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“Si hay una generación de analfabetos digitalmente, hay otra de analfabetos espiritualmente”
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José Antonio Solórzano, dominico y escritor

“Si hay una generación de analfabetos digitalmente, hay otra de analfabetos espiritualmente”

Actualizado 19/03/2017
Jorge Holguera

El Instituto Psicoanalítico de Salamanca lo nombra Socio de Honor "por el gran aporte que otorga al Instituto con su investigación cualitativa"

El Instituto Psicoanalítico de Salamanca ha nombrado Socio de Honor al dominico José Antonio Solórzano. Vicente Ortiz Oria, presidente de esta asociación de carácter cultural, se encargó de hacer entrega de un título que reconoce a José Antonio Solórzano como miembro de honor de la misma. Este nombramiento se produjo este sábado después de que este fraile, conocido por su antigua tarea como responsable de Pastoral de Escuelas Católicas de Cantabria y por sus extensos conocimientos en literatura, teología, filología y pedagogía, se encargase de impartir el seminario 'Psicoanálisis y Espiritualidad' dentro del curso 'Interpretación de la cultura' que es parte de la formación sobre 'Psicoanálisis antropológico' que cada sábado imparte el Instituto Psicoanalítico en el CMI 'Julián Sánchez El Charro'.

José Antonio Solórzano es el quinto miembro de honor nombrado por el Instituto Psicoanalítico de Salamanca, tal y como explicó el doctor Javier Sedano, secretario de esta asociación, quien razonó este reconocimiento como una forma de agradecer a los Socios de Honor, en este caso a Solórzano y, el sábado anterior, al profesor José Manuel Chillón Lorenzo, "por el gran aporte que otorgan al Instituto con su investigación cualitativa". Los otros tres Socios de Honor del Instituto Psicoanalítico de Salamanca son: la doctora Cristina Jenaro Río, directora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Salamanca; Héctor Blas Lahitte, catedrático de Teoría Antropológica y de Teoría del Comportamiento y Etología en la Universidad de La Plata (Argentina) y el doctor en Filosofía y fraile dominico Juan Manuel Almarza Meñica.

Aprovechamos la visita a Salamanca de este miembro de la orden de los predicadores, defensor del cultivo de la espiritualidad, para entrevistarle en exclusiva.

Ha impartido el seminario 'Psicoanálisis y Espiritualidad' para los alumnos del Instituto Psicoanalítico de Salamanca. ¿Con qué le gustaría que se quedaran los participantes en su seminario?

Han sido cuatro horas de seminario, en las que he podido explicar que la espiritualidad es un ámbito que está en todas las personas y que si no se cultiva no se desarrolla. Tenemos que aprender a distinguir entre la religiosidad, que puede ser una cuestión normativa de las Iglesias o instituciones, y la espiritualidad, que es un ámbito mucho más amplio que cuenta también con la religiosidad pero que te hace más libre. La espiritualidad es una experiencia personal e íntima, que se puede tener, por ejemplo, siendo ateo, un artista del paisaje, escultor, o un músico que transforme en música su experiencia interior. Para mí siempre lo fundamental es cómo cultivar la interioridad.

¿Cómo cultivar la espiritualidad?

Es un proceso lento, paulatino, que se aprende, aunque hay gente más dada por naturaleza, también hay otras personas más torpes en ese ámbito, que a lo mejor son físicos y matemáticos inteligentes. Curiosamente todos los físicos y matemáticos que han desarrollado su mente, han terminado teniendo experiencias de carácter espiritual, sobre todo se han planteado preguntas. Lo importante es cuando es que la gente se hace preguntas. Nuestra cultura y nuestro país, que ha vivido mucho bajo la órbita de lo religioso y poco bajo la órbita de lo espiritual, necesita cultivar la espiritualidad.

¿Qué estado de cultivo de la espiritualidad ve usted en la sociedad?

Cultura viene de cultivo y si no hay cultivo no hay cultura, entonces aunque decimos que se ha progresado culturalmente mucho, se ha avanzado en aspectos técnicos, matemáticos o científicos, pero como hay una marginación de todas las ciencias humanas (literatura, música, arte,..) Estamos creando unas generaciones de huérfanos culturales, y por lo tanto espirituales. Posiblemente saben mucho de ciencia y tecnología, pero después eso demuestra que no llena sus vidas, que les falta orientación, un sentido, que no hay cultivo ni cuidado de esa otra faceta fundamental en el hombre. Si una generación somos analfabetos digitalmente, los otros son analfabetos espiritualmente.

¿En qué área detecta mayor carencia espiritual?

Pienso que en las áreas técnicas hay una carencia grande. Que yo diga que hay una carencia grande en el ámbito religioso parece un contrasentido, pero creo que sí la hay. En el ámbito religioso hay una falta de cuidado de lo espiritual. Por suerte, se está educando en la interioridad, en el silencio, en la contemplación; se está educando la vista y el corazón; la visión interior y mental en estas facetas, pero toda una generación son espiritualmente huérfanos. Han vivido lo religioso, pero no lo espiritual; se ha dado mucha importancia a la palabrería, es decir, al 'logos', pero falta el espíritu, el 'pneuma'.

¿Qué ventajas traería consigo hacer más hincapié en la espiritualidad?

Haría a la gente más armónica, más equilibrada y menos traumatizada, por tanto, con menos necesidad de psiquiatras y pastillas. Si la gente aprendiese a respirar, a orar, a mirar la vida de otra manera, a contemplar se enfrentaría a las situaciones y los problemas, que no iban a desaparecer, con una resistencia más fuerte, con una energía y una capacidad interior mayor.

Usted ha sido el encargado de llevar la espiritualidad al Instituto Psicoanalítico. ¿Qué papel tiene la espiritualidad en el ámbito de la psicología o el psicoanálisis?

Citábamos a una psicoanalista francesa que mantenía una conversación con alguien que le decía que el psicoanálisis es un lujo que sólo algunos se pueden permitir porque es caro. Ella responda que la espiritualidad también es un lujo al cual todos tenemos acceso de forma mucho más fácil. Se trataba sobre todo de ver como la psicología camina hacia una espiritualidad más profunda. Psicología y espiritualidad se hermanan. No obstante, mientras las distintas escuelas de psicología son muy buenas, la cultura europea está sufriendo un desierto de espiritualidad que otras culturas están como descubriendo. Quizá aquí estamos hallando la importancia de la espiritualidad oriental, pero hemos abandonado muchas otras vías de espiritualidad que teníamos y no hemos sabido cultivar. Por ejemplo, vías del misticismo, de San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, y otras de tantos hombres y mujeres, que no hace falta que sean santos, pero que han vivido la vida espiritual y eso les ha dado armonía psicológica y capacidad de superación. En este ámbito todo son represiones de la sexualidad y de ese tipo, es decir, hay otros campos de la mente y de la mentalidad que suponen una apertura al misterio. Esa apertura al misterio hay que cultivarla.

Estamos optando por facilitar el acceso a la espiritualidad oriental, ¿no sería mejor adoptar la espiritualidad de aquí?

Por supuesto que sí. La espiritualidad de aquí se tiene que liberar de las estructuras eclesiásticas, no de todas, de algunas. Se admite con ligereza a un dalái lama que viene desde el Tíbet, sin embargo, sales a la calle con el hábito de fraile dominico y te abofetean. La espiritualidad del oriente no habla de Dios, habla de serenidad, del cosmos, de energía, de metáforas bonitas. Nosotros tenemos la exigencia, desde la justicia, desde la fraternidad, desde la lucha por la libertad, desde el Evangelio, y eso a la gente le molesta. Necesitamos volver a recuperar el sentido, sin perder la fuerza del Evangelio, que es una buena noticia, que no está solo en manos de la Iglesia. Debemos recuperar un ámbito de lucha por la justicia con convicción y serenidad y luchar por la libertad desde la paz y la bondad.

Dice usted que es mejor hablar de virtudes, en vez de valores. ¿Qué virtudes pondría usted hoy en valor?

Los valores vienen desde de los griegos (la democracia, la participación, la colaboración, la ciudadanía,..) pero yo creo que hay que hablar de la virtud de la fe como planteamiento del misterio; de la esperanza, como fuerza trasformadora; y del amor, como una convicción profunda. Después, lo otro son concreciones de estas tres virtudes fundamentales que la gente necesita cultivar. Con ello se irá a la generosidad, igualdad, gratuidad, es decir, a todo tipo de actitudes éticas que se desprenden de las virtudes de fe, esperanza y amor.

Jorge Holguera

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