Vecinos del pueblo interpretan este acto histórico del que se cumplirán 100 años el próximo mes de marzo
El pasado sábado los vecinos de Navarredonda de la Rinconada, en voz de las nuevas generaciones, revivieron uno de los hechos históricos que ha marcado la historia de la localidad y que ha traspasado las generaciones como un evento que forma parte de las propias raíces.
Jóvenes y adultos de la localidad calera interpretaron en la noche de este sábado el 'Pleito de las Quilamas', una coplilla popular que arraiga en los hechos acaecidos a principios del siglo XX, cuando los vecinos del municipio rindieron cuentas en juicio público con sus vecinos comarcales, San Miguel de Valero, Valero, La Bastida y Cilleros de la Bastida por la posesión de las tierras de labor de esta parte de la Sierra.
El conocido como 'Juicio de las Quilamas', ganado en 1916 por los vecinos de Navarredonda supone un antes y un después en la historia local, fijando las lindes municipales por unas tierras de labor hoy día abandonadas pero que aún mueven al orgullo de los habitantes de la zona.
Actores y actrices realizaron un recorrido por las calles del pueblo interpretando el acto, con salida desde la Plaza Mayor y final de recorrido en el Almacén de las Fresas, donde se representó el juicio, al que fueron llamando a testigos por supuesto, como acto judicial que se precie.
Por cierto, cien años después, volvió a ganar Navarredonda de la Rinconada. Nadie esperaba lo contrario, por supuesto.
Una lucha por la supervivencia
El próximo mes de marzo su cumplen 100 años del pleito de la Quilama, un proceso continuado a lo largo del tiempo que culminó con la publicación de la sentencia el 13 de marzo de 1916.
Es un rasgo característico de la España rural hasta principios del siglo XX la escasa movilidad y un gran apego a la tierra de nacimiento. Apenas existía emigración del campo a la ciudad, viviendo los primeros casi en su totalidad de la agricultura y la ganadería. Navarredonda de la Rinconada no fue ajeno a este fenómeno histórico. El pueblo, que en el año 1900 tenía 709 habitantes, vivía en un estado de extremada pobreza, agudizada por frecuentes guerras y epidemias.
A lo largo del siglo XVIII las ideas de los ilustrados consideraban que el nivel de vida en España se podría mejorar con el impulso de la agricultura y el aumento de la población, principalmente en el campo, contribuyendo al mismo tiempo en el saneamiento de la Hacienda Pública. La actuación de la dinastía de los Borbones, instaurada en España con Felipe V, en relación con los baldíos, está en consonancia con los criterios anunciados por los ilustrados.
La legislación en esta época borbónica se confirió a la creada Junta de los Baldíos, con el fin de llevar adelante la reforma. El concejo de la ciudad de Salamanca, apoyándose en la normativa vigente intentó controlar sus baldíos para su mayor y mejor control de los mismos.
A los pueblos se les asignaban desde la ciudad 'terrenos baldíos' (tierras realengas que no se cultivan y de escaso rendimiento) para su explotación en la doble vertiente agrícola-ganadera con el fin de paliar el hambre de sus vecinos. La asignación de los terrenos se hacía de una forma temporal por anualidad o cada tres años.
La aportación de los baldíos a los pueblos a veces se traducía en un malestar entre los pueblos, máxime si tenemos en cuenta que las limitaciones no eran concretas, como es el caso de Navarredonda de la Rinconada, que concluyó con el famoso pleito de las Quilamas.
La lucha por la popularización de los baldíos había sido larga. Además tuvo que pasar un tiempo hasta que la legislación viese la luz y se pudiese iniciar el proceso de división y adjudicación de los terrenos. La legislación se publica a finales del siglo XVIII y la ejecución de los repartos se materializó a principios del XIX. La distribución de los terrenos baldíos de la Sierra Mayor (Quilamas) fue encomendada al Gobierno Provincial, que la adjudicó directamente a los diferentes concejos, a través de ley de foro perpetuo. Los concejos fijaron cantidades concretas, en algunos casos de forma global; en Navarredonda 300 reales de vellón, en octubre de 1780 mientras en otros lo hicieron por fanegas, caso de San Miguel de Valero y Valero, un real de vellón por fanega.
La distribución se autorizó mediante Real Resolución con fecha 22 de mayo de 1799, enviada al gobernador provincial para llevarla adelante. El reparto organizado desde el gobierno político de la provincia se extendió a los siguientes pueblos, cuya cuantificación quedó de la siguiente manera:
A San Miguel de Valero y Valero: 1.230 huebras
A Cilleros de la Bastida y La Bastida: 1.483 huebras
A La Rinconada : 230 huebras
A Navarredonda de la Rinconada : 885 huebras
La lucha de los pueblos contra los sexmeros de la ciudad, contra los señores, el concejo de la ciudad y la corona por obtener la propiedad de los baldíos había hecho que los pueblos estuvieran unidos contra un enemigo común, "los de la ciudad", los dueños o los "amos" como los denominaban.
La forma de administrar y explotar estos baldíos, cuando los pueblos pudieron hacer uso de ellos, fue siempre democrática y también en mancomunación de varios pueblos. La ocupación y explotación de los baldíos significó una mejora de la situación económica y calidad de vida.
Con el paso del tiempo surgieron los problemas entre los pueblos y en lugar de solucionarlos se fue imponiendo el localismo. De esta forma llegó lo inevitable y los proindivisos y mancomunes comenzaron a deshacerse?
Raúl Mateos-ENTRESIERRASrd