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Cuando las barbas de tu presidente veas pelar...
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Cuando las barbas de tu presidente veas pelar...

Actualizado 14/11/2014
Luis Miguel Santos Unamuno

Disculpando por tener que abordar el monotema. Pero he de plegarme a estos menesteres prosaicos de hablar sobre Cataluña pues me veo en la obligación de advertirles de la que se avecina.

Tras el once del nueve y el nueve del once el gobierno se ha enterado de lo que vale un peine. Ya tuvo unos atisbos de ello cuando en sus narices y en las de la policía se quemaron fotografías del Rey y banderas españolas amén de todo tipo de apologías en voz alta de que se van a cometer delitos. Personalmente me siento solidario con ellos tras los años en que como director del instituto estaba encargado de la última ratio, como dijo el fiscal general, a la hora de aplicar las normas. Poco, muy poco, se puede hacer desde fuera, cuando el interesado no acepta tu autoridad y no dispones sino de una cachiporra de gomaespuma. Sólo se puede intentar convertirse en figura de referencia y esperar a la movilización de los compañeros afectados para conseguir que deje de ser algo interesante o motivador faltar al respeto al profesor, acogotar a otro alumno, romper por la tarde unas ventanas o provocar destrozos en las instalaciones. Es cierto que estos ejemplos son peccata minuta pero en general la sociedad actual no está para violencias ni enfrentamientos (la sombra de la Guerra Civil, demasiado cercana, es alargada). Y eso que la comparecencia de Rajoy el miércoles me hizo recordar aquella otra del Rey tan serio, vestido de uniforme, el 23F, oyes. Claro que después de eso hicieron salir del Congreso y guardias civiles fuertemente armados arrestaron a sus levantiscos compañeros ya desarmados. Aquí no tenemos (ni queremos seguramente) a una Thatcher que, en condiciones difíciles, movió sus submarinos y cruceros hasta las Malvinas para que volvieran a llamarse Falkland y eso que no estaban separadas de Londres unos 600 kilómetros como Madrid de Barcelona por AVE y autopistas sino unos 13.000 por mar. Entonces se trataba de dos países en guerra pero aquí está demasiado cercana la lucha de unos españoles contra otros españoles y el miedo y el hastío hará que abandonemos a su suerte a esos desdichados no nacionalistas que más pronto que tarde tendrán que aceptar, síndrome de Estocolmo mediante, su nueva situación.

No se engañen, no, porque de la irregular consulta del domingo se haya deducido que sólo un 30 por ciento de los considerados catalanes, territorialmente hablando e incluyendo a Shakira, hayan votado el Sí-Sí si nos creemos los datos ofrecidos por la misma Generalitat (cometiendo otro delito más al estilo púnico). En las elecciones autonómicas de hace dos años los votos de los partidos independentistas fueron claros y los escaños también. Ahora los socialistas para no desaparecer se han movido a un llamado federalismo pero serán los nacionalistas de cariz independentista (léase Esquerra Republicana y otros) los que tomarán las decisiones. Y no se avizora una Primavera Catalana al estilo de las árabes que movilice al resto de los afectados en la Plaza de Urquinaona, por ejemplo, a unos metros de la Plaza de Cataluña donde a lo mejor estarán los independentistas.

Desengáñense, pues, los que estén en contra de la independencia catalana: han perdido (con perdón por la brutalidad de este aserto) y cuanto antes se hagan a la idea será mejor para todos. Así de claro. Y hay que prepararse para lo que viene. Con todas sus, llamemos, peculiaridades lo que está sucediendo en la, de momento, comunidad autónoma catalana ahora mismo -no hace 30 años ni en 1714- debe ser asumido y no sirve el mecanismo de defensa de la negación, el primero que se suele utilizar para afrontar el duelo por una pérdida. Les dijeron que serían como dioses, decidieron que lo español era bastardo allí y lo propalaron en las aulas y los televisores y ya tiene su Braveheart. Las proclamas de cambios en la Constitución suenan como mínimo ingenuas habida cuenta de lo poco que se ha respetado al Tribunal Constitucional cuando sus sentencias no han gustado. Si se cambia la Carta Magna, lo que ya es complicado, no será aceptado en la comunidad catalana por mucho federalismo asimétrico (algo de lo que ya disfrutan) que se cueza. Cuando se ha comenzado a "volar hacia le libertad" como oí el 9N no se conforma uno con ataduras de oro.

Y precisamente de eso estoy alertando. De empezar a pensar en cómo queremos que sea el nuevo futuro y si podremos decir algo. ¿Nos van a consultar? Las decisiones macro, por decirlo así, serán complejas (qué tendrá que decir Francia con sus territorios reclamados, cuánto tardará la Unión Europea en aceptar este nuevo país, etc.) , pero las micro hay que írselas pensando. Me da vértigo pensar en la entidad de las decisiones que tendrán que tomar nuestros gerifaltes (y los de Catalunya pero en el caso de estos últimos sarna con gusto no pica) sobre la situación de la balanza de pagos, el Euro, el domicilio legal de las empresas para el pago de impuestos (me soplan que La Caixa ya está moviendo sus peones), etc. Pero para otras cuestiones supongo que nos pedirán opinión de manera más directa que con unas simples elecciones legislativas. ¿Cómo se sabrá quien es catalán y quién no?, ¿qué prebendas estamos dispuestos a otorgar desde aquí a los valientes que no se conviertan, quieran seguir viviendo allí como españoles y que pasan a ser de golpe "inmigrantes"?, porque, puestos a ser libres, supongo que los soberanistas no querrán disfrutar de la doble nacionalidad con las ventajas que eso entraña, ¿y querremos nosotros?. ¿Cómo se llamarán los nuevos Estados resultantes y por cuánto tiempo?, ¿será posible apuntarse o desapuntarse como catalán?, ¿los hijos de parejas "mixtas" deberán optar por una nacionalidad o tendrán ambas?, ¿se obligará a obtener el certificado de dominio del español, el C2 en el nuevo marco común de referencia para las lenguas a los catalanes que trabajen en territorio español?, ¿quién emitirá ese certificado?, ¿tendrá competencias la RAE o habrá una RAEC?, ¿si llego en barco-patera a la Costa Brava en lugar de por carretera tendré los derechos de refugiado?

Eso sí, debemos procurar que no se enfade mucho el señor Junqueras o podrían decidir que los ciudadanos comunitarios no nacionales, catalanes vull dir, queden exentos de recibir ayudas. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea de Luxemburgo acaba de confirmar lo que Alemania pedía para negar el Hartz IV a los no alemanes que estén allí gorroneando digo, perdón, aprovechándose de la protección social y no ejerzan ninguna actividad económica en su país. Están a punto de aprobar en Berlín que los que estén en paro y no justifiquen que buscan trabajo con ahínco puedan ser expulsados.

De verdad, empiecen a pensar, hay muchos otros temas (llamadas telefónicas de las empresas que pasan a ser internacionales, homologaciones de títulos, cupos de extranjería, coberturas educativas y sanitarias en la frontera al estilo de la raya portuguesa, ?). La cosa es seria.

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