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Un tema pendiente, la reforma de la Curia Vaticana
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Un tema pendiente, la reforma de la Curia Vaticana

Actualizado 13/02/2015
Xabier Picaza

Un tema pendiente, la reforma de la Curia Vaticana | Imagen 1

Todos los días nos habla la prensa de los gestos del Papa Francisco, tanto en un plano personal como social. Ellos son muy significativos pero, cerrados en sí mismos, no implican cambio alguno en el despliegue y estructura de la Iglesia.

Mucha más importancia tiene el tema de la reforma de la Curia, es decir, de la administración del Gobierno Eclesial Vaticano. Muchos piensan que ese "gobierno" es antiguo, y pertenece a las raíces de la iglesia, pero sólo tiene poco más de cuatro siglos, es cosa de ayer, es decir, de los años que siguieron al Concilio de Trento.

Varias veces he tratado en mi blog de la reforma de la Curia, un tema que sigue en el primer plano de la Iglesia Católica y que, al parecer, motivó la renuncia del Papa Benedicto XVI.

El Papa Francisco nombró una comisión de cardenales, con el encargo de estudiar el tema y preparar un cambio que podría (debería) ser el mayor de la Iglesia Católica después del Concilio de Trento (y quizá desde al reforma gregoriana del siglo XI). Se nos dice que la comisión sigue trabajando, y nosotros esperando.

Éste es un tema que muchos mantienen en silencio, dedicándose a contar simples anécdotas sobre las "salidas" del Papa, pero yo pienso que es preciso plantearlo en serio, de un modo radical, y así quiero hacerlo en los días que siguen.

A modo de introducción presentaré algo "de lo que hay", a partir de las reformas que vinieron tras el concilio de Trento, cuando se instituyó el organigrama "racional" de la Curia Vaticana. Si algo ha de quedar (y creo que quedará) del Papa Francisco es la reforma radical de la Curia. Que Dios le (nos) ayude.

(Imagen: Los cardenales que han de presentar el proyecto de reforma de la Curia)

Tras el concilio de Trento. Dos papas al servicio de la estructura de la Iglesia

Acabado el Concilio de Trento, la Iglesia Católica se organizó, desde su centro de Roma, cuidando de un modo especial su administración, su unidad y su doctrina. En este momento empiezan a introducirse en las parroquias y diócesis los "libros" de matrimonios y bautismos, de forma que se inicia, una era de racionalización burocrática de la sociedad, a través de la Iglesia. Al mismo tiempo se cuida la formación intelectual y moral (personal) de los sacerdotes, creando para ello "seminarios" adecuados, y vigilando de un modo consecuente el celibato del clero.

En ese contexto se inscriben las reformas del Papa Pío V y, sobre todo, la estructuración de la Curia Vaticana, como órgano de gobierno del papa, que realizó Sixto V.

Pío V (1566-1572)

fue el primer papa después del concilio. Pertenecía a la Orden de los Dominicos, y había sido profesor de teología y gran inquisidor, famoso por su autoridad y su firmeza. Volvió a proclamar la supremacía absoluta de la Sede Vaticano sobre el conjunto de la Iglesia y de la sociedad, en una bula titulada In Coena Dominio (1568), que debía leerse y se ha leído en las iglesias católicas en la celebración de la "Cena del Señor", del Jueves Santo, a lo largo de dos siglos. Pío V se propuso mantener no sólo la reforma de la fe, tal como está condensada en el Catecismo Tridentino, promulgado bajo su mandato (1566), sino que quiso superar también los "abusos" y singularidades litúrgicas, publicando un manual uniforme de oración clerical y monacal (Breviarium Romanum, 1568) y, sobre todo, un formulario litúrgico también unificado para la celebración eucarística (Missale Romanum, 1570). Ambos, breviario y misal, se han seguido utilizando, con ligeros cambios, hasta el Vaticano II.

Pio V promovió, sobre todo, la reforma del clero, insistiendo en la creación de seminarios para su formación. También quiso "moralizar" las costumbres de la sociedad, especialmente en Roma (prohibición de la blasfemia, expulsión de las prostitutas etc.). Entre sus documentos hay uno en el que prohíbe, bajo pena de excomunión, la fiesta de toros (De Salute Gregis Domini, 1567). De un modo lógico, consciente de su poder sobre la Iglesia de España, el rey Felipe II prohibió la difusión de esa bula, por lo que las fiestas de toros se siguieron celebrando.

Sixto V (1585-1590)

Pertenecía a la Orden Franciscana y se propuso racionalizar el gobierno de la Iglesia. Ciertamente, los papas habían tenido ya una buena organización, pero de tipo más bien "familiar", y, en los últimos tiempos, propensa al "nepotismo", es decir, al encumbramiento de sobrinos y parientes. Pues bien, siguiendo el modelo de los nuevos estados centralizados que estaban triunfando (Francia, España, Inglaterra), Sixto V creó la administración unificada de la curia romana (con la Bula Inmensa Aeterni Dei, 1588), una Curia se ha mantenido con pequeñas reformas hasta la actualidad. Éste es el preámbulo de su Bula:

"La infinita sabiduría de Dios eterno, ha puesto en su creación una maravillosa armonía como arquitecto de todas las cosas, dando a cada una su propio fin, y uniendo todas entre sí en manera que todas se sirven recíprocamente. Así también ha dividido los habitantes de la Jerusalén celestial en diversos órdenes, de los cuales los más elevados iluminan a los otros para comprender mejor la voluntad de Dios. El ha dividido también el cuerpo de la Jerusalén militante a imagen de la triunfante en diversos miembros con su jefe, unidos por medio del vínculo de la caridad, que se ayudan recíprocamente. El Romano Pontífice, que ha sido constituido cabeza visible del cuerpo de Jesucristo que es la Iglesia..., llama a sí a muchos colaboradores, ya sea los obispos... ya los cardenales, como miembros los más nobles y próximos al jefe, como los apóstoles con Jesucristo. Por tanto el Romano Pontífice, a ejemplo de Moisés, que por orden de Dios instituyó el senado de los 70 ancianos para que éstos junto con él se hicieran cargo del pueblo, divide el peso pontificio con los cardenales, siempre guiado por el pensamiento de que todos los que buscan refugio en la Santa Sede, tanto por piedad como para tutelar los propios derechos, para obtener favores, etc. lleguen seguros y puedan negociar más fácil y prontamente sus propios asuntos?» (Texto en http://www2.fiu.edu/~mirandas/immensa.htm).

Este ideario de fondo ha guiado la constitución de las 15 Congregaciones (Ministerios) del Estado Papal de la Iglesia, presididas por cardenales (9 para asuntos espirituales y 6 para asuntos temporales, mezcladas entre sí). Las Congregaciones debían reunirse cada semana para tratar de sus asuntos; y cada semana debía reunirse también el consistorio (formado por los cardenales presidentes de las congregaciones), formado así una especie de "consejo de ministros" de la Iglesia, siempre al servicio del Papa, que tenía por si mismo toda autoridad. De esa manera ayudaban al Pontífice en el gobierno de la Iglesia. Éste era el nombre y función de las 15 congregaciones:

Curia Vaticana, un gobierno con quince ministerios o congregaciones

1. Santa Inquisición

Había sido instituida por Pablo III (1542). La presidía directamente el Papa, y tenía la finalidad de mantener la fe. Vigilaba las herejías, iba en contra de los abusos en la administración de sacramentos, y se ocupaba de luchar en contra de los cisma y de los pecados en contra de la fe (apostasía, magia, adivinación...). Su finalidad ha sido y sigue siendo en la actualidad (a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe) la instancia suprema de la Iglesia como institución que mantiene la unidad y pureza de la fe y de la doctrina cristiana, en una línea dogmática.

2. Signatura Apostólica

Llamada también "Congregación de gracia". Estaba bajo la dirección del Papa. Actuaba como Tribunal Supremo y como "notaría apostólica" de la Iglesia. Preparaba los documentos (Breves apostólicos, Bulas?) que debían proponerse para la firma del Papa. Su poder se expresaba en un tipo de autoridad que proponía las directrices de la vida de la Iglesia.

3. Congregación del Consistorio

Se encargada de la fundación de nuevas diócesis, dependientes siempre de la Sede Central de Roma, que tenía el poder de dirigir el conjunto de la Cristiandad Católica. Preparaba asimismo la agenda secreta del Papa, funcionando también como una especie de corte de justicia a su servicio, para dirimir los conflictos de jurisdicción que pudieran surgir.

4. Congregación para asuntos económicos

Solía llamarse la "annona" (arca, almacén?) y estaba encargada de vigilar las cuentas económicas de la Santa Sede y de distribuir limosnas a los pobres. El Vaticano se convierte de esa forma en una institución con un fondo económico, que ha desembocado en la creación de una especie de Banco de la Iglesia, llamadlo IOR, Instituto para las Obras de Religión.

5. Congregación de ritos y ceremonias

Era quizá la más significativa después de la Inquisición, que mantenía la unidad de la fe, bajo una misma directriz dogmática. . Trataba de la canonización de los santos, de la preparación y corrección de los libros sagrados (pontifical, ritual, ceremonial, misales etc.) y organizaba todo lo relacionado con el culto. Tenía a su cargo la organización de la vida litúrgica, como expresión del Culto Cristiano, que debía celebrarse de un modo unitario en todo el mundo. Extendió al conjunto de la Iglesia los rituales romanos y fue, por ejemplo, la encargada de la supresión de los llamados "ritos chinos y malabares".

6. Congregación para la defensa del Estado Pontificio.

Se ocupaba del ejército del papa y especialmente de su flota, para limpiar la costa de piratas, defender a los peregrinos y garantizar de la seguridad pública. Tuvo una función básica hasta la disolución de los Estados Pontificios, el año 1870, cuando el Vaticano dejó de ser un Estado Político Nacional, en el sentido estricto de la palabra. Pero su función se mantiene de alguna manera a través de la Guardia Suiza, un tipo de policía vaticana al servicio de la seguridad de los Estados Pontificios.

7. Congregación del Índice de Libros prohibidos.

Instituida ya por Pío V en 1571. Sus miembros debían completar y actualizar el elenco de libros prohibidos, para defensa de la fe católica, con ayuda de algunas universidades católicas más significativas (Salamanca, Lovaina, París y Bolonia). Era una especie de expansión de la Congregación del Santo Oficio o inquisición, que no sólo condenaba a las personas (herejes) y a las doctrinas (herejías), sino a los mismos libros que transmitían doctrinas no aceptadas por la dogmática oficial del Vaticano. Ha seguido realizando sus funciones hasta que fue disuelta por al Papa Pablo VI, después del Concilio (1965), hace 50 años. Velaba por la pureza de la fe, más que por la libertad de las personas.

8. Congregación para la interpretación del Concilio (de Trento).

Sólo el Papa podría interpretar los decretos dogmáticos. Esta Congregación interpretaba los decretos disciplinares, teniendo que consultar con el Papa cada vez que lo hacía. El Concilio de Trento aparecía así como una asamblea de obispos que se sometían a la autoridad del Papa, que aparecía de hecho por encima del mismo Concilio. La autoridad papal era superior a la autoridad colegial de los obispos, de manera que el Papa decidía la forma en que se interpretaba el mismo Concilio.

9. Congregación para los agravios en los Estados Pontificios.

Recibía las quejas que los miembros del clero y los ciudadanos de los Estados Pontificios elevaban contra el funcionamiento del Estado. Era una especie Tribunal abierto a todos los miembros del los Estados Pontificios, en la línea de lo que se puede hoy llamar el "defensor del pueblo".

10. Congregación para la Universidad de Roma

En principio regulaba el funcionamiento de la Universidad de Roma, no sólo la universidad "civil", abierta a las diversas disciplinas del conocimiento, sino también la universidad teológica, que fue primero el Colegio Romano de los jesuitas, llamado pronto Univ. Gregoriana, por haber sido fundada bajo el patrocinio del Papa Gregorio XIII (1583). Pero pronto recibió el encargo de ocuparse de todas las universidades católicas, vigilando sobre su ortodoxia, especialmente en el campo de la teología y del derecho canónico.

11. Congregación de religiosos.

Regulaba las cuestiones relacionadas con las órdenes religiosas, dirigiendo su funcionamiento, el paso de los religiosos de unas órdenes a otras, la exclaustración etc. Los religiosos habían sido por principio unos "cristianos carismáticos", llevando un tipo de vida un poco al margen de las estructuras ordinarias de la iglesia (no son clérigos ni laicos?). Pues bien, desde este momento, ellos quedan bajo la administración del Vaticano, de un modo muy fuerte.

12. Congregación de los obispos.

Se ocupaba de todo lo relacionado con los obispos y demás "prelados" en el gobierno de las iglesias; proponía candidatos para visitadores apostólicos y para vicarios apostólicos, y se ocupaba de la inmunidad eclesiástica y de los bienes de la Iglesia. Los obispos habían tenido por siglos inmensa autonomía, de manera que cada uno era como un pequeño papa en su diócesis, en comunión con los otros obispos de su zona. Pues bien, de ahora en adelante, los obispos empiezan a concebirse como delegados del papa, sin casi autoridad propia.

13. Congregación de calles, puentes y aguas.

Se encargaba de las obras públicas del Estado Pontificio, actuando como un ministerio de fomento. Éste era un ministerio político/social, aunque estuviera bajo el organigrama sacral del papado.

14. Congregación para la Tipografía Vaticana.

Estaba encargada de imprimir sin errores los libros eclesiásticos, en especial las biblias en hebreo, griego y latín; publicaba los decretos pontificios y los documentos de los concilios ecuménicos y de los Santos Padre.

15. Congregación de la consulta.

Se ocupaba de resolver las dudas y conflictos, especialmente en causas civiles y criminales para los ciudadanos del Estado Pontificio.

Conclusión

De esa manera, con la ayuda de quince congregaciones o ministerios, la Curia Vaticana pudo racionalizarse, superando el peligro anterior del nepotismo y la improvisación, con un cuerpo de funcionarios estables. La iglesia romana con su Papa vino a convertirse de esa forma en un Estado Religioso bien establecido, con una burocracia eficiente, encargada de solucionar la mayor parte de los problemas de los católicos del mundo y del propio Estado Vaticano. Esa centralización administrativa resultaba necesaria, dentro de una visión absolutista de un papado, que debía resolver, de un modo directo, casi todos los aspectos de la vida de la iglesia.

Esta burocracia profesionalizada de la Curia hizo posible el surgimiento de una época de estabilidad para una iglesia que, libre ya de la tutela de los reyes bizantinos (siglos IV-VII) y de los carolingio-germanos (siglos IX-XV), pudo actuar con más independencia ante el resto de Europa y del mundo. De todas formas, por su misma falta de un ejército capaz de ganar grandes guerras, el Papa vino a quedar sometido, en otro plano, a las naciones católicas más significativas (España, Francia y Austria), que defendían sus propios intereses, tal como lo muestra claramente el derecho de veto que los reyes asumieron en el tema de las elecciones papales. El primero en ejercerlo fue Felipe II, rey de España, que a la muerte de Sixto V, en 1590, presentó por su embajador una lista de candidatos «vetados». Ciertamente los cardenales protestaron, lo mismo que otros reyes católicos, pero todos aceptaron al fin esa práctica, porque les convenía. De esa forma se vio que los papas no podían enfrentarse a los reyes, de quienes dependían y a cuyo servicio de algún modo se hallaban. De esa manera, en los dos siglos siguientes, hasta la Revolución Francesa de finales del XVIII, todos los papas siguieron estando bajo un tipo de control de los monarcas católicos.

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