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El corrupto y la corrupción
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El corrupto y la corrupción

Actualizado 23/11/2014
José Román Flecha

El día 23 de octubre el Papa Francisco recibió en audiencia a una delegación de la Asociación internacional de derecho penal. En su interesante discurso el Papa fue tocando diversos temas sobre el primado de la vida y la dignidad de la persona humana, y se detuvo también a considerar algunas formas de criminalidad que menoscaban gravemente la dignidad de la persona y el bien común.

En este contexto, dedicó un espacio relativamente amplio al delito de corrupción. No deja de llamar la atención que lo asociara al fenómeno natural del proceso de muerte: "cuando la vida muere hay corrupción".

Tras esa inquietante imagen introductoria, el Papa señala muy acertadamente siete características que distinguen al corrupto:

? "El corrupto atraviesa la vida con los atajos del oportunismo, con el aire de quien dice: 'No he sido yo', llegando a interiorizar la máscara de hombre honesto".

? "El corrupto no puede aceptar la crítica, descalifica a quien la hace, trata de disminuir cualquier autoridad moral que pueda ponerlo en tela de juicio, no valora a los demás y ataca con el insulto a quien piensa de modo diverso".

? "Si las relaciones de fuerza lo permiten, persigue a quien lo contradiga".

? "La corrupción se expresa en una atmósfera de triunfalismo, porque el corrupto se cree un vencedor. En ese ambiente se pavonea para rebajar a los demás".

? "El corrupto no conoce la fraternidad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad".

? "El corrupto no percibe su corrupción. Se da en cierto sentido lo que sucede con el mal aliento: difícilmente quien lo tiene se da cuenta de ello; son los demás quienes se dan cuenta y se lo deben decir".

? "Por tal motivo, difícilmente el corrupto podrá salir de su estado por remordimiento interior de la conciencia".

La descripción parecerá demasiado pesimista solo a quien no haya padecido los efectos de esta lacra. Después de presentar a la persona, el Papa describe en cinco puntos la enfermedad que le aqueja y que afecta a toda la sociedad:

? "La corrupción es un mal más grande que el pecado. Más que perdonado, este mal debe ser curado".

? "La corrupción se ha convertido en algo natural, hasta el punto de llegar a constituir un estado personal y social relacionado con la costumbre".

? La corrupción es "una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras, en los contratos públicos, en toda negociación que implique agentes del Estado".

? La corrupción "es la victoria de las apariencias sobre la realidad y de la desfachatez impúdica sobre la discreción respetable".

? "Sin embargo, el Señor no se cansa de llamar a la puerta de los corruptos. La corrupción nada puede contra la esperanza".

Esta última frase nos invita a levantar la vista y a soñar un mundo nuevo, basado en la fraternidad y la justicia, en la transparencia y la responsabilidad. Los creyentes no podemos resignarnos a este mal más grande que el pecado.

EL REY PASTOR

Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo A

23 de noviembre de 2014

"Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro?Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío". Ese es el comienzo y el fin de la primera lectura que hoy se proclama (Ez 34, 11.17). El profeta Ezequiel ha recriminado de parte de Dios a los malos pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos y se aprovechan del rebaño.

Por eso Dios promete arrebatar su rebaño de la mano de esos malos pastores y arrancar las ovejas de su boca. Y no sólo eso. Dios mismo promete cuidar de su rebaño y velar por él. Lo conducirá a los mejores pastos, buscará a la oveja perdida y sanará a las heridas y a las enfermas. A las fuertes y gordas las apacentará como es debido.

Esas palabras podían ser comprendidas fácilmente por quienes escuchaban al profeta. Tal vez muchos de ellos se alegrarían de esa intervención del mismo Dios en la situación de corrupción en que vivían. Pero el profeta sabe que Dios es silencioso y bondadoso, pero no es imparcial. El Pastor habrá de juzgar con justicia el comportamiento de unos y de otros.

EL JUICIO DEL SEÑOR

Al leer el evangelio que se proclama en esta fiesta de Cristo Rey (Mt 25,31-46) imaginamos sin duda el fresco del Juicio Final que Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina. Esa impresionante escena nos lleva a examinar nuestro comportamiento diario. Pero este texto es sobre toda una reflexión sobre Jesús, su identidad y su misión, como se ve por los títulos que se le atribuyen.

? Jesús es el Hijo del Hombre y el hijo del Padre, cuya bendición y maldición pronuncia como una sentencia definitiva en el momento decisivo de la historia.

? Jesús es el Pastor, que conoce con tal profundidad a sus ovejas y a sus cabras que puede separarlas justamente de acuerdo con la índole y la conducta que han observado.

? Jesús es el Rey y el Señor, que administra justicia de acuerdo con las acciones y las omisiones de los que deberían haberlo reconocido, acogido y socorrido durante su vida.

El texto sugiere todavía una reflexión inolvidable. El pueblo de Israel esperaba un Mesías que viniera a hacer justicia a sus gentes y a castigar a sus enemigos. Pero el texto evangélico anuncia que ante el Rey-Pastor se reunirán "todas las naciones". El juicio universal del Señor se pronuncia sobre los que se sienten elegidos por él, y también sobre aquellos que no lo conocen.

Y EL CRITERIO DEL JUICIO

Tras invitarnos a contemplar al Juez, el evangelio de hoy nos invita a volver la mirada a los que han de ser juzgados por él, a reflexionar sobre el criterio del juicio, y considerar el destino que les aguarda: a unos el Reino "preparado" para ellos, y a otros el fuego que no estaba en principio "preparado" para ellos.

? "Venid benditos de mi Padre? porque tuve hambre y me disteis de comer". Jesús había ya declarado una norma fundamental: "Quien a vosotros recibe a mí me recibe; y quien me recibe a mí, recibe a aquel que me envió" (Mt 10,40). El camino estaba claro. El juicio evidencia que algunos habían aceptado esa identificación de todo hombre con Jesús y con su Padre.

? "Apartaos de mí malditos? porque tuve hambre y no me disteis de comer". El diálogo se repite. El criterio de la justicia no es la aceptación de unas verdades de fe ni el número y fervor de unas oraciones. El juicio consiste en examinar si los juzgados han comprendido que todo servicio de amor a los "humildes" era un servicio prestado a Jesucristo, el "hermano" universal.

- Padre nuestro celestial, tú nos has preparado un Reino, como nos ha anunciado tu Hijo. Sólo nos pides que lo reconozcamos y ayudemos a él en los más frágiles y humildes de nuestros vecinos. Porque con ellos se ha identificado Jesús, tu Hijo y nuestro hermano, que vive y reina y nos espera por los siglos de los siglos. Amén.

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