Si hay un momento en el que un articulista, colaborador, columnista o como quieran se la juega es cuando todo el mundo opina sobre el mismo tema y uno tiene que aportar algo inesperado y brillante. Ello se basa también en la ensoñadora convicción de que uno tiene lectores fieles que esperan su aportación semanal. En todo caso lo lea alguien o no ¿cómo no darse el gustazo de dedicar una columna al tema estrella acontecido en la primera semana de junio que ha visto la abdicación de un rey?. Dejo de lado medio artículo ya escrito sobre los desastres de Can Vives y los resultados electorales porque no todos los días te es dado ver el paso del cometa Halley. Y los que escriban los domingos y lunes, a los que no les habrá dado tiempo, que se chinchen. Y eso que también el viernes, que es cuando sale un servidor, ya sonará manida la prejubilación de nuestro monarca pues se está escribiendo y opinando todo, todo, todo, en estos cuatro días.
Yo lo que me temo, es un decir, es que se va a montar mucho lío. Hace unos días, si le hubiera sucedido algo al Príncipe Felipe seguro que su hermana Elena habría dado un paso adelante. Ahora ya no, pues espera Leonor en la recámara (bella palabra que, haciendo referencia a un arma de fuego de las que maneja Froilán, otro damnificado, nos trae también ecos palaciegos). Qué lío.
Es como en las leyendas del Rey Arturo, quién pudiera, que tan bien se reflejaban en la película Excalibur: ¡Inglaterra sin rey! y la negra noche cae sobre las tierras de labor, sobre los ríos, sobre los hombres. De pronto el caos, la nueva caída del Muro de Berlín cuando se celebran los 25 años del evento, de pronto los partidos antimonárquicos ven la posibilidad de meter la cuña. Habrá que cambiar las monedas, las efigies y los retratos oficiales, habrá que modificar los libros de historia en un remedo del 1984 de Orwell y su Ministerio de la Verdad que reescribe el pasado. Habrá que regular retroactivamente su inviolabilidad. Qué líos, qué líos.
Para mí, que soy profundamente antimonárquico, que no entiendo de sangres azules, el final de todo empezó el día que D. Juan Carlos, tras su desastroso incidente cazando elefantes y otras presas, y en el más prosaico escenario que imaginarse pueda, casi como acorralado contra una fea puerta de madera contrachapada, pidió perdón, sí, pidió perdón, y afirmó que se había equivocado y que no volvería a ocurrir. Pero entonces, ¿por qué siguió siendo rey?. A un rey se le escucha decir con soberbia: "se me da un ardite y me importa un bledo lo que penséis", y se le teme, y se teme por nuestra cabeza como les sucediera a los Comuneros. Pero a un rey que pide disculpas, ¿por qué permitirle que sea sin más el Jefe del Estado?
Pero el mayor lío se va a montar en las manifestaciones antitodo que procurarán cambiar el modelo constitucional y en las que, para mi desgracia, puede ser que acabe encontrándome al lado de un militante de Bildu o similar, que no sé si se percatará que comparte con las ideas monárquicas la división de los hombres en ciudadanos de primera y de segunda, puros e impuros y con el que quiero tener aún menos que ver que con el ex-rey. No podré manifestarme, qué tristeza. Nos han dejado huérfanos a los que pensamos que sigue siendo cosa de pobres y ricos, de fuertes y débiles.
La maniobra no por esperada ha dejado de ser sorprendente. Paradójicamente el rey saliente se ha comportado como un acérrimo republicano mostrando tan poco apego a la corona a la que ha traído tanto descrédito y abriendo la puerta a un cambio en el modelo de Estado por mucho que el PP se apresure a aprobar leyes para dejarlo todo atado y bien atado. Ya no nos lo creemos, ya no lo necesitamos. La sombra de Franco es alargada y nos sigue dividiendo. Pero la del Rey no lo va a ser. No le va a cuadrar el dicho cervantino de "fuese, y no hubo nada". Menudo lío ha montado. Y eso que en su fuero interno seguro que se ha inspirado más bien en Los mojinos escocíos y habrá pensado: ¡Ahí se quedáis!
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.