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Gabriel y Galán, música y poesía en el Casino de Salamanca para celebrar a un poeta muy nuestro
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LLENO EN EL PALACIO DE FIGUEROA

Gabriel y Galán, música y poesía en el Casino de Salamanca para celebrar a un poeta muy nuestro

Actualizado 23/02/2020
Charo Alonso

El poeta de Frades de la Sierra al que compartimos con Extremadura, está impreso en la memoria de todos aquellos que recuerdan sus poemas

Es una tarde noche de sábado con eco urbano que, dentro del Palacio de Figueroa, sede del Casino de Salamanca, se vuelve campo para recordar a Gabriel y Galán en un intento, como bien recuerda el presidente de la institución, don Alberto Estella, de no mirar como suela, al futuro, hacia el artista emergente, sino recordar también aquello que nos pertenece. Y el poeta de Frades de la Sierra al que compartimos con Extremadura, está impreso en la memoria de todos aquellos que recuerdan sus poemas. Gabriel y Galán, del que decía el rector Unamuno, miembro del Casino: "No ha pasado Galán por la tierra como callada sombra: deja cantos de consuelo para los pobres soñadores del sueño de la vida. En estos cantos nos queda el alma de su alma. Se la dio su pueblo y a su pueblo vuelve".

Era el poeta la voz del pueblo, el mismo que toca el tamboril y la gaita en la fiesta en la que se viste de charro el salmantino de la tierra que vio nacer al poeta, crecido a la sombra de su madre quien le instruyó en la poesía y en una manera de ver el mundo que siempre sería la suya. De ahí que la evocación de su trayectoria vital la haga la poeta y escritora Isabel Bernardo desde la madre y la esposa, en una lectura sentida e interpretada que no solo recorre la vida del poeta, sino que se hace uno con su prosa, su sentir, su lenguaje cercano a la tierra. Y no solo desde la palabra, sino desde la indumentaria del "Ama", cubierta con su toca negra, cosiendo con el primor de la mujer hacendosa que evoca el poeta, porque Isabel Bernardo es testigo e intérprete de palabras extraídas de sus cartas y sus documentos para relatarnos la vida de un hombre que dejó el campo para ser maestro, y que dejó la melancolía para vivir el matrimonio con la mujer que le devolvió a la tierra.

Tiene este acto de evocación del poeta popular una cuidada puesta en escena de la mano de quien es un privilegio salmantino: el actor y director teatral José Antonio Sayagués. Es medida y meditada y le da el punto justo a la música tradicional de José Ramón Cid Cebrián que evoca la tierra, así como a la cuidada vestimenta de Isabel Bernardo, que nos sorprende, no solo por su texto, fruto del rigor y la documentación para encarnar el discurso biográfico del poeta, sino su capacidad de interpretar la lectura y vestirse de charra bajo una asesora de vestuario de excepción: Rosa Lorenzo. Charra y charro, porque José Ramón Cid Cebrián viste de terciopelo negro con todo el empaque de quien sabe llevarlo, que contrastan con los trajes oscuros, sobrios, de Sayagués y la actriz y directora Nuria

Galache, quienes recitan, interpretan los textos más famosos del poeta, dialogan, se trenzan, recurren al castúo que tanto amaba Gabriel y Galán y ocupan ese lado del escenario a cuyo extremo las figuras de charros cobran mayor relevancia.

Poemas encarnados en la voz de actores que viven la palabra del poeta cuyo paisaje vital no solo lee desde lo más profundo de la vivencia Isabel Bernardo. Las imágenes, maravillosamente acompañadas de música, nos muestran la vida, los escenarios de este maestro que tuvo a bien ser el poeta más querido por un pueblo que sabía sus versos y que asistió a su muerte con el dolor de haber perdido a algo muy suyo. Ese poeta tan nuestro, tan de todos al que aludía Alberto Estella. Un poeta levantado del campo para hablarle al hombre de campo desde su lenguaje, desde su acento que canta al ritmo de la gaita y el tamboril que acompaña las puntadas sosegadas del Ama. Que acompaña el recitado emocionado de ese embargo del que ya no queda ni una sola esperanza, quizás el texto más desolador que ha dado la poesía de una tierra a la que todo se le arranca.

¿Quién dijo que la tradición no puede ser revisada? A la luz del recuerdo del poeta se llena de ecos la España que dicen vaciada, y la raíz honda y profunda se hace imagen, música, traje y palabra. Asistir a su unión no es un ejercicio de nostalgia? sino de hermoso reconocimiento que nos devuelve al eco poético de lo más hondo y nos recuerda la sencilla y profunda voz de Gabriel y Galán: Señores de la ciudad/los del cerebro cansado/que aún corre tras la verdad;/los del ingenuo aguzado/que inventa la novedad.

Fotografías: Carmen Borrego.

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