"Teresa vive hoy en cada rincón de Alba de Tormes, en los corazones de sus habitantes"

La lluvia no impidió que los vecinos de Alba de Tormes se acercasen a la plaza mayor a escuchar el pregón de la periodista, Paloma Gómez Borrero. Lo hacían como expresó la alcaldesa, Concepción Miguélez, "con la gran expectativa de tener a Paloma, el día de fiesta de nuestra patrona". Miguélez definió a la pregonera como "una mujer de nuestro tiempo que se hace presente en todos los ambientes, puesto que eres esposa, madre de familia, profesional del periodismo, vaticanista muy experimentada".

Paloma Gómez Borrero afirmó haber vuelto a Alba de Tormes 32 años después de su visita con Juan Pablo II con "la misma emoción que la primera vez a este rincón de Castilla para venerar las reliquias de la Santa" y añadió que Teresa "terminó enamorada de Jesucristo hasta morir de amor por Él, una pasión que le transformó la vida.

1982. Juan Pablo II dejó en Alba de Tormes una anécdota de gran humanidad

La reconocida periodista contó una anécdota que le acaeció personalmente con el papa en su visita a Alba de Tormes en 1982. Borrero afirmó haber recibido una carta de una chica de Salamanca, en la que le decía: "ayúdanos a hacer posible el último sueño de Víctor".

Victor era un chico estudiante de medicina, enfermo terminal, que sabía que iba a morir, y que cuando se despide de su madre, le dice: "lo que sí te pido, madre, es que la capa de tuno se la des al papa cuando venga a España, porque cuando él venga, yo ya no estaré".

Resultaba imposible cumplir el sueño de Victor porque el minuto a minuto del papa en España ya estaba organizado, y por eso me mandaron la carta a mí. Y esa carta se la di personalmente yo a Juan Pablo II en el avión "porque me llamó el papa cuando entramos en España, y la carta la llevaba en el bolsillo, pensando hacérsela llegar a través del jefe de seguridad, y "cual fue mi sorpresa cuando me llamó el papa, y al despedirme de él, le di las gracias por venir a España, y le dije, por favor, no se baje del avión sin leer esta carta, santo padre, que es muy importante".

Y así fue, en Alba de Tormes una señora de luto, de mantilla, se acercó al papa con una capa en la mano, y se la entregó mientras tocaba clavelitos, la tuna de medicina de Víctor. El papa habló con ella y le dio una bendición muy especial.