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La Cuba que deja Fidel Castro tras su muerte 
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expectativas de cambios para el futuro de la isla

La Cuba que deja Fidel Castro tras su muerte 

Actualizado 27/11/2016
El Norte de Castilla

Visto como símbolo de resistencia frente a EE UU por sus seguidores y como dictadura anquilosada por sus adversarios, el régimen queda con Raúl Castro al frente, rodeado de dirigentes de la vieja guardia comunista

La tranquilidad y la rutina de la vida cotidiana en Cuba apenas se alteró ayer tras conocerse la muerte de Fidel Castro, mientras que los ciudadanos de la isla expresan su pesar, admiración y orgullo por el líder de la Revolución, aunque también con expectativas de cambios para el futuro de la isla.

El tráfico en las calles de la capital cubana era el habitual y el ir y venir de la gente transcurría con absoluta normalidad después de que el presidente cubano Raúl Castro anunciara, al filo de la media noche en una alocución televisiva, el fallecimiento de su hermano Fidel, a los 90 años.

La sorpresa fue la primera reacción de las personas consultadas en La Habana, a primeras horas de la mañana del sábado, cuando muchos amanecieron con la noticia, aunque otros la recibieron a mitad de noche por llamadas de amigos y familiares.

Los estudiantes de la Universidad de La Habana se reunieron en la emblemática escalinata del centro docente para rendirle homenaje en el lugar donde Fidel dijo que se hizo revolucionario, según recordó Rogelio Carmnenate, alumno del Instituto Superior de Diseño.

Fidel Castro forjó una revolución que exhibe logros y fracasos, pero que sobrevive a su muerte, a varias décadas de roces con Estados Unidos y a la caída del bloque comunista.

Visto como símbolo de resistencia frente a Washington por sus seguidores y como dictadura anquilosada por sus adversarios, el régimen cubano quedó ahora sin su máximo líder y con Raúl Castro, de 85 años, al frente, rodeado de militares y dirigentes de la vieja guardia comunista.

Fidel, bajo cuya revolución nació el 70% de los 11,1 millones de cubanos, resistió a 11 presidentes estadounidenses, la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, la crisis de los misiles en 1962, el embargo norteamericano y las penurias de la crisis del "periodo especial" en que se sumió Cuba a comienzos de los años 1990 tras la debacle de la Unión Soviética.

Declarada socialista en 1961, la revolución puso fin a la dictadura de Fulgencio Batista, nacionalizó propiedades, hizo una reforma agraria -el 8% de los propietarios poseía más del 70% de las tierras-, llevó salud a los rincones apartados de la isla y erradicó el analfabetismo, que alcanzaba 40% en 1959.

Cuba cuenta actualmente con índices de salud de primer mundo, mortalidad infantil de 4,2 por 1.000 nacidos vivos -similar a la de Canadá y mejor que Estados Unidos-, una esperanza de vida de 78 años en los hombres y 80 años las mujeres, y hallazgos científicos.

El sistema educativo tiene una cobertura de 100% y es obligatorio hasta noveno grado.

La revolución de Fidel Castro puso la cultura al alcance popular y desarrolló el deporte, logrando títulos mundiales; aunque muchas de sus estrellas desertaron y se afincaron en el extranjero.

Fidel llevó a Cuba a la palestra mundial. Fue santuario de la izquierda latinoamericana, sostén de rebeliones contra cruentos regímenes apoyados por Washington, promotora del nacionalismo frente a la hegemonía de Estados Unidos, y gestora de misiones de médicos que asistieron a damnificados de desastres naturales y a poblaciones pobres.

Voces críticas

Los detractores de Fidel Castro le reprochan un régimen totalitario, de prohibiciones y control policial sobre la población, educación adoctrinadora, y de falta de libertades.

En el plano político: represión a la disidencia, intolerancia, falta de elecciones libres y un sistema político que no admite más que al Partido Comunista.

El gobierno llegó a tener, según la disidencia, a miles de personas tras las rejas en los años 1970 y a cientos en las últimas décadas. Raúl Castro excarceló a más de 130 entre 2010 y 2011.

Intelectuales, artistas y compañeros de armas que discreparon con el rumbo del sistema político partieron o se vieron forzados al exilio, muchos acusados de "traición" o de atentar contra la revolución, por lo que pasaron largos años en prisión. Desde 1959, la isla ha vivido una dolorosa diáspora de más de 1,5 millones de cubanos. El gobierno acusa al embargo impuesto por Estados Unidos en 1962 por las penurias y escasez que sufre la población, pero también hay causas propias del modelo cubano, en el que el Estado ha tenido el control de casi toda la actividad económica.

La alimentación y el déficit de vivienda centran los problemas de la vida diaria. Aunque los cubanos tienen una canasta básica subsidiada, es insuficiente y deben comprar muchos alimentos en tiendas, pagando mucho más caro. Según datos oficiales, las familias emplean 80% de sus ingresos en alimentos. En ese balance, Raúl Castro, a quien su hermano Fidel cedió el mando cuando enfermó en 2006, encara el reto de mantener las conquistas sociales pero corregir los errores con un paquete de reformas de apertura aprobado en 2011 por el Partido para, según advirtió, evitar el derrumbe de la revolución.

¿Y ahora qué?

¿Qué va a pasar en Cuba con la muerte de Fidel Castro? . "Grandes funerales", ironizaban a veces los cubanos de la calle al minimizar el impacto que tendría en la isla la desaparición del padre de la revolución cubana.

"Los cubanos ya enterraron hace tiempo a Fidel", dijo a la AFP un diplomático occidental que vivió varios años en Cuba. "Ellos tienen la cabeza puesta en el futuro, para muchos no es más que un glorioso recuerdo", agregó bajo condición de anonimato.

"Con la muerte de Fidel, la situación política y económica probablemente se abrirá. Le quitará un peso a Raúl. El no tendrá que preocuparse más por las contradicciones con su hermano mayor, una personalidad avasalladora", dijo a Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, un centro de estudios estadounidense.

Desde su grave enfermedad en 2006, su imagen se modificó y cambió su legendario uniforme verde olivo por ropa deportiva.

La figura paternal del "comandante en jefe", tan respetada como temida, permaneció omnipresente, aunque toda su vida Fidel Castro cuidadosamente evitó el culto a la personalidad al estilo estalinista.

En Cuba no hay estatuas suyas ni grandes retratos en las calles, pero los muros están cubiertos de sus consignas y la prensa oficial cita cotidianamente sus frases grandilocuentes.

El 70% de los cubanos nunca conoció a otro líder que el que ellos siempre han llamado simplemente Fidel, "el comandante", "el jefe" o incluso "quien tú sabes". En conversaciones, los más prudentes lo aludían con una simple caricia en el mentón, simulando una barba, y bajando la voz...

"La inmensa mayoría de los cubanos conserva un vínculo personal con Fidel. Tanto quienes lo apoyaban, totalmente o con discrepancias, como aquellos que veían en él la causa de todos los males de Cuba", dijo el politólogo cubano Rafael Hernández, director de la revista Temas. "Yo no soy comunista, soy fidelista", expresaban a menudo los cubanos que se aventuraban a hablar de política con extranjeros. "La expectativa de cambio va a crecer entre la mayoría de los cubanos. La muerte de Fidel muy ciertamente abrirá la puerta a mayores conflictos y confrontaciones entre quienes ejercen el poder. Se habrá ido el supremo árbitro de todos los conflictos en Cuba. Raúl tendrá más, mucho más espacio, pero también lo tendrán sus adversarios políticos", estimó Michael Shifter.

Arturo López Levy, especialista en asuntos cubanos del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York, fue más prudente. "Después de la muerte de Fidel Castro, ganarán ímpetu la reforma orientada al mercado y la erradicación de las políticas comunistas más impracticables. Sin el carisma de Fidel, las disposiciones del Partido Comunista descansarán en los resultados económicos", dijo a la AFP.

Pero "el impacto sobre el ritmo y la naturaleza de las reformas de Raúl será limitado. Raúl ya tiene la última palabra en la aplicación de su agenda de reformas. El no necesita probar su legitimidad", añadió López Levy. "Lo post-Fidel comenzó en 2006, lo que cuenta en adelante es lo post-Raúl", aseguró el diplomático occidental.

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