiento a sus libros. Luego, sabiendo de su carácter y algunos episodios concretos, se construyó en mi mente un personaje que acabó siendo Ricardo Funes. Y me pareció muy significativo reflexionar, a través de este libro, en alguien como Bolaño que decía públicamente, al final de su vida, tras el triunfo que tanto tardó en conquistar, que él no recomendaría a nadie escribir, o que si fuera rico él no hubiera escrito, aun cuando muriera haciéndolo, contradiciendo su propio mensaje: de algún modo, su única alternativa en cierto modo, la única forma de tener una vida plena, era persistir en ese camino del que renegaba por los sacrificios que le exigió, pero del que en cierto momento ya no podía salirse. Si quería ser un hombre feliz y pleno y vitalista, no le quedaba otra alternativa que conquistar su sueño de escritor: en ese punto, el autor se convierte en personaje y el escritor en un héroe, aunque tenga una máquina de escribir en vez de una espada.

¿No tiene miedo en algún momento de que el periodista que es usted, devore al escritor que ahí radique la clave de tener que agarrarse a algo concreto, tangible, que controle de principio a fin?

Pues quizá haya algo de apego en mis textos a mezclar realidad y ficción, a no abandonarme a la ficción pura. Pero creo que ha sido más bien fruto de la probatura de varios años: hasta ahora, me encuentro más cómodo mezclando géneros que de otra forma. Pero también creo que la novela tiene ese carácter abierto, moldeable, en que, sin necesidad de apellidos, cabe cualquier narración enriquecida por materiales que provienen de distintos lugares.

¿En qué anda ahora, qué proyectos se trae entre manos?

Pues empezando una novela, y cruzando los dedos para que arranque bien: últimamente, en vez de corregir, simplemente si veo que un libro funciona me lanzo en tromba, y si no probablemente lo deje a medias.

¿A qué autores lee Javier Serena y a cuáles vuelve siempre?

La verdad es que son muchos. He leído muchos autores clásicos y también contemporáneo y de distintas tradiciones. Y al margen de autores y tradiciones, puedo citar cuatro libros que me gustan especialmente: Relatos autobiográficos, de Thomas Bernhard; Franky y la boda, de Carson Mccullers; Las cosas que llevaban los hombres que lucharon, Tim O´Brian; o Memorias de un antisemita, de Von Rezzori.

JAVIER SERENA: Siempre ha vivido en Pamplona. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

Ha publicado Atila. Un escritor indescifrable (Tropo Editores), en 2014. Previamente había publicado La estación baldía, (Gadir), en 2012, y Las torres de El Carpio, a través de la Diputación de Córdoba, en 2009. Ha ganado varios premios literarios convocados por instituciones públicas, entre otros el Premio de Novela Dulce Chacón (2004), el Premio de Novela Totana del Río (2005), o el II Premio de Novela Ciudad de Monzón (2008). Fue becario de la Fundación Antonio Gala durante el año académico 2004-2005. Últimas palabras en la tierra en Gadir 2017 es su última obra.

Fotos: Javier Siedlecki

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