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Trabaja por la justicia social
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Trabaja por la justicia social

Actualizado 20/02/2019
Juan Antonio Mateos Pérez

Lo que nos mueve, con razón suficiente, no es la percepción de que el mundo no es justo del todo, lo cual pocos esperamos, sino que hay injusticias claramente remediables en nuestro entorno que quisiéramos suprimir Amartya Sen El siglo X

Lo humano debe ser el pilar de los parámetros políticos y económicos, desde la dignidad de la persona y su participación activa en el bien común. Vivimos en una profunda crisis no solo de valores, las contradicciones del propio capitalismo, está provocando que la verdadera justicia social esté perdiendo su verdadero sentido. Los medios nos muestran cada día que muchos seres humanos carecen de importancia, son residuos donde su dignidad no cuenta. Para hacer presente los derechos más elementales necesitamos un fundamento ético global que nivele las desigualdades y pueda generar justicia.

La justicia social es un marco de reconocimiento y encuentro, una reivindicación en la que debemos estar unidos todos, creyentes y no creyentes. La justicia social tiende a asegurar el respeto y la promoción de los derechos para todos, principalmente para los menos favorecidos, inscribiendo estos derechos en las estructuras y en el funcionamiento de la sociedad. El 19 de noviembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas deciden declarar que el 20 de febrero de cada año se celebre el Día Mundial de la Justicia Social. Este año con el lema "Si quieres paz y desarrollo, trabaja por la justicia social".

La celebración de este día busca apoyar la labor de la comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos. Afirman las Naciones Unidas que la creación de empleo de mayor calidad y un mejor acceso al trabajo para el 40 por ciento de los más desfavorecidos podría significar un aumento de los ingresos y contribuir a que las sociedades estuviesen más cohesionadas y fueran más equitativas. Por este motivo, son importantes para prevenir conflictos violentos y abordar los desafíos posteriores al conflicto. Para las Naciones Unidas, la búsqueda de la justicia social universal representa el núcleo de su misión en la promoción del desarrollo y la dignidad humana.

Desde Platón se ha venido identificando la justicia con la felicidad, pero no se puede hablar de un orden social justo, si identificamos la justicia con la felicidad individual sino con una realidad colectiva. Esa justicia hoy se manifiesta en una dimensión globalizada, es una justicia social donde están relacionados entre sí los aspectos económicos, sociales y políticos. Para conseguir esa justicia, esa felicidad, es necesario erradicar la pobreza y el acceso al trabajo digno, conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y el acceso al bienestar sin discriminaciones de ningún tipo.

Recordábamos la semana pasada que el hambre y la pobreza están creciendo en nuestra sociedad. Estamos asistiendo a una nueva forma de capitalismo nómada gracias a las nuevas tecnologías, donde ya no se necesitan a los pobres y el enriquecimiento desorbitado y la pobreza tienen la misma raíz. Para ello apuntábamos la necesaria coordinación entre las diferentes autoridades, económicas, sociales, políticas, no solo en el ámbito nacional, sino también internacional. Buscar unas nuevas reglas de juego, así como un consumo responsable que respete la dignidad y promocione a los más desfavorecidos.

La Organización Internacional del Trabajo afirma que unos 150 millones de trabajadores en el mundo son emigrantes, un importante porcentaje de la mano de obra mundial. La pobreza, el hambre y el desempleo han determinado que muchos trabajadores y sus familias de países en desarrollo de África o América, se vean obligados a desplazarse a otros países para encontrar trabajo. Es necesario recordar que se debe garantizar una adecuada protección, así como generar oportunidades de igualdad en el acceso al trabajo.

Por otro lado, una sociedad y globalización justa, sería inalcanzable sin un trabajo decente. Pero debemos reconocer que, el proceso de precarización del trabajo y de empobrecimiento de los trabajadores ha sido una de las tecnologías desplegadas por el poder para la construcción de la nueva arquitectura mundial, que necesita sujetos dóciles, disciplinados y bien adiestrados en la normalidad del sistema económico predominante.

En un momento que la revolución tecnológica y la sociedad globalizada está modificando profundamente tanto el proceso productivo como las relaciones laborales, el trabajo es y debe seguir siendo un aspecto fundamental de la vida humana. Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida. Además, es necesario dignificar el trabajo con un salario justo, con el descanso correspondiente y crear un ambiente digno que no perjudica su salud física y moral. No menos importante es que el trabajador tenga una atención médica, una formación y promoción dentro del trabajo, así como seguridad social para la vejez o en caso de accidente. No es menos importante la necesidad de reunirse y asociarse, así como el derecho a la huelga para conseguir mejoras en sus condiciones de trabajo y en su situación social.

En el Día Mundial de la Justicia Social, es también necesario denunciar la constante precariedad laboral, además de buscar en el mundo de trabajo nuevas formas de solidaridad que, puedan dar respuestas a las nuevas situaciones creadas por el mundo globalizado, así como nuevas formas de asociacionismo ampliando el radio de acción y asumiendo nuevas responsabilidades. Estas deberán estar encaminadas a las nuevas formas de producción de la riqueza, defendiendo y reivindicando unas condiciones económicas, sociales, políticas y culturales que permitan a todos ejercer dignamente su derecho al trabajo.

Además de denunciar el trabajo indigno, también luchar por un mejor reparto de la distribución de los bienes. Denunciar y modificar la idolatría de los mercados que ha impuesto el modelo económico y social que antepone la libertad sobre la justicia, posibilitando la especulación sobre la distribución de las rentas, creando paro y precarización laboral. La dignidad humana, la solidaridad y la seguridad y la justicia social, son los cuatro puntos cardinales de cualquier trabajo decente y es una tarea que debe pertenecer a la sociedad entera.

Por último, en nuestra realidad globalizada debemos reclamar una nueva educación pluridimensional y democrática, que facilite el tránsito de la asistencia administrativa a la asociación multicultural. La educación puede ayudar hacer realidad la utopía de la cohesión social, ayudando a superar la pobreza y la desesperanza que provoca la misma a muchas personas que pueden quedar excluidas y desechadas. Para ello desplegar los cuatro grades pilares de la educación: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos. Una tarea para la que se necesita la vida entera.

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