CANTALPINO | 'Una vida entre dos plazas', entrañable relato personal ante los paisanos a los que reclamó apoyo para fortalecer la presencia salesiana en la localidad (GALERÍAS DE FOTOS)
Emocionado y sentido pregón de fiestas el de Francisco López Celador, columnista-colaborador de SALAMANCArtv AL DÍA, para inaugurar las fiestas patronales de Cantalpino en honor a la Virgen de la Asunción. El coronel de Infantería trazó un entrañable relato personal ante los paisanos, lleno de recuerdos, y buenos deseos.
En representación de la Coporación Municipal, el alcalde de Cantalpino, Javier Bolao, y el concejal de Cultura, Nicomedes López, pidieron unidad a todos los vecinos y felicitaron las fiestas a todos los presentes, a los que pidieron concordia y colaboración para que todas las actividades se desarrollen con normalidad y participación.
Nicomedes López abrió la velada destacando el esfuerzo de la Corporación en la realización de un programa festivo para todos los públicos y saludó el esfuerzo de SALAMANCArtv AL DÍA por hacer llegar la vida de este municipio "a todos los rincones del mundo" a través del periódico digital (www.salamancartvaldia.es).
Tras el pregón, el chupinazo desató la alegría de los cantalpineses, que disfrutaron de la verbena amenizada por la orquesta 'SMS'.
1.- GALERÍA DE FOTOS CON EL PREGÓN Y CHUPINAZO DE FIESTAS
2.- GALERÍA DE FOTOS DEL PREGÓN DE FIESTA Y AMBIENTE EN LA PLAZA
Reproducimos a continuación el pregón de fiestas del coronel Francisco López Celador.
Estimadas Autoridades, Corporación Municipal, vecinos de Cantalpino, y amigos todos:
Antes de seguir adelante, ante la duda de que, entre la gente joven, pueda haber más de uno que no tenga muy claro quién es el que os está hablando, quiero decirles que, los que me conocen, me llaman "Paco el motorista", hermano, entre otros, de Pepe el de la tahona, e hijo de la Sra. Tanis y el Sr. José el motorista; felizmente casado con Neme, la hija de D. Julián y Dª Goya, familiares todos de los que, naturalmente, me siento muy orgulloso.
Cuando vuestro Ayuntamiento se dirigió a este humilde soldado para ser el pregonero de vuestras fiestas, me sentí, en primer lugar, agradecido por haberme concedido este honor, pero, a la vez, preocupado porque me gustaría que, esta noche, solamente vierais en mí a un amigo cercano, entretenido y sencillo, y no a un pesado que, en plenas fiestas, quiere robaros más tiempo del indispensable.
Tratándose de un pregón de fiestas, no me ha parecido oportuno hablar aquí del sugerente tema de los orígenes y la historia de nuestro querido pueblo? que pueden ser objeto de un programa cultural, o de un pregón literario- y sí hablaros en esta ocasión de mis recuerdos. No obstante, sí que me gustaría comentar, aunque sólo sea de pasada, que, en contra de una creencia muy extendida, el nombre de Cantalpino, como los cercanos de Cantalapiedra o Cantaracillo, nada tienen que ver con el verbo "cantar". Aquí no cantan los pinos, ni las piedras en Cantalapiedra o, como sucede en Cantaracillo, los arcillos ?que es diminutivo de la palabra arco-. Nada de eso.
Por culpa de mi profesión no he podido residir entre vosotros mucho tiempo; pero sí ha sido el suficiente como para dejarme unos recuerdos que, como fotogramas fijos de una película, quiero proyectar sobre la pantalla imaginaria de esta plaza, como en aquellas películas mudas que aquí mismo se ofrecían, en los veranos de mi infancia. Tuve la suerte de venir al mundo en una casa situada a escasos 50 metros de donde nos encontramos, y puedo decir que mi vida en Cantalpino ha transcurrido alrededor de dos lugares muy concretos: uno, esta plaza, y el otro, la que entonces llamábamos la Plazuela del Motor. Por eso me he tomado la licencia de titular este pregón
UNA VIDA ENTRE DOS PLAZAS
Es lógico que naciendo tan cerca de aquí, esta plaza y sus alrededores estén en todas las primeras imágenes de mi infancia. Y dos son los motivos para que ésto sea así: el primero, que en los bajos de este
Puestos a haceros confidencias, y para que conozcáis un poco más a este niño en edad escolar, fijaos si sería listo ya, que estando mi casa a poco más de 20 m. de la escuela de D. Paco, algún día fui capaz de hacer novillos; hasta que fui descubierto y entrado en razones con la zapatilla de mi madre.
Aunque por aquella época era frecuente tener las reses bravas en el prado con algunos días de antelación, el aspecto que iba tomando la plaza constituía ya el primer indicio cierto de que la fiesta estaba próxima. Y, claro está, llegaba la primera ocasión para usar este coso taurino, con el encierro del día 14. Después de idas y venidas por el campo -con algún susto incluido- entraba el ganado en la plaza y, pasado un tiempo prudencial, había que guardarlo en el corral porque se hacía de noche. Cuando las reses estaban bien educadas, la operación era sencilla; pero cuando no lo estaban tanto - que era lo más frecuente- la cosa se ponía fea. Se hacía de noche cerrada, las mujeres metían prisa con la cena y el baile, pero los toros decían que no. Llegados a este punto, después de intentarlo por la buenas, siempre había un remedio infalible. La gente se refugiaba en los palos y aparecía la tropa encargada de convencer a las reses. Provistos de la munición correspondiente, hacía su aparición la cuadrilla de Benito El Ovejo, Colás El de la Morucha, El Cojo Rodea, y alguno más de sobresaliente de porro, que, con buenas palabras y mejor puntería, explicaban amablemente a los toros que ya era hora de irse a la cama, ¡¡y vaya si los convencían!!!
A partir de ese momento, hay que reconocer que, salvo los actos religiosos, casi toda la fiesta giraba alrededor de esta plaza, con sus diferentes festejos, mañana, tarde y noche. Con la perspectiva que le dan a uno los años, cada vez comprendo más aquella repetición de festejos taurinos y baile, que hoy nos cansarían a muchos , pero que entonces representaban, para un número importante de habitantes del pueblo, la única diversión gratuita que podían disfrutar durante todo el año. Porque, pasados los días de la fiesta, vuelta al trabajo y a esperar la del año siguiente.
A partir de este momento, dejamos esta plaza y pensamos por unos instantes en el otro polo de este pregón: la Plazuela del Motor.
Siendo de Cantalpino, perteneciendo a una familia muy ligada a la obra salesiana, educado en un colegio salesiano y hablando de la Plazuela del Motor, si no cito a Sor Eusebia Palomino, sería un mal nacido. Ese rincón del pueblo, presidido por la estatua de nuestra paisana, que ya da el nombre a la plaza, constituye el tesoro más preciado del que Cantalpino puede presumir. Mirad, yo, que respeto muchísimo a los que ni piensan ni actúan como yo, pretendo ser una persona cristiana. Con muchos defectos, sí, porque soy humano, pero cristiano de los que no sienten vergüenza al proclamarlo. Y lo digo porque uno tiene que ser feliz a su manera, ya que la felicidad no está en lo que digan los demás, sino lo que a ti te hace feliz. Pues bien, siempre que puedo, doy gracias a Dios por habernos obsequiado con un alma tan privilegiada como la de Sor Eusebia. Hay que salir de Cantalpino y comprobar cómo, desde cualquier punto de cualquier continente, surgen comentarios exaltando la figura de nuestra futura santa y agradeciendo multitud de favores recibidos. Eso es señal de que la conocen. Yo estoy muy de acuerdo con aquella frase que se esculpió junto a ella el día de su beatificación en Roma, que decía: "Siendo pobre, enriqueció a muchos".
Sé que el año no es bueno, que no hemos salido de la crisis, pero creo conocer a mi pueblo para saber que siempre ha sido solidario con las obras que merecen apoyo. Las Hijas de María Auxiliadora, para asegurarse de que el primitivo hogar en el que vino al mundo Sor Eusebia no va a sufrir daño ni modificaciones, se han embarcado en la compra de la última vivienda que limita a esa casa. No les mueve el afán de agrandar su patrimonio, y sí el deseo de conservar intacto lo que va a constituir el mayor foco de atracción que tendrá eternamente este pueblo. Para ello han planificado lo que han llamado "Proyecto Cantalpino" Yo conozco sus estrecheces económicas y, por eso mismo, me tomo la libertad de invitar a los Organismos Oficiales y a los nacidos en este pueblo a que seamos generosos con la casa salesiana de Cantalpino. Para hacer más fácil esta ayuda, ponen a nuestra disposición una cuenta bancaria para que cada uno, dentro de sus posibilidades, podamos decir un día: " Me siento orgulloso de haber colaborado a mantener vivo el recuerdo de mi paisana Sor Eusebia". Con ello, ya veréis, podremos comprobar cómo es cierto aquello que dice el evangelio de "recoger el ciento por uno".
Bueno, a todos vosotros y a vuestras familias os deseo todo lo mejor. Sé que atravesamos unos momentos difíciles, pero pensad que pertenecemos a una nación que nunca tuvo las cosas fáciles y que, con el esfuerzo de todos, siempre salió adelante. Es fundamental estar unidos, empezando precisamente por los que tengamos más cerca, desterrando envidias y rencores y procurando ayudar a quien esté peor que nosotros. Como dicen los andaluces: "hay que ser buena gente". Precisamente San Juan Bosco, el santo salesiano, cuando recogía de la calle aquellos pícaros jovenzuelos que no tenían ni hogar ni familia, les educaba en el cariño, la razón y la religión, diciéndoles que, en esta vida, basta con ser "buenos cristianos y honrados ciudadanos"
Os decía al principio que no deseo robaros mucho tiempo de vuestra fiesta. Además tampoco quiero convertir este pregón en un sermón, porque para eso ya está vuestro párroco don Anastasio que, además, lo hace mucho mejor que yo.
Estamos de nuevo en esta plaza y quiero desearos unas felices fiestas. Disfrutad todo lo que podáis, siempre que vuestra diversión no moleste ni ofenda a nadie. No perdáis nunca la alegría y pensad que, allí donde me encuentre, siempre me acordaré de mi pueblo y de todos vosotros, a quienes os tengo por verdaderos amigos. Sed felices y gritad:
¡¡¡¡ Viva Cantalpino!!!!
¡¡¡¡ Viva Sor Eusebia Palomino !!!!
Fco. López Celador.- Cantalpino, 14 de Agosto de 2014