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"León Felipe es capaz de sacudirnos y sacarnos con su palabra del entumecimiento colectivo en el...
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ISABEL GONZÁLEZ GIL, POETA SALMANTINA

"León Felipe es capaz de sacudirnos y sacarnos con su palabra del entumecimiento colectivo en el...

Actualizado 15/11/2015
Redacción

"La poesía nos abre a lo real", afirma la escritora nacida en Salamanca, participante del XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos

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Entrevistamos a Isabel González Gil (Salamanca, 1982) es doctora en Estudios interculturales y literarios por la Universidad Complutense de Madrid. Hasta hace pocas semanas residía en Grenoble y ahora acaba de instalarse en Madrid. Ha publicado algunos poemas y artículos en revistas, pero la mayor parte de su obra es inédita. También escribe con el seudónimo de Isabela Grave. Por su libro 'Piedra de Tarsis' quedó entre los veinte finalistas del II Premio Internacional de Poesía 'Pilar Fernández Labrador' 2015, fallado en Salamanca.

Su libro 'Piedra de Tarsis' la trajo de vuelta, ya como poeta reconocida, a su ciudad de origen. ¿Qué emociones le ha generado esta visita?

Han sido unos días muy felices, aunque pasaron demasiado rápido. Lo que he sentido es una mezcla de familiaridad y extrañeza, ya que llevo seis años viviendo fuera de España, y catorce fuera de Salamanca, aunque vengo muy a menudo. Esta vez, el ver Salamanca con los ojos de tantos poetas venidos de países lejanos, me ha permitido apreciar aún más si cabe nuestra ciudad dorada.

Ha sido una de las invitadas del XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, ¿cuál el balance general que hace del mismo?

[Img #480449]El Encuentro de Poetas Iberoamericanos me ha sorprendido muy gratamente. Por un lado, el ingente trabajo de organización de Alfredo P. Alencart, que nos ha permitido disfrutar de unos días fabulosos y escuchar voces de lugares remotos. Es raro encontrar a alguien que se implique tanto en lo que hace y que "cuide" tanto a los demás, aunque no los conozca personalmente. Y, por otro, que los asistentes nos entendimos asombrosamente bien para el poco tiempo que estuvimos juntos. Un verdadero descanso del mundanal ruido.

¿Y desde el plano personal? ¿Le ha resultado satisfactorio?

Conocer a otros poetas siempre me resulta satisfactorio. En mi vida diaria actual, la poesía ocupa un lugar fundamentalmente privado, son raros los amigos o las personas con las que puedo compartir este espacio de pensamiento. Y supongo que es algo en parte voluntario, me lo reservo para mí. Pero cuando estoy con otros poetas siempre disfruto y observo con curiosidad a esas criaturas extrañísimas que comparten la misma pasión que yo.

¿Qué nos dice de León Felipe y de Juan Ruiz Peña, los homenajeados?

León Felipe fue uno de los mejores poetas en lengua castellana, además de alguien profundamente humano, vivo, ardiente, capaz de sacudirnos y sacarnos con su palabra del entumecimiento colectivo en el que vivimos. Un escritor singularísimo, cuyo estilo subsume a quien lo lee. Con León Felipe pasa como con Lorca o como con Borges, el escritor se encuentra en inminente riesgo de plagio.

A Juan Ruiz Peña no lo conocía hasta que me hablaron del encuentro y pude leerle. Me parece un gran poeta que ha dejado una profunda huella creativa y humana en cuantos le conocieron.

¿Cuáles han sido hasta ahora sus poetas esenciales, sus referencias?

Pregunta complicada. Hay poetas que me hicieron poeta, con los que comencé a escribir, como Lorca, Cernuda o Mallarmé. Otros que he conocido después y a los que profeso mi absoluta admiración, como Emily Dickinson o Paul Celan. Sin embargo, confieso que me resulta más difícil "asimilar" a un poeta que escribe en otra lengua, aunque conozcas el idioma nunca se llega a aprehender del todo su ritmo, sus silencios, etc. A veces lo que llega compensa lo que se pierde en el camino: mi libro de cabecera es una antología de poesía sufí. En la poesía en lengua española he ido bebiendo de aquí y allá de manera un tanto anárquica. Me atraen especialmente los poetas de la imaginación como Juan Eduardo Cirlot, Pedro Casariego, Vicente Huidobro.

Luego están los contemporáneos, los amigos. Es muy importante, porque aunque a veces nos escuchemos o [Img #480446]leamos menos de los que deberíamos, es lo que nos hace conectar con la creación poética como algo vivo, imperfecto, no acabado. Hay poetas vivos que no conozco pero admiro: Vicente Valero, Arcadio Pardo. Otros conocidos como Álvaro Galán Castro, que es un poeta malagueño extraordinario; Francisco J. Ávila, que fue profesor mío: un poeta con un don increíble; o Eliana Dukelsky, que es principalmente aforista. Gente de mi entorno a la que conozco menos pero que me interesan mucho, como Esperanza López Parada o Ana Gorría, y tantos otros. También hay escritores y pensadores que me han marcado mucho y que no son solo ipoetas, como mi maestro Ángel García Galiano (novelista), y a través de la lectura Chesterton o Hermann Broch. Me sucede a menudo que admiro escritores y pensadores de fundamentos opuestos, lo que me hace tener muchas discusiones interiores confrontándolos y/o tratando de armonizarlos.

Su poesía tiene anclaje en el amor, el tiempo, las ciudades? ¿Podría hablarnos de las vertientes de su obra poética y de cuál es la temática que más le motiva en su escritura.

Todos esos temas (tiempo, amor, ciudades), creo que giran en torno a la identidad. Son maneras diversas de responder al yo entre interrogantes, difuminarlo. Pues el yo, en definitiva, es un nadie, se confunde con lo otro, con el mundo, aunque solo en unos pocos ratos lo experimentemos, cuando nos rebelamos o nos ausentamos de la inercia del día a día y del deber-deber. La poesía nos abre a lo real. Como decía Rubén Darío, somos un universo de universos.

¿Qué está escribiendo ahora?

Cuando termino de dar sentido a un grupo de poemas y conformar "un libro", durante bastante tiempo vago sin rumbo, escribiendo hasta encontrar esa idea matriz que, en cierta forma, ya estaba en ellos o en muchos de ellos.

No siento presión por hacerlo, ya que la mayor parte de lo que he escrito está inédito y todavía tengo por delante buscarle editor. Hay largos periodos de tiempo en los que no escribo, sobre todo cuando estoy investigando o estudiando, y de repente se produce una falla, una fractura en mi vida y me devuelve a la necesidad de la palabra.

Me interesa mucho desde dónde se escribe, encontrar esa forma esencial al libro, pues supone entrar en una nueva zona de la escritura, pero también descubrir una nueva parcela de realidad, un modo distinto de entender lo que nos rodea, de que lo que nos rodea se nos presente. Para mí esto es más importante que el "tema" de los poemas o las palabras exactas que aparecen (aunque a veces una palabra sola basta para expresar/destilar esta forma).

Háblenos sobre su trabajo académico, de la especialidad en que se doctoró.

Yo estudié la carrera de Teoría de la literatura y literatura comparada, una de las mejores decisiones que he tomado nunca, ya que encontré en el mundo un hueco para poder trabajar en lo que me gustaba. Me doctoré en diciembre del año pasado, con una tesis que se titula "Estética y poética de la contemplación en Valle-Inclán: La lámpara maravillosa" y que estudia uno de las aspectos menos conocidos de la obra de Valle, su teoría del quietismo estético. Un tema fascinante, aunque ciertamente muy complejo porque tuve que investigar mucho, no solo sobre Valle o la estética modernista, sino sobre asuntos de lo más diverso y variopinto: teosofía, mística, magia, neoplatonismo? y un largo etc.

Sin embargo, paralelamente he escrito artículos sobre otros temas y autores que me interesaban, como Aníbal Núñez, quizá el mejor poeta salmantino de la segunda mitad del siglo XX. Es una manera distinta, muy especial, de conocer una obra poética: al trabajarla tanto se establece una relación distinta con ella, mucho más íntima.

Finalmente, díganos ¿por qué escribe poesía?

Cuantos más problemas tengo en la vida diaria, más me doy cuenta de que el hombre, todo hombre, necesita algo que le permita ser, estar presente, crear realidad, pues es la única manera de comprenderla, ya sea mediante la poesía o cualquier otra actividad que le implique vitalmente, no solo las artes con mayúscula: puede ser cuidar el jardín o pintar un mueble, o mirar un tornillo (como en Rayuela) si se mira bien. Porque si no, el mundo que hemos creado nos roba la vida verdadera, el tiempo auténtico en el que somos, en el que estamos presentes.

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Entrevista de Mauricio Cifuentes (estudiante de doctorado de la Universidad de Salamanca)

Fotografías de Jacqueline Alencar y José Manuel Ubé

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