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Nova gramática do latim
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Nova gramática do latim

Actualizado 22/04/2019
Lorenzo M. Bujosa Vadell

El mundo va cambiando tanto que se imponen nuevos métodos. O se imponen nuevos métodos, aunque el mundo no va cambiando tanto como aparenta. O los métodos que se imponen no son tan nuevos, porque el mundo no ha cambiado tanto en esencia y lo que han cambiado son sus formas, y sólo en parte.

Podemos quedarnos con la versión que más nos guste porque para cada una de ellas hay argumentos y la realidad es más difícil de desentrañar que lo que nos permiten las simplificaciones. Pero sin simplificaciones no podríamos razonar. Sin abstracciones que distingan el grano de la paja viviríamos en un magma fenomenológico incomprensible. ¿Pero dónde está el grano y dónde la paja? Hic sunt leones, como diría el admirado Profesor Fairén.

El pseudoteorema es aplicable a cualquier fragmento de la variada realidad, pongamos por caso la campaña electoral. Lo que nos han mostrado los medios de comunicación en estos días pasados ha sido mayoritariamente el debate sobre los debates. ¿Eso es grano o eso es paja? Para algunos -los propios medios- es cuestión sustantiva, en lo que les va el fuero y el huevo. Para otros -modestamente, inclúyaseme a mí-, me parece que de nuevo erramos la posición donde habría que colocar la mirilla para ver los verdaderos asuntos que interesan.

¿Y cuáles son los asuntos que interesan? Aquí necesitamos de nuevo la fórmula metodológica mágica que llevará a elegir a unos el fuero y otros el huevo. Sin saber muy bien qué es el fuero y qué es el huevo, porque en ello se sigue ramificando el razonamiento tendiendo al infinito. Pero, para evitar el vértigo, asentemos un primer paso importante: la pluralidad, que es valor constitucional primigenio.

Hablando de constitución, veamos otro fragmento de lo que nos rodea: la distinción, simplificadora donde los haya, entre constitucionalistas y no constitucionalistas, con sus límites fluidos también según quien sea el observador: hay desde luego anticonstitucionalistas confesos que, sin embargo, exigen la aplicación inmediata de ciertos artículos de la Constitución española (léase, el que proclama por ejemplo el derecho a una vivienda digna y adecuada, o el que subordina al interés general la riqueza del país); y hay otros, autodenominados con gran orgullo constitucionalistas, a los que da grima que sea la provincia la circunscripción electoral para las elecciones de los miembros de las Cortes Generales, porque creen que así les salen peor las cuentas.

Procuremos, de nuevo, algún tipo de asiento que nos dé cierto grado de seguridad en la mezcolanza de visiones que permite la pluralidad. En el caso que se acaba de esquematizar se parte de un documento cierto: la Constitución de 1978. La famosa legalidad, en definitiva, y en términos generales. A la que sin embargo debemos matizar, con otro argumento ¡ay! bastante desestabilizador: hay partes del texto constitucional que engañan al lector si se limita a leerlas y a no profundizar en cómo las ha ido interpretando el Tribunal Constitucional en estos treinta y siete años de jurisprudencia, por no añadir la del Tribunal de Justicia de Luxemburgo y, desde luego, la del de Estrasburgo.

O, cambiando de perspectiva, las manifestaciones del Obispo de Zamora el pasado Domingo de Ramos -que alguno ha calificado de "furibundas"- en contra de las tradicionales meriendas de los descansos de las procesiones del Jueves y del Viernes Santo -con colocación de vallas y seguratas incluidos, por lo que se refiere al jueves-. Unos piensan que el Obispo se extralimita, queriendo regular las libertades del que ocupa el espacio público, y otros confirman su afirmación de que no se puede convertir la Semana Santa en una romería festiva. No me dirán que este guindo no sea entretenido. No da abasto a comentar todo lo que se ve.

Pero empezamos hablando de métodos, que en sí mismos, como acabamos de ver, introducen sesgos en la interpretación, como si de encuestas se tratara -que luego se parecerán a la realidad? o no, eso ya lo veremos en su día-. En todo caso, me parece que las relativizaciones que podamos oponer no quitan un ápice de mérito a los nuevos esfuerzos cognitivos que tratan de ordenar lo que se ve, lo que se oye, lo que se toca, tal vez porque combinando puntos de vista nos podemos hacer cargo mejor de los distintos matices, aunque en el fondo todos nosotros sigamos viviendo en una versión transformada -para algunos, deformada- de un sublimado ideal.

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