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Cuidado de los ancianos en invierno (y III)
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Cuidado de los ancianos en invierno (y III)

Actualizado 07/12/2013
Juan Antonio González

PATOLOGÍAS MÁS FRECUENTES EN EL ANCIANO DURANTE EL INVIERNO

*.- Hipotermia: Es la disminución de la temperatura corporal normal del cuerpo humano (normal es de 35.5 a 36.5º), que puede motivar alteraciones funcionales del cuerpo, en ocasiones graves. Los síntomas iniciales son dolores musculares, calambres musculares, "tiritonas", frialdad de las partes dístales (cabeza, manos y pies), cansancio, etc.. Si persiste la frialdad, se incrementan en intensidad algunos o todos los síntomas citados, manifestándose con inestabilidad, mayor cansancio, confusión mental. Estado que se debe prevenir evitando la exposición al frío, llevar ropa aislante y de abrigo, así como tomar alimentos o bebidas calientes y energéticas.

*.- Deshidratación: Es frecuente pensar que el proceso de deshidratación solo ocurre en verano por exceso de calor, pero no es así, también puede acontecer en época invernal. Los ancianos son muy vulnerables cuando disminuye el líquido en el cuerpo. En ocasiones puede llegar incluso al estado de deshidratación (sobre todo si toman diuréticos), manifestándose con sensación de cansancio, sequedad de boca y piel, disminuye la cantidad de orina, "embotamiento cerebral", somnolencia, inquietud y más adelante desasosiego e irritabilidad, incluso deterioro cognitivo, sin causa aparente que lo justifique. Es absolutamente necesario tomar líquidos, aproximadamente, litro y medio, preferentemente calientes, infusiones, caldos, etc.

*.- En invierno se padecen con mayor frecuencia catarros y gripes que a veces se complican con bronquitis o motivan descompensación de otras enfermedades que padecen los ancianos. Las causas de esto pueden ser múltiples, aumenta el sedentarismo, la temperatura habitual en la vivienda es alta, se ventilan menos las habitaciones y esto aumenta la sequedad ambiental de las casas, especialmente de los dormitorios. Los lugares de ocio, son poco ventilados y mantienen temperaturas altas. Están más concurridos de personas mayores que en verano, por lo que el oxígeno ambiental es menor (ahora ya está prohibido fumar en estos locales). En estos salones hay mayor número de alergenos y personas afectas de procesos infecto-contagiosos, catarros, gripes, bronquitis residuales, etc. que hacen al ambiente más contagioso. Se debe actuar con carácter preventivo, evitando cambios bruscos de temperatura, al salir de ambientes muy calientes se debe salir bien abrigado y realizar la respiración (inspiración) por vía nasal. No frecuentar lugares con temperaturas muy elevadas, con gran aglomeración de personas, especialmente si hay endemias gripales (que deben utilizar pañuelos de papel, de un solo uso). Al volver a casa deben hacer lavado, especialmente de cara y manos (con jabones muy suaves), obligatorio antes de comer.

*.- Dermopatias invernales. Es frecuente tener cuidados de la piel en verano (cremas protectoras, hidratantes, etc), pero en invierno pensamos que no es necesario y nos olvidamos de esas medidas preventivas. La piel aísla al cuerpo y protege de los cambios del medio ambiente, permite mantener la temperatura corporal y el equilibrio de líquidos y electrólitos. Dada su riqueza en receptores nerviosos, nos permite recibir distinta información táctil, dolor y presión del entorno. La piel es rica en fibras de colágeno que dan soporte y de elastina para permitir flexibilidad. Su aspecto externo nos permite identificar la edad (aproximada) de las personas, pues es en la piel donde se manifiestan signos involutivos significativos, se adelgazá la capa externa (la epidermis) y disminuye el número de melanocitos (células con pigmento) a la vez de aumentar de tamaño los melanocitos que quedan. Estas variaciones histológicas producen la piel envejecida, que es, flácida, fina, transparente y con menor elasticidad, acompañándose de arrugas y lunares melanodérmicos (preferentemente en las áreas que se exponen más al sol). Evolución que se varía por los cambios bruscos e intensos de temperatura y viento, por la sequedad que producen las calefacciones y la falta de ventilación, etc. Son razones que obligan a cuidar la piel en ésta época invernal tanto o más que en el verano, haciendo obligatorio tomar líquidos, alimentación variada y energética, complejos vitamínicos, preferentemente las antioxidantes A, B, C y E, y esporádicamente cremas hidratantes y otros productos antioxidantes o para el colágeno.

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