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… Willy muere
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Segunda parte de la columna "Si Maya desaparece..."

… Willy muere

Actualizado 11/08/2014
Javier González Alonso

Entre las numerosas especies vegetales polinizadas directamente por las abejas pueden destacarse, por su elevado peso en nuestra economía, las siguientes: los olivos, las uvas, los cítricos y los girasoles. Creo que no hará falta recordar que somos los mayores productores de aceite de oliva del mundo, al igual que de cítricos, y que nuestra producción vinícola únicamente es sobrepasada por la francesa. Si a ello sumamos que somos la huerta de Europa, y que nuestras cebollas, tomates, calabazas, calabacines, berenjenas, sandías, melones, pepinos, ajos, ciruelas, fresas, espárragos y un largo etcétera, necesitan de la intervención directa de las abejas, es entonces, cuando deberíamos ser los primeros en tomar cartas en el asunto; aunque sólo fuera por interés económico.

Que, junto a las causas enumeradas la semana pasada, haya que señalar a las propias políticas agrícolas europeas no deja de ser irónico. Inmersos, como estamos, en políticas de eficiencia económica a cualquier precio, la promoción de grandes monocultivos, para consumo animal y humano, así como para producción de biocombustibles, está produciendo un excesivo desajuste entre las necesidades de polinización y el número de colmenas en todo el continente; no hay abejas para tanto cultivo, con lo que la producción es mucho menor, y nadie es capaz de explicarlo, con lo que mucho menos frenarlo. Hay gente que, ante esta hecatombe ecológica, apela a otros polinizadores, como los abejorros, pero presentan los mismos problemas que la abeja "doméstica".

Un mundo sin abejas sería, también, un mundo sin abejorros, y tal vez sin flores, pues las abejas y las flores evolucionaron juntas. Desde el punto de vista de un ecosistema son las dos caras de la misma moneda. Pero llevamos tiempo obviando la importancia de la biodiversidad, apostando por la uniformización de las especies cultivadas, además de llenar nuestros campos de herbicidas para erradicar las "malas hierbas". Estas malas hierbas, tan denostadas, contribuyen al mantenimiento y conservación de los diferentes polinizadores, al presentar una mayor biodiversidad y, por tanto, actuando con seguridad para la supervivencia de los ecosistemas.

Orgánica, ecológica, sostenible? son parte de los adjetivos que se le asigna a la agricultura respetuosa con la totalidad del ecosistema que ocupa, incluyendo un mínimo del 7% de su superficie cómo hábitats seminaturales, bordes incluidos: "aquella que mantiene una porción significativa de las granjas con el fin de facilitar la conservación de la biodiversidad y de la naturaleza, incluyendo, entre otros, los hábitats en los que se refugia la vida salvaje y los corredores silvestres que proporcionan nexos y conectividad al hábitat nativo", según la FAO [http://bit.ly/1sg0el5]. Y es la solución a la desaparición de los polinizadores, con todo lo que ello conllevaría para nuestra propia supervivencia.

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