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La alfarería albense, patrimonio cultural y artístico con un futuro prometedor
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EXPOSICIÓN 'EL ORIGEN DE LA ALFARERÍA ALBENSE'

La alfarería albense, patrimonio cultural y artístico con un futuro prometedor

Actualizado 14/06/2014
Roberto Jiménez

ALBA DE TORMES | Rosa María Lorenzo repasa la historia de la alfarería albense desde la Edad Medía hasta la actualidad

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Uno de los actos centrales de la VII Feria Transfronteriza Artesana de San Antonio ha sido la inauguración de la exposición 'El origen de la alfarería albense", a cargo de Rosa Maria Lorenzo, reciente Premio Nacional de la Cerámica por su investigación histórica de la alfarería salmantina y propuesta precisamente por el Ayuntamiento de Alba de Tormes.

Antes de inaugurar la muestra, Rosa María Lorenzo ofreció una conferencia que recorrió la historia de la alfarería albense no sin antes agradecer "la generosidad de las familias al ceder para la muestra piezas entrañable y de mucho valor". La conferencia comenzó con la historia de la alfarería albense en el siglo XVI, una de las épocas de las que existe abundante documentación, aunque sus orígenes se remontan a la Edad Medía. El discurso de Rosa María Lorenzo se amplió hasta el siglo XVIII, cuando se trabajaba principalmente la loza blanca con cubiertas de estaño, muchas de estas piezas las conservan las Madres Carmelitas, según aseguro la etnografa.

Eran épocas en que la mayoría de la población de Alba de Tormes se dedicaba a la alfarería, tiempos en los que a la villa ducal llegaban alfareros de otras localidades y años en los que la alfarería albense se extendía a municipios como Horcajo Medianero. Rosa María Lorenzo destacó también la importancia de los enormes hornos de leña y la continúa evolución de una alfarería albense que es ya es patrimonio cultural y artístico y a la que augura "un buen futuro".

Evolución alfarera a orillas del Tormes

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La alfarería aparece documentada en Alba de Tormes desde la Edad Medía y ya contaba en el siglo XVI con un Barrio de Olleros, situado al norte de la villa junto a la iglesia de San Miguel, que acogía los alfares, hornos y viviendas de los alfareros albenses. Su etapa de esplendor llega entre los siglos XVI y XVII, con técnicas como la cuerda seca o cubiertas blancas y amarillas procedentes de los barnices de estaño y plomo y la utilización de óxidos de cobalto, cobre y manganeso.

A partir del siglo XVIII la loza blanca albense será sustituida por la denominada basta y amarilla. Alba de Tormes comenzará a destacar en el ámbito nacional durante la segunda mitad del siglo XIX, al incorporar a las formas tradicionales una profusa ornamentación debida a la utilización de dos tipos de tierras: greda y juaguete, con las que trazará motivos zoomorfos, fitomorfos y geometricos.

Engobes, barnices y esmaltes, junto con la recuperación de procedimientos tradicionales puestos al servicio de nuevos conceptos que identifican hoy la alfarería en Alba de Alba de Tormes.

De las formas heredadas a las de nueva creación

Cántaros, cantarillas, ollas, pucheros, cazuelas, peroles, cangilones o jarros de vino son formas que se han durante los siglos en los alfares albenses. Piezas eminentemente utilitarias que se cubrían las necesidades cotidanas de la sociedad y que hoy comparten espacio con otras de nueva creación.

Hacía mediados del siglo XIX, la alfarería albense se decantó hacia la oferta turística, transformando las formas utilitarias en otras meramente ornamentales destacando el barril de torren, pavo real o filigrana, identidad de la alfarería albense.

En la actualidad conviven formas heredadas durante siglos, a las que se han ido uniendo otras nuevas ue son expresión de sus creadores y fruto de un fecundo encuentro entre tradición e innovación.

Rosa María Lorenzo investigó la alfarería salmantina durante 10 años

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Rosa María Lorenzo López, etnógrafa, funcionaria de carrera de la Diputación Provincial de Salamanca. Comenzó a realizar rigurosos estudios de investigación histórica y etnográfica hace más de una veintena de años, los cuales han contribuido a un mayor conocimiento del patrimonio cultural en la provincia de Salamanca y en Castilla y León.

A los 23 años se inició en el aprendizaje de la alfarería tradicional con el destacado alfarero albense, Bernardo Pérez Correas, que impartía clases en el Centro de Cultura Tradicional de la Diputación de Salamanca, quien siempre la calificó como una alumna aventajada y que en diversas ocasiones explicó que ella "aprendió en un año lo que otros hacían en cinco".

En el año 1986 comenzó a dirigir el Grupo de Investigación en Alfarería, formado por 10 personas seleccionadas entre sus alumnos de la asignatura de alfarería de la citada Institución Provincial, para profundizar en el conocimiento de la cerámica popular salmantina. Por entonces, Rosa Maria comenzaba un estudio de la alfarería salmantina, al que dedicaría alrededor de una década de su vida, compaginando la investigación con su trabajo como docente. En un principio lo planteó como una breve recopilación de datos obtenidos a través del trabajo de campo, en aquellos alfares que aún se hallaban en activo, en las localidades de Alba de Tormes, Cantalapiedra, Cespedosa de Tormes, Ciudad Rodrigo, Villar de Peralonso y Vitigudino.

Libro 'Los alfares de Salamanca'

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Estudió y catalogó la cultura material y toda aquella documentación gráfica existente y en el año 1987 se trasladó a Barruecopardo donde durante un mes estudió un alfar que se había extinguido hacia 1960. Al estudio de la alfarería en la provincia de añadió el de la ciudad de Salamanca, que se le supuso un largo proceso de investigación, porque su estudio no se había abordado nunca, no existía ninguna referencia de ellos y los últimos alfares urbanos habían desaparecido en la primera década del siglo XX. Dedico pacientemente unos siete años para estudiar el periodo comprendido entre los siglos XVI al XX.

Finalmente en el año 1999 la investigación sobre cerámica salmantina, que había comenzado en el año 1986, era editada en el libro Los alfares de Salamanca. En él la autora muestra la actividad alfarera de la ciudad y provincia de Salamanca entre los siglos XVI al XX, como una iniciativa pionera de larga trayectoria, pues nunca antes se había acometido un estudio tan amplio en el tiempo (cinco siglos), ni tampoco en el espacio, comprendiendo la ciudad y toda la provincia, pueblo por pueblo, localizando más de una treintena de localidades alfareras.

El rigor científico, con que habitualmente acomete sus estudios Rosa María Lorenzo, se pone de manifiesto en el amplio y minucioso trabajo de investigación que ofrece en sus cerca de 500 páginas, con un importante aporte de datos históricos, gráficos y documentales.Todo ello convierte este estudio en una obra definitiva sobre la Alfarería Salmantina y referencia obligada para etnógrafos, alfareros y arqueólogos a los que ha ayudado en muchas ocasiones a datar la cerámica salmantina de elaboración local.

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