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La tarjeta
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La tarjeta

Actualizado 28/04/2014
Lorenzo M. Bujosa Vadell

Es sabido que estamos en época de tarjetas de fidelización. Usted recordará esa película protagonizada por George Clooney y dirigida por Jason Reitman a la que pusieron como título "Up in the air". En ella el actor principal se pasa su vida en los aviones y por los aeropuertos y hace una carrera consigo mismo ?esas son las competiciones interesantes? y peligrosas- para subir continuamente el nivel de su tarjeta de millas.

Algunas mentes supuestamente amigas se acordaban de mí al ver a ese personaje, y no precisamente porque tenga fama de bien parecido ?el personaje-, sino porque uno se metió, como quien no quiere la cosa, en la rueda de las millas y las tarjetas, cuando empezó a tener invitaciones del extranjero para colaboraciones académicas, y especialmente cuando tuvo la fortuna de viajar con frecuencia a varios países amigos, en especial mi Colombia del alma. Ahora las ocasiones de volar siguen, pero uno pretende mantener a raya su fidelización, por aquello de no vender el alma ni al diablo.

Sí confesaré que cuando tengo que poner gasolina, busco la gasolinera a la que soy fiel, porque me hace el pequeño descuento correspondiente y encima me dejan pagar con la tarjeta de unos grandes almacenes, que cada no sé cuántos meses me premian con un cupón de algunos euros que puedo consumir en su supermercado si lo hago en un tiempo determinado. Todo muy bien pensado -por parte de ellos, no tanto por la mía, porque luego me toca ir el último día del plazo deprisa y corriendo, y cargo con más cosas de la cuenta-. Consumo puro y duro, en definitiva y algún gusto para el cuerpo. Fidelizado estoy, en definitiva.

Pero a lo que iba era a otra cosa, no saliéndome de la misma. El caso es que he visto hace muy poco una noticia interesante que me ha dado que pensar y es posible que haya pasado desapercibida para muchos ?y no quiero decir que porque la cuente yo aquí deje de pasar desapercibida-. En resumen, y hablando de fidelización: se le da por supuesta a los militantes de cualquier sindicato o partido político ¿o no? Bueno, no entremos en pormenores, que la fidelidad en estos tiempos que corren puede ser tema sensible. Pero demos por supuesto que el militante o la militante es un tipo fiel, que se mantiene voluntariamente apegado a la organización que le satisface. Pues algunos parece que han tenido la idea de aprovechar esa fidelidad "incondicional" para obtener sus réditos. Como diría mi padre, viene a ser lo mismo, pero al revés. Usted no tiene que fidelizar a nadie porque en estos casos lo tiene ya fidelizado de origen. Bueno, pero eso no debe implicar necesariamente que usted tenga que perjudicarle y no darle el premio que le daría si no estuviera fidelizado. Un poco de lío, ya lo sé. Veámoslo mejor directamente.

Según cuenta la noticia se trata de un partido político, cuyo nombre no viene al caso, y cuyos dirigentes en algún lugar del territorio parecen haber tenido la brillante idea de sacar una tarjeta de particular utilidad. No se quiere ofrecer, como es corriente, a los consumidores, sino a los empresarios, y a quien directamente se pretende beneficiar es a los militantes de ese partido, que verán como sus compras cuestan menos que otras igualitas de otro ciudadano común. El comerciante fidelizado paga una cuota anual determinada, el partido reparte la tarjeta a su militancia ?se ignora si previo pago de alguna tasa interna o no- y el partidario va a hacer sus compras todo contento a su comercio amigo.

Un pequeño detalle, también off the record. Según dicen no se quiere hacer pública la lista de comercios adheridos, porque no se trata de arbitraje de consumo, sino lisa y llanamente de "beneficiar a los nuestros" y, claro, siendo un concepto indeterminado esto de "los nuestros", que en política ?y también por definición- se pretende que cada vez sean más, pues de lo contrario no se alcanza o mantiene el poder, no se quiere enfadar a los indiferentes, y que al mantener su libertad de elección, elijan a otros comerciantes menos fidelizados. En fin, digno de estudio y de reflexión, por si a nuestros colegas de ciencia política les pueda sonar algo a financiación ilegal o a los de derecho mercantil a competencia anómala. O por si a los demás, estando ociosos, se nos acaban los temas?

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