El 56% de los médicos de Atención Primaria desconocen que hay vacuna para su veneno
Cuando los individuos tienen un buen estado general de salud y no son alérgicos al veneno de los himenópteros pueden soportar bastante bien hasta 25 picaduras. Los efectos tóxicos aparecen a partir de las 50 picaduras y la dosis letal para un niño es de entorno al centenar y hasta quinientas puede soportar un adulto. Estos efectos tóxicos pueden afectar a la piel, músculos, riñón, hígado, sistema nervioso y producir alteraciones de la coagulación y ruptura de los glóbulos rojos.
Pero si son alérgicos, una simple picadura basta para provocar un cuadro general con ronchas o habones, dificultad para respirar, mareo? Estos síntomas, con afectación de diferentes órganos del cuerpo, son una reacción anafiláctica o anafilaxia. La rapidez a la hora de administrar el tratamiento adecuado marcará su eficacia. Y puede llegar a ser tan grave como para ocasionar incluso la muerte. Hasta hace poco, los pacientes alérgicos solo podían intentar evitar nuevas picaduras porque después de una reacción generalizada, la posibilidad de presentar otra nueva, similar o más grave, en el futuro es de entre el 50% al 60% en adultos y del 10% en niños, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.
En estos meses cálidos, los insectos están más activos y las personas hacen más vida al aire libre. En general, la picadura de una avispa o abeja ocasiona reacciones locales como picor, enrojecimiento e inflamación pero circunscritas a la zona donde ha picado. Cuando sus efectos superan un diámetro de diez centímetros, «la reacción alérgica es patológica». En torno al 3% de las personas es alérgica al veneno de los himenópteros; supone alrededor de 74.850 personas en Castilla y León. Pese a ello, y a que la vacuna consigue de los más altos resultados de las terapias de inmunización, es una gran desconocida.
Una tercera parte de los pacientes no acude al alergólogo y ello pese a que el 60% de las personas que han sufrido una reacción alérgica generalizada sufrirá otra igual o más grave si les vuelven a picar. «A pesar de que la vacunación con extractos purificados de veneno de abeja o avispa tiene tasas de eficacia realmente altas, de alrededor del 90%, el 56% de los profesionales médicos de Atención Primaria desconocen este tipo de tratamientos (según datos de una reciente encuesta). Con estas vacunas el paciente es curado de su alergia, pero además estos efectos conseguidos se mantienen por un mínimo de siete años tras haber interrumpido el tratamiento», explica la doctora Alicia Armentia, jefa del servicio de Alergología e Inmunología Clínica del Hospital Río Hortega de Valladolid.
«Una vez completado el tratamiento, más del 90% de los pacientes vacunados contra la alergia al veneno de himenópteros no vuelven a sufrir una reacción alérgica, o al menos no es una reacción que ponga en peligro la vida», insiste esta especialista.
Tratamiento urgente
Durante el año 2014, el Comité de Alergia a Himenópteros realizó una encuesta a los socios de la la sociedad científica de la especialidad sobre la prescripción de inmunoterapia con veneno de himenópteros en diferentes centros hospitalarios españoles.
En ella, participaron 103 alergólogos de dieciséis comunidades y se recogieron datos de 4.144 inmunoterapias. En total, el veneno más implicado fue el de abeja (36%) seguido de Polistes (32%) y Vespula (28%). Los datos mostraron la relevancia de la avispa tipo Polistes, conocida comúnmente como 'avispa papelera' como causa de reacciones alérgicas. «Los pacientes con antecedentes de reacción alérgica generalizada grave por veneno de himenópteros, o por otras causas, deberían ser instruidos en la autoadministración de adrenalina, el tratamiento de emergencia de la reacción anafiláctica», añaden los alergólogos.
Según la Guía Galaxia, que es, según explica la doctora Armentia, la primera de consenso sobre el tratamiento de la anafilaxia, la primera elección de tratamiento para esta reacción alérgica sistémica, que afecta a todo el organismo, «debe ser la adrenalina intramuscular, por su rapidez de acción y su capacidad para prevenir el broncoespasmo y el colapso cardiovascular». A pesar de ello, según la citada encuesta realizada con 912 médicos de centros de salud, la adrenalina intramuscular es la terapia menos utilizada, por debajo de adrenalina subcutánea, corticoides y antihistamínicos. La encuesta también revela que que a las consultas de los centros de salud llegan 3,1 pacientes de media por médico para consultar una reacción en todo el organismo.
«Dada la naturaleza de la reacción anafiláctica y la carencia de formación médica de la mayoría de estos pacientes alérgicos, se hace necesario disponer de una manera fácil y segura de administrar la adrenalina intramuscular, como son los autoinyectores», destacan las mismas fuentes. Sin embargo, según esta encuesta solo la mitad de los médicos de Primaria recomiendan su uso a todos sus pacientes con alergia a abejas o avispas y que han sufrido una reacción sistémica previa, explica Armentia.
Siguiendo las recomendaciones de la Guía Galaxia, el doctor Carlos Sánchez Salguero del Hospital de Puerto Real, inició una campaña en www.change.org, para solicitar la existencia de dos autoinyectores de adrenalina en cada centro educativo, para asegurar el tratamiento de posibles reacciones anafilácticas de niños en la escuela.
Los venenos de los himenópteros son una mezcla de diferentes sustancias; entre ellas, aminas vasoactivas, péptidos y proteínas. Las aminas vasoactivas son las responsables de la reacción inflamatoria local normal que produce dolor, vasodilatación y aumento de la permeabilidad vascular; lo que facilita la absorción de proteínas y la distribución del veneno por todo el cuerpo de la víctima. En cuanto a los péptidos y proteínas tienen poder de destrucción celular. El veneno de abeja provoca la liberación de corticoides y adrenalina, lo que podría explicar su utilidad en el tratamiento de ciertas enfermedades reumáticas.
Tanto las abejas como las avispas pican solamente como defensa de ellas mismas o de sus nidos. La mayoría de las picaduras se producen entre los meses de mayo y septiembre; pero son julio y agosto, los meses con mayor incidencia de picaduras debido a las altas temperaturas que ponen en gran actividad a estos insectos. Cuando una avispa pica libera una feromona que incita a otros miembros de la colonia a picar por lo que es aconsejable, en caso de picadura, alejarse lo más pronto posible del área del accidente para evitar un ataque masivo.
Fuente El Norte de Castilla