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La representación del pueblo vetón en el castro celta podría desaparecer
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falta de apoyo vecinal e institucional

La representación del pueblo vetón en el castro celta podría desaparecer

Actualizado 03/04/2014
Redacción

YECLA DE YELTES | La escenificación vetona se ha mantenido de forma ininterrumpida desde 2005 hasta convertirse en referencia turística

Varios vecinos de Yecla de Yeltes han asegurado a este diario que la representación del pueblo vetón, evento que desde el año 2005 ocupó el protagonismo del Sábado Santo en la comarca de Vitigudino, pudo tener su última escenificación en 2013.

Sus precursores, la Asociación Cultural 'La Muralla', parece que no hayan encontrado el testigo ni la colaboración suficiente para mantener por más tiempo lo que se había convertido en uno de los eventos principales que vive la comarca de Vitigudino durante la Semana Santa, todo un referente turístico por su plasticidad y singularidad.

Cuando parecía más fácil, con los chozos construidos y el vestuario confeccionado, todo podría quedarse en el baúl de los recuerdos, porque como aseguran algunos, "si no se hace este año, se pierde para siempre", un acto que ha llevado el nombre de Yecla de Yeltes hasta rincones que jamás nadie hubiera imaginado al principio, pues pocos han sido los visitantes que durante la Semana Santa se encontraron por la comarca de Vitigudino que no se acercasen hasta Yecla para presenciar esta representación, en un escenario en el que hace más de 15 siglos pudo ser realidad.

El cansancio de unos y la falta de apoyo institucional son las claves para que en estos momentos se ponga en duda la celebración de la escenificación del pueblo vetón, todo un referente ya para cientos de personas que cada año visitaban este castro para ver en acción cómo pudo ser la vida en este poblado, una de las construcciones descendientes de la cultura celta mejor conservadas de Europa.

Los orígenes del pueblo vetón

Todo surgió de una idea que desde hacía años rondaba entre los componentes de la Asociación Cultural 'La Muralla', una fórmula para rendir homenaje a sus primeros pobladores y a la vez esparcir el significado de su cultura a los actuales habitantes, un proyecto que por unas causas o por otras fue cayendo en el olvido hasta la llegada a la Corporación municipal de un grupo de entusiastas orgullosos de su pueblo y a cuyo frente se encontraba Diamantino Cid, un exprofesor de instituto que desempeñó durante años su labor docente en Ciudad Rodrigo, y que tras alcanzar la jubilación, un buen día, decidió que su nuevo sitio estaba junto a los mayores que de niño le vieron corretear entre las calles de Yecla.

Junto con el arqueólogo Pedro Luis Pérez Gómez, aquel pequeño boceto en la imaginación de Diamantino fue cobrando forma conforme pasaba cada página de la Illiada, la gran obra de Homero. Fue en este libro en el que el entonces alcalde cimentó parte de la argumentación de la escenificiación de una cultura de la que aún se desconoce lo bastante como para que surjan lagunas cuando se trata de reflejar lo más fidedignamente posible una historia que se remonta a 2000 años atrás.

Con el escenario inigualable que supone contar con el propio espacio del castro vetón, donde se desarrollaron hechos similares a los que relata el argumento de esta escenificación, y un pueblo entonces volcado por representar a los que fueran sus antepasados, solo quedaba adaptar el vestuario a los personajes y ambientar el escenario a la vida en la que se desenvolvía este pueblo inminentemente ganadero.

Escenificación del poblado Vetón en Yecla de 2013, tal vez la última

Lo último quedó resuelto con la construcción de varios chozos de escobas que dieron cabida a cada uno de los oficios que entonces se desempeñaban, canteros, forjadores..., e incluso otros donde se pudiera contemplar la vida familiar de los vetones. Estos primeros chozos fueron más tarde construidos en piedra, toda una labor en la que participaron activamente los vecinos, especialmente los más jóvenes.

Del vestuario se encargaron varias de las mujeres dispuestas a participar en la obra. Ellas se repartieron el trabajo de cortar los diseños de Diamantino y Pedro, aunque el arqueólogo vinculó más sus conocimientos a esbozar algunos de los elementos más importantes utilizados hace dos milenios, como herramientas o armas.

La espada corta ?de la que después derivaría la romana? y las lanzas, fueron necesarias para poner en escena uno de los capítulos más destacados del trabajo: el ataque de tribus vacceas al poblado vetón mediante caballos. Para esto fue necesaria la colaboración de jinetes que interpretaran la caballería de un pueblo de costumbres más beligerantes, escena que se repetía en dos ocasiones hasta dar con la muerte del líder y su posterior exhumación en una pira.

Otro de los aspectos importantes fue la construcción de una taberna ambientada en la época y para la que fueron acuñadas monedas de barro ofrecidas al público en pequeñas bolsas de esparto; y, precisamente, la gestión de esta taberna, además de la restauración de los tejados de los chozos con nuevas escobas, parecen ser ahora el principal problema para que nadie ponga el suficiente empeño en mantener una historia que hoy ya es de toda la comarca.

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