En Salamanca ejerció responsabilidades docentes en Primaria y Secundaria y es recordado como un gran maestro, un sacerdote comprometido con sus compañeros y alumnos, así como un extraordinario deportista y carpintero
Le adoraban sus alumnos y le admiraban sus compañeros religiosos y docentes. Un sacerdote ejemplar, un buen maestro, una persona habilidosa en las manualidades, un excelente deportista, un hombre bueno. La comunidad agustiniana de Salamanca daba el último adiós este jueves al padre Honorio Rodríguez Blanco, quien falleció a los 83 años el miércoles día 2 en la residencia del Colegio san Agustín.
"El P. Honorio ha pertenecido en la Comunidad Religiosa del Colegio durante 40 años desempeñando una gran labor educativa tanto en Primaria como en Secundaria. Los que fueron sus alumnos, hoy ya antiguos escolares del Colegio San Agustín, siempre han manifestado un especial cariño hacia el P. Honorio", aseguran los agustinos en una nota informativa.
Honorio Rodríguez fue durante muchos años jefe de estudios de Primaria.
En el desván del colegio todavía permanece su improvisada carpintería, de la que salieron tantos aperos y objetos para sus escolares. El que fuera prior de los Agustinos hasta hace dos años, Jesús Torres, explicaba que el padre Honorio "ha sido un magnífico profesor de manualidades y un artista trabajando la madera y la marquetería. Muy admirado por sus trabajos y exposiciones. Seguro que muchos de sus alumnos aún conservan los bates, peonzas, cruces y cuadros que les hacía".
Torres le calificaba de "excelente pedagogo en la preparación la Primera Comunión de muchos niños y un extraordinario deportista". Hasta hace poco se le podía ver montado en bicicleta recorriendo los amplios campos y zonas deportivas del San Agustín. Sin perder la sonrisa.
Al padre Honorio se le quería mucho en este colegio, cuyas comunidades religiosa y educativa nunca le olvidarán.