Algo tiene el verano

Algo tiene el verano de poca sombra y mucha luz, algo tiene de escaso interior y mucha vida hacia fuera, algo de poca soledad y variada compañía.

Algo tiene el verano de espera, de tiempo a la sombra de los calores que a plomo se precipitan sobre el asfalto, de comer deprisa el helado que se derrite y mancha nuestros dedos, siempre una gota, inevitablemente, acaba en el suelo; algo tiene de ensalada fresca y cerveza fría, olor a café con hielo y a tertulia larga en familia.

Algo, también, de descanso y recargar pilas.

Algo tiene de concha y caracola, de sonido de mar, de gaviota blanca posada sobre la blanca arena, campo sembrado de setas de colores en la playa. Algo de ducha y olor a ropa limpia.

Algo de sabor a agua agua agua.

Algo tiene de caminata a hora temprana, algo de siesta y reposo, algo de sueño profundo y sueños intensos.

Algo tiene el verano de esos tonos naranjas que enloquecen las pupilas; algo de tiempo hacia dentro, de cara a la reflexión y a los proyectos, hacia las ilusiones de nuevos comienzos; algo tiene de inicio y emprendimiento, de ideas brillantes bajo el destello insistente del sol, algo tiene de nostalgia pero también de evolución.

Algo tiene que pone una semilla de crecimiento y maduración en los niños, que aprenden todo aquello que no está en el currículo, pero sí en el ADN de aprender, nuevas normas nuevas leyes nuevos juegos, algo que roza lo prohibido cuando los besos topan con los brackets de los dientes, algo de retos a escondidas, de pasos que se oyen, de flechazos y de vigilancia compartida. Algo tiene de explorar y tentar a la suerte, delimitando los carriles por los que transcurrirán nuestras idas. Algo tiene de magia, de espacios ocultos, de sombras y luces, de enamoramiento y poesía, de versos aprendidos a fuerza de voluntad para no olvidar nunca en la vida.

Algo tiene de espuma blanca y olas, de tablas de bodyboard y de remar con los brazos, igual que remamos a brazadas ante las heridas; algo también de ocaso y calma, de nubes oscuras o limpias, sinfonía que conjuga el ir y venir de nuestros días.

Algo de cuerpos brillantes y músculos al aire. De selfie tras selfie tras selfie coqueteando con las orillas, de fotos con pose y pamela buscando el ángulo para que parezca más grande la piscina.

Algo tiene de pensar en septiembre, esos septiembres en los que siempre todo lo demás se inicia; se inauguran con ganas los sueños de soñar con aquellos ojos que dejamos a la vuelta de la esquina, llenos de humedad por los traslados, los cambios, las vacaciones, el viaje para estar con los tuyos, o el idioma en un curso para poder contactar con las almas de otros mundos.

Algo tiene el verano que nos cautiva.