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Un paseo por las nubes
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Un paseo por las nubes

Actualizado 03/03/2020
Redacción

Como reza el diploma de bautismo de vuelo: "? estar en las nubes, con los pies lejos del suelo, es una forma de superación personal, cumpliendo uno de los más viejos sueños de la humanidad"

¡Cinco años, nuestro quinto cumplevida! En esta ocasión y a pesar de ser fin de semana, el despertador suena a las 5h de la mañana, pues tenemos una cita en Segovia con 'Siempre en las nubes' y tenemos dos horas de viaje por delante.

Han pasado cinco años desde el peor diagnóstico que puede recibir una familia, el cáncer infantil entró en nuestras vidas y con él también recibimos el mayor aprendizaje y las mayores lecciones. Desde entonces el 8 de febrero suena diferente, nunca tendrá el mismo significado, pues es el recuerdo de que hay que celebrar la vida cada mes y cada día. En esta ocasión lo celebramos por todo lo alto, nos hemos ido a dar un paseo por las nubes, ¡sí!, así como suena. Nos hemos subido a un globo aerostático a decir 'Sí' a la vida, pensamos que la suma de estos cinco años y las nuevas sensaciones que íbamos a experimentar nos harían sentirnos un poco más libres de las preocupaciones que todo el proceso trajo consigo.

Los viajes en globo se hacen muy temprano, a las 8 horas de la mañana, que es cuando el viento está más calmado y la atmósfera más fría y estable. Cuando llegamos observamos cómo sacan el globo de su embalaje, lo extienden en el suelo cubriéndolo de colores y comienzan a introducirle aire. Me quedo ensimismado observando cómo los quemadores introducen en el globo el aire caliente y cuando me quiero dar cuenta, observo cómo aparece la luz de la mañana y el globo de 25m de altura delante de nosotros. Poco a poco y según se elevan los globos, el cielo que amanece gris y nublado se llena de colores.

La ilusión crece según se acerca el momento de subir a la barquilla, imagino que las otras personas que viajan con nosotros estarán igual. ¡Comienza la aventura!. El globo se eleva sigiloso, como intentando pasar desapercibido, y en menos de un minuto está a más de cien metros de altura. Mientras la dirección la va marcando el viento, dentro y fuera de la barquilla reina la tranquilidad, un atractivo y mágico silencio. Cuanto más sube el globo, más imperceptible es el movimiento, aunque estemos a más de 500m del suelo.

Segovia es impresionante, la mires como la mires, monumental desde luego el Alcázar visto desde arriba. Nos hacemos una idea del vuelo de los pájaros, pues desde allí observamos una manada de conejos correteando por el campo, y por debajo de nosotros un grupo de rapaces controlando el terreno y, desde luego, no es algo a lo que estemos acostumbrados. Pero sin duda lo mejor son las caras y grandes sonrisas de mis hijos y sus miradas profundas, contagian una sensación única y difícil de describir.

El trayecto no dura más de una hora y la verdad es que pasa volando, nunca mejor dicho. Cuando quieres darte cuenta el piloto dice que está buscando un lugar donde aterrizar, respetando los campos sembrados o con ganado, y en los que no se moleste de ninguna forma a nadie. Vivimos la emoción de un aterrizaje sin frenos, siguiendo las indicaciones de nuestro experimentado piloto, Germán, sujetándonos a unos soportes de cuerda de la barquilla para comprobar que con dos o tres golpes en el suelo el globo queda parado.

Es tradición en todo el mundo y después de cada vuelo, brindar con champán o cava para celebrar el aterrizaje, en este caso acompañado de un rico bocado para reponer las fuerzas que la emoción nos haya robado, mientras el piloto nos cuenta el origen de esta costumbre: Los primeros aeronautas de la historia fueron Jean-Francois Pilâtre de Roziers y el Marqués d´Arlandes que, tras su vuelo sobre París en 1783, celebraron el feliz acontecimiento brindando con champán. Desde entonces, en cualquier parte del mundo donde se vuele en globo, se mantiene esa tradición ofreciendo un brindis a todos los pasajeros. Como reza el diploma de bautismo de vuelo: "? estar en las nubes, con los pies lejos del suelo, es una forma de superación personal, cumpliendo uno de los más viejos sueños de la humanidad".

Estoy convencido de que en silencio cada uno hacíamos nuestro brindis especial. Nosotros lo hicimos por la oportunidad de estar en las nubes, sintiendo más de cerca a los que nos acompañaron y que no olvidamos, hemos brindado por sentirnos más ligeros del miedo, y porque estamos con los que más queremos levantando la copa.

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