La carrera 'Save the children', la Operación Bocata Solidario, una exposición de diferentes ONG, mesas redondas y conferencias, algunas de las propuestas (GALERÍA DE FOTOS)
Fiel a su espíritu entregado a construir desde la enseñanza una sociedad mejor, el IES Mateo Hernández organiza su Semana de la Solidaridad del 22 al 26 de febrero con actos que van desde el visionado de la película "Camino a la escuela", a la participación en la carrera SAVE THE CHILDREN pasando por actividades como el Bocata Solidario organizado por Manos Unidas, una exposición de diferentes ONG así como mesas redondas y conferencias.
Dirigido todo a la totalidad de los alumnos del centro, la Semana Solidaria, ha contado el martes 23 con una exposición de once organizaciones que han convertido los pasillos del Mateo Hernández en una muestra de todo lo que pueden hacer los pequeños gestos voluntarios. Cruz Roja, Pyfamo, la Fundación Luna, Feafes, Parkinson Salamanca, Cáritas, Manos Unidas, Asprodes, Aviva, Salamanca Acoge y Médicos sin Fronteras así como la Red de Voluntariado Social, han mostrado a los alumnos su trabajo, sus objetivos y su día a día, relatado después en primera persona en una Mesa Redonda con los alumnos de Bachillerato bajo el título YO SOY VOLUNTARIO ¿Y TÚ QUÉ?
Respuesta a una situación social injusta, el voluntariado no solo hace su trabajo sino que tiene la obligación de mostrar a esa sociedad en qué consiste el regalo de su tiempo y de su esfuerzo. Por ello, los organizadores de la Semana, Miguel Ángel Rodríguez y Juan Carlos López Encinas, han invitado a ofrecer a los alumnos, según palabras de este último, profesor de filosofía Un discurso diferente que no tenga esta carga de violencia a la que estamos acostumbrados. Por eso ante un público atento, los diferentes voluntarios han relatado en primera persona sus motivaciones y experiencias. Rebeca, de la Cruz Roja, anima a los alumnos a participar en la entrega de su tiempo a cambio de una satisfacción personal en la que coinciden todos los miembros de la mesa. Mesa en la que se encuentra también el representante de la Agencia Municipal del Voluntariado, que abogó por una clara normativa acerca de este trabajo que debe apoyarse desde las administraciones y que ocupa a unos 7500 salmantinos en todo tipo de labores de voluntariado. Para Tatiana, que realiza sus prácticas laborales en Cáritas con personas sin hogar, lo importante es que quienes nada tienen se sientan escuchados y alguien le dé sentido al sentido que ha perdido la vida de aquel que vive en la calle. Su intervención, emocionada y sentida, mostró a los alumnos del Mateo Hernández la necesidad de dar de corazón, como hacen Patri y Álvaro, que, tocados por la lotería del cáncer, entraron a trabajar en la Asociación Española contra el Cáncer y realizan su voluntariado desde la prevención, la divulgación, la recaudación de fondos y, sobre todo, el apoyo personal al enfermo.
La idea de que hay un tipo de voluntariado que se adapta a cada uno de nosotros fue una constante a lo largo de la charla. Para Jesús, todo empezó leyendo un cartel en el que se necesitaban voluntarios para el Comedor de los Pobres. Su trabajo, con el de 100 voluntarios, consiste en ayudar a familias sin recursos y dar de comer a quienes por la crisis lo han perdido casi todo. Participar en la vida y no quedársela mirando es el mensaje de Ángela, quien animó a los alumnos a involucrarse, a sentir que el voluntariado es una actitud que se toma en la vida. La misma actitud apasionada de Jesús, miembro de la ONG Fundación Luna, entregado a la defensa de los animales. Para Teresa, compañera del centro y voluntaria cuando según ella no existía esa palabra, la experiencia es gratificante, necesaria y como la de Clara, representante de Ascol, dura por lo que tiene de relación con la enfermedad y el día a día de cuidadores y enfermos. Experiencias todas ellas llenas de entrega, de alegría, de trabajo y sobre todo, de una forma de ser basada en la solidaridad y el deseo de cambio. Por eso, desde los centros educativos, se enseña a los alumnos una nueva forma de aprendizaje, aprender a ser personas implicadas, solidarias y dispuestas a realizar esas pequeñas cosas pequeñas que, según Eduardo Galeano, pueden, sencillamente, cambiar el mundo.