¿Qué universidad pública queremos?
Una reflexión ante los recortes presupuestarios a los que viene siendo sometida la Universidad Pública
En estos días de cálida brisa, unos datos estadísticos me sacaron del sopor que me invade. Es el informe de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras. Y dicen así algunos fragmentos del mismo:
"El alumnado sigue bajando en las universidades españolas, especialmente en las públicas, que desde el curso 2011/2012 han perdido más de 101.000 estudiantes, según los datos del avance estadístico del curso 2015-16 publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte el pasado mes de agosto". Y para que te lo creas más continúa:
"De forma paralela las universidades privadas y de la iglesia católica han ganado terreno respecto a las públicas en el número de alumnos y alumnas matriculados. Según los datos provisionales del MECD, el crecimiento es muy significativo en el caso de los másteres oficiales, estas entidades han incrementado su cuota de mercado hasta alcanzar un 31,6%, esto es, 114.198 estudiantes matriculados en las universidades públicas frente a 52.710 que lo hicieron en las privadas en el curso 2015/2016...".
"El aumento de las tasas y la disminución de las becas y ayudas, además del endurecimiento para acceder a estas, ha provocado que muchos jóvenes hayan renunciado a iniciar estudios universitarios o los hayan abandonado por no tener capacidad económica para hacer frente al precio de las matrículas...".
Dejo el enlace para los que deseen conocer más detalles y datos estadísticos sobre el tema abordado:
Es obvio que el presupuesto para las universidades ha descendido en muchos millones, lo cual ha tenido y tiene sus consecuencias para los empleos en las mismas, para los alumnos, las becas y ayudas, etc. También para el incremento de tasas y con ello obligar a los estudiantes a entrar en el sistema de préstamos bancarios. Todo esto huele a políticas privatizadoras inmisericordes que muchas veces se tornan imposibles de costear por parte de los estudiantes y sus familias, sea para cualquiera de las titulaciones.
La verdad es que no soy una experta en estos temas, pero he sido estudiante y sé lo que cuesta a todos aquellos que nos han ayudado, y a nosotros mismos. Además, en mi casa de Salamanca, hace algunos años ya, en ciertas épocas hemos acogido a algunos estudiantes o apoyado desde la distancia. Poca cosa, pero sabemos de qué se trata.
Conocemos que en Castilla y León la situación no es diferente, por eso hoy volvemos a tomar conciencia de este asunto, ya que nuestro hijo tiene que cursar el Máster que se dice que no es obligatorio, pero sabemos que es absolutamente necesario para reforzar la reducción que ha sufrido la carrera de Derecho de cinco a cuatro años, debido al Plan Bolonia. Damos gracias a Dios que, si bien dicho Máster tiene un coste bastante considerable, no nos encontramos en la situación de las familias de otras comunidades donde las matrículas son aún más elevadas, aunque existen otras, como Andalucía, que son más económicas. Todos tenemos que hacer sacrificios pero algunos más que otros. Y menos mal que no tendremos que enviar al estudiante fuera de nuestra Comunidad por los mayores gastos que eso generaría. Habría que pensárselo.
No queremos que nos regalen nada solo que no nos lo pongan más difícil y se continúe manteniendo la posibilidad de acceder a la educación pública universitaria. Sabemos bien que la educación es la mejor inversión para el desarrollo y el futuro de un país. Y la única herencia material que podemos dejar a nuestros hijos. No la propiciemos sólo para algunos.
Jacqueline Alencar