Recuerdo a comienzos de los 90 la presentación de un proyecto que daría luz al Tormes. Era el Alcalde de entonces Jesús Málaga y el Concejal de Medio Ambiente, José María Francia, quienes hacían los honores. Era un proyecto muy apropiado para aquellos años. Cargaba sus objetivos sobre esas salmodias de "no vivir de espaldas al Tormes", "integrar los barrios trastormesinos", "hacer del río un espacio público de los salmantinos"? En fin la léxica liturgia de este río que se repite cada lustro.
Entre las obras que destacaban pudimos escuchar largas zonas de paseo, nuevas zonas verdes (una redundancia), incluso un auditorio al aire libre. Todas actuaciones con una alta carga hacia el uso por parte del ciudadano. La propuesta fue unívoca, es decir, en el único sentido de la propuesta cerrada y escrita hacia el salmantino. Entonces la participación ciudadana tenía otras palabras y otras herramientas que la definían, con resultados muy parecidos a los actuales.
Ahora 20 años después tenemos MÁS TORMES, una propuesta del siglo XXI en la búsqueda de objetivos afines. En esta ocasión es un proyecto que también se adapta al momento socio - ambiental. Integración social, cientos de huertos, educación a través de programas y centros de interpretación, más carril bici, conectividad entre barrios, nuevas tecnologías? una letra muy interesante sobre una melodía conocida.
Esta es una versión 2.0. Habrá consulta a los grupos de interés social, a partir de un proyecto ya diseñado pero abierto a mejoras. Una propuesta digna de ser financiada desde el Programa URBAN que llevará una maceración lenta. Una propuesta que ha de hacerse bajo el respeto a lo ya existente, actuando sobre un cauce vivo, donde los integrantes de ese paisaje ribereño no son mobiliario urbano que se puede eliminar y sustituir. La restauración de una ribera es una operación quirúrgica que requiere mucha templanza con el movimiento del bisturí. Actuar sobre un río puede tener consecuencias insospechadas, algo sé de ello.
Que conste que me gusta cómo suena el proyecto, como me gustó e impresionó aquel otro cuando tenía 20 años. El problema es que ahora tengo algunos más y la experiencia desalentadora de unos cuantos proyectos que durmieron en los cajones de un despacho. Al de los 90 es lo que le pasó. Pero si vemos la parte positiva, tenemos un Tormes mejor a día de hoy.
Salamanca es una ciudad que debe consagrase al río que le dio origen. Si vemos una imagen aérea de la ciudad, es la femoral verde que nos atraviesa por el sur. Todo lo que veamos en el reflejo de sus aguas es la síntesis de nuestra concepción de la ciudad. Bajen y miren al río, lo que flota, lo que se hunde, lo que lo perfila, lo que lo dibuja y lo que se dibuja. Somos la ciudad que vemos. Esta apuesta puede ser una nueva percepción de la ciudad a través de sus riberas. ¿Será?
La esperanza es verde?
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