El señor Estella, su Gaceta y la ignorancia

Señor Estella, siéntese, cálmese, hablemos. Hablemos de cómo mientras en nuestra provincia aumentaba el número de personas desempleadas a 31.513, uno de cada tres niños en nuestro país estaba en la pobreza y a pesar de que había más de 300.000 viviendas vacías en Castilla y León y seguían aumentando los desahucios, usted, usted decidía usar su verbo para la infamia.

Siéntese, cálmese, hablemos. Hablemos de cómo antiguos militantes del Partido Popular afirmaban que José Muñoz, senador del PP, socio-fundador de GRUPOSA y consejero de La Gaceta de Salamanca para la que usted escribe, estaba al corriente de los sobres de Bárcenas.

Pero cálmese, siéntese, hablemos. Cuénteme la razón profunda de su misoginia, cuénteme por qué dedica su tiempo a denigrar la labor política de las mujeres, a erigirse experto en moda.

Cuénteme, siéntese, hablemos. Hablemos de cómo desde el medio de comunicación para el que trabaja tienen amordazada a una provincia a base de panfleto cotidiano. Cuénteme, ilústreme, diga cómo pactan invisibilidades, cómo orquestan campañas de desprestigio hacia quienes trajeron a las instituciones verdad y compromiso.

Dígale ahora a "la ignorante podemita" por qué mi provincia habría de aplaudir el caciquismo, díganos por qué conformarnos con palmeros. Dígame, dígame por qué tendríamos que reconocernos en su espejo.

Nosotras, las ignorantes, las ignorantes nietas de sirvientas de postguerra, nietas de los pueblos de mi tierra, que a fuerza de sudor y amor sacaron familias adelante. Díganos a nosotras, a nosotras las nietas de los barrios, de Vidal a San José, de Puente Ladrillo a Vistahermosa, díganos, díganos desde su púlpito de infamia, por qué su voz habría de ser Salamanca y no la nuestra. Díganos a las hijas de los trabajadores universitarias, díganos desde qué clasismo de régimen viejo se cree que nos habla. Díganos desde qué falta de educación enarbola usted soflamas de partido y en qué nueva difamación se acoraza. Díganoslo a nosotras, que decimos la verdad donde ustedes la disfrazan.

Siéntese, cálmese, escuche. Por sus hechos les conoceréis, decía mi abuela citando a San Mateo. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, le digo yo ahora a usted, porque ellos, ellos, cuando a ustedes se les acabe el chollo, váyanse acostumbrando, váyanse acostumbrando, harán valer punto por punto el Sermón de la Montaña.