Retrataron un país que convulsionaría en una guerra civil, de ahí que su lectura pictórica sea tan interesante y esté tan de actualidad
Tiene nuestra Casa Lis suficientes razones para volver a ella, admirar su cielo de cristal, disfrutar de su exquisita cafetería, de su hermosa terraza frente al río? y sobre todo recorrer las salas donde se exhibe el tesoro Art Déco y Art Nouveau que contiene este singular edificio al que regresar una y otra ver porque ¿Hemos reparado suficientemente bien en esas piezas de Lalique que refrescan la mirada, cristal exquisito? ¿Nos hemos maravillado lo suficiente con la colección de criselefantinas, con los cuadros, las muñecas, las colecciones que son un mundo en cada sala? El Museo es infinito en su particularidad, en sus inacabables detalles, y el ejercicio de volver a visitarlo es un privilegio que tenemos en esta ciudad que, poco a poco, se llena de visitantes.
Y los visitantes encuentran, hasta el septiembre gozoso de las fiestas, una muestra que también es un regalo para los amantes de la pintura y un motivo de reflexión en tiempos de cuestionamiento ¿Qué es España? ¿Cuál es la visión del artista hacia una realidad tan diversa, tan compleja, tan problemática? En el siglo XIX, habitantes de tiempos convulsos, la Restauración, el Desastre del 98, la Dictadura de Primo de Rivera, Joaquín Joaquín Sorolla, Julio Romero de Torres y José Gutiérrez Solana retrataron una España que convulsionaría en una guerra civil que sólo el último artista sufriría dada su juventud. De ahí que su lectura pictórica de España sea tan interesante, esté tan de actualidad y merezca la pena no perderse.
De ahí que recomendemos este paseo por la España diversa de estos tres pintores reunidos en la Casa Lis, espejo donde mirarnos. Un paseo por las marinas de Sorolla en la que nos detengamos a comprobar, pincelada a pincelada, su maestría para captar la luz, el movimiento de las olas. Las obras expuestas del pintor valenciano nos descubren a un artista capaz de rozar la abstracción, dueño de su paleta de color, retratista dotado, fotógrafo de aquello que despierta su atención y pintor constante que utiliza cartones, tablas, soportes efímeros que sin embargo, consagra con su obra? dinámico y optimista, fenicio y levantino, Sorolla recorre la España que quiere luminosa a pesar de que sabe bien dónde están las sombras, sombras que retrata con esa oscura consciencia del mal que tan bien conocía Gutiérrez Solana.
Y de la luz mediterránea, a la densa, a la pesada y sensual visión de su Andalucía natal de Romero de Torres. Pintura de copla, el artista plasma a la mujer morena con hechuras clásicas, y un alma llena de pena. Ya sea sosteniendo un arma, una mecha de explosivos o una cesta de naranjas, las mujeres de Romero de Torres, profundas, oscuras, hieráticas pese a su sonrisa, nos devuelven una mirada misteriosa mientras que al fondo, la arquitectura de su Córdoba natal descubre secretos rincones. Limitado al tipismo andaluz, olvidamos a menudo que era un pintor de probado oficio, miembro de las tertulias intelectuales de su tiempo, como Gutiérrez Solana, magnífico pintor y dueño de un estilo propio absolutamente reconocible. Y es este lenguaje propio, el que distingue a los tres pintores, del sur al este y al interior con sus particulares visiones de España. Una España negra, que ahonda en las raíces de su historia más cruenta en la paleta oscura, de puro Caravaggio de Solana.
Crítico con la realidad de su tiempo y de la historia pasada, el artista madrileño retrata la muerte con vocación barroca, nos devuelve a los tiempos de la Inquisición, indaga y muestra con toda su crudeza y gran formato la España negra a un espectador sobrecogido. Expresionista, quevedesco, Solana no creía en la modernidad que proclamaban los Novecentistas, sino en el doloroso sentir de los del 98. Suyo es el anuncio de una guerra que vive y que en cierto modo, predice en sus pinturas, crítica social crudelísima de un tiempo más cercano a las pinturas negras de Goya que a la luminosa pintura de Sorolla.
Muestra que es un testimonio pictórico del tiempo convulso que les tocó vivir a los tres autores, diversidad de miradas sobre una España diversa, la exposición que ha permanecido abierta desde Mayo es un acontecimiento del que debemos felicitarnos, y sobre todo, una oportunidad que no debemos perdernos para seguir indagando en esta nuestra identidad múltiple? aunque la ola de calor nos haga enredarnos en las de Sorolla, deseo de agua y de frescura, la misma que evoca el cristal que viste el patio de la Casa Lis hierro y sueño.
Charo Alonso.