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Adolfo Suárez, el Rey y los Españoles. La transición sin demagogia (IV)
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Adolfo Suárez, el Rey y los Españoles. La transición sin demagogia (IV)

Actualizado 29/04/2014
Miguel Ángel Perfecto

El plan de la ruptura democrática chocaba frontalmente con los planes gubernamentales, con el miedo a una depuración de los partidarios del franquismo, con el miedo a la revolución social de las clases pudientes, con el miedo a un ejército todopoderoso y en fin con el miedo al recuerdo de la guerra civil de 1936.

El proceso de transición transcurrió inicialmente como deseaban los reformistas del régimen encabezados por Torcuato Fernández Miranda con el harakiri de las Cortes franquistas tras aprobar la Ley de Reforma política que permitía las libertades, los partidos políticos, la desaparición del Movimiento Nacional y los Sindicatos únicos y prometía elecciones generales para el año siguiente. En el referéndum, manipulado por el Gobierno, se aprobó la nueva ley con la abstención de la oposición política a la que Suárez había ganado la primera mano.

El desconcierto de la derecha española ante las próximas elecciones fue total, el franquismo sociológico siguió a Manuel Fraga y su Alianza Popular; los restos de Falange apenas balbuceaban la " traición " de Suárez.

Jose Maria de Arielza, Alfonso Osorio, Pio Cabanillas patroneaban un invento seudo demócrata-cristiano, el Partido Popular muy del gusto de los gobiernos conservadores europeos pero no contaron con Adolfo Suárez a la búsqueda de un partido que pudiera mantenerle en el poder.

Las presiones gubernamentales permitieron la exclusión de aquellos políticos que pudieran hacer sombra a Suárez y su entronización como candidato "independiente" por Unión de Centro de Democrático. Un partido creado desde el poder conformado por los mismos grupos de la derecha española franquista(falangistas, católicos, liberales y "socialdemócratas").

Dicho partido se presentó a las elecciones sin programa solo con la cantinela de una canción pegadiza y el uso y abuso de los medios de comunicación del Estado y de la financiación pública arropando la retocada imagen del presidente de gobierno.

La idea de una victoria por mayoría absoluta se rompió en la noche electoral pues si bien UCD ganó las elecciones quedó lejos de la mayoría absoluta y el segundo partido fue el Partido Socialista, en tercer lugar, el Partido Comunista y por detrás los dos grupos nacionalistas vascos y catalanes. Las elecciones habían confirmado el fracaso estrepitoso del franquismo tanto en su versión falangista, como en su versión Alianza Popular y la nueva recomposición de la derecha y la izquierda, ésta capitaneada por el PSOE.

Como señala un brillante biógrafo de Suárez Gregorio Morán, "A partir de la mañana del 16 de junio de 1977 se creaba una clase política. La necesidad de unos por adaptarse a la política en condiciones normales y la imposibilidad de otros para imponer unas condiciones de partida diferentes, todo aunado, fue una mezcla de la que salió la clase política de la transición".

La sensación de tener el aliento de la izquierda en el cogote facilitó dos aspectos básicos que ahora los corifeos mediáticos adjudican a Suárez: la constitución y la política de consenso.

Es sabido que Adolfo Suárez tenia preparado un borrador de reforma de las Leyes Fundamentales del franquismo preparado por Torcuato Fernández Miranda, pero la ausencia de mayoría absoluta y la presión creciente de la calle obligó a Suárez a disponer la formación de una Comisión Constitucional y a la aprobación de un proyecto constitucional que le disgustaba a él y a la mayoría de lo que entonces se denominaban " los poderes fácticos", como prueba la reacción virulenta de Alianza Popular, los prohombres de la CEOE, numerosos militares y gran parte de la jerarquía católica encabezada por el Primado de España.

En cuanto a su famosa política de consenso hay que señalar que obedecía más a hacer de la necesidad virtud que a una convicción política puesto que le permitía negociar con el PCE para atacar al PSOE y en otras ocasiones utilizar a nacionalistas vascos y catalanes en contra de la izquierda parlamentaria. En éste sentido, la famosa política de centro no era tal, era solo indefinición ideológica interesada.

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