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“Juan de la Cruz fue un guía de almas”
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ALBA DE TORMES

“Juan de la Cruz fue un guía de almas”

Actualizado 16/12/2018
Roberto Jiménez

El arzobispo emérito de Burgos y administrador apostólico de Ciudad Rodrigo, Francisco Gil Hellín, presidió la eucaristía con motivo de la festividad de San Juan de la Cruz en Alba

El pasado viernes 14 de diciembre, los Carmelitas Descalzos celebraron la solemnidad de su fundador San Juan de la Cruz, místico y Doctor de la Iglesia. En Alba de Tormes la comunidad de religiosos organizó un solemne Triduo en su honor los días 12, 13 y 14 de diciembre.

Entre los actos programados se incluía la visita del arzobispo emérito de Burgos y administrador apostólico de Ciudad Rodrigo Mons. Francisco Gil Hellín, que presidió la eucaristía con motivo de la fiesta de San Juan de la Cruz. Al finalizar la eucaristía, Francisco Gil visitó la celda dedicada a San Juan de la Cruz en el Convento de los Carmelitas de Alba y la exposición Vitor Teresa, donde se encuentra el códice de las obras del santo y el sillón utilizado por él, además de a

Durante los tres días, los fieles del santo pudieron venerar una reliquia del dedo de San Juan de la Cruzcustodiada en el Convento de los Carmelitas descalzos de Alba de Tomes.

Homilía de Francisco Gil Hellín

Queridos hermanos:

La solemnidad de San Juan de la Cruz, reviste especial importancia en este templo que guarda celosamente el sepulcro y las reliquias de Santa Teresa de Jesús. Ella fue la que invitó personalmente al santo a venir a la fundación de Alba en 1571, permaneciendo aquí este gran doctor de la iglesia durante varios meses, dedicado a la atención espiritual de las monjas y al trabajo de la construcción material del monasterio. Esta fundación teresiana, ha de considerarse, con verdadera propiedad, de los dos; de Santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz. Por todos estos motivos, debemos sentirnos privilegiados al celebrar esta fiesta, teniendo en cuenta que, contamos también con la presencia viva de estos grandes místicos del Carmelo, en sus magistrales escritos, en sus hijos e hijas y en todos los que nos alimentamos de esta rica espiritualidad.

Agradezco la invitación de los Padres y Madres Carmelitas de Alba de Tormes para presidir esta fiesta tan entrañable en el Carmelo y en esta Villa.

Encontrarse litúrgicamente con un santo tan grande como San Juan de la Cruz, tiene que sacudir la conciencia de los cristianos, porque es meterse de lleno en los misterios de nuestra fe experimentados y degustados por un hombre tan singular como el doctor místico.

Juan de la Cruz fue un guía de almas , a las que quería enamorar de Dios y de Cristo el Señor, y lo que estuvo haciendo durante su vida no se ha perdido sino que lo ha dejado incorporado en sus escritos. Nos bastaría leer en lo que llamamos sus Escritos breves esos dichos de luz, de amor, de discreción , para sentirnos impulsados y movidos a caminar por las sendas del amor más gratuito, más limpio de escorias. ¿Quién no conoce aquel pensamiento del Santo: en forma de oración?: "Oh Señor Dios mío! ¿quién te buscará con amor puro y sencillo que te deje de hallar muy a su gusto y voluntad, pues que tú te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean?". Aquí tenemos, queridos hermanos, algo así como un programa de vida cristiana para la obligación que tenemos de buscar a Dios, de ir encontrándolo y abrazándolo, seguros de que esto es posible, pues Él viene a nosotros y se anticipa, y ya sabéis que donde hay amor hay anticipación. ¿Y quién no ha oído ese otro pensamiento de San Juan de la Cruz?: "A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado, y deja su condición". Y ¿cómo ha ser amado Dios? Lo sabemos de sobra: con todo el corazón , con toda el alma, con todas las fuerzas. Si así lo hacemos aprobaremos en esa tarde a la que alude Juan de la Cruz.

Hoy que parece que nos cuesta tanto olvidar las injurias, que nos cuesta tanto perdonar ¿qué nos recuerda este dulce Santo hoy en el día de su fiesta?. Escuchemos: Dice así: "Tú Señor, vuelves con alegría y amor a levantar al que te ofende, y yo no vuelvo a levantar y honrar al que me enoja a mí". La fuerza de las palabras del Santo se encuentra en la obligación de imitar al Dios perdonador, al Dios de la misericordia, y desde ahí ser capaces de olvidar, ser capaces de borrar pensamientos de venganza, movimientos de ira contra el otro, y acogerle como a un hermano.

Qué más os puedo decir yo en esta Santa Misa: que nos acerquemos al altar con la devoción con que se acercaba Juan de la Cruz. No sólo es maestro nuestro por esos dichos de luz y amor que estoy recordando sino que lo es por sus versos, por sus poesías, por aquella que compuso en su cárcel de Toledo sobre la Fonte que mana y corre, y en esa fonte que cantaba en aquella oscuridad buscaba él a Cristo el Señor. Y sabéis que lo buscaba con toda el alma, con todas las ansias de su corazón pues estaba deseoso de decir la Misa y de comulgar y por eso en esa poesía en la que canta el misterio trinitario y eucarístico decía:

Aquesta viva fuente que deseo

en este pan de vida yo la veo,

aunque es de noche.

¿Deseamos los cristianos con ese ardor, con esa devoción, acercarnos a la Eucaristía? No sabemos que, como nos dice el Concilio en la Eucaristía tiene que encontrar el cristiano a su Señor, pues la eucaristía es el mayor y el mejor bien de la Iglesia peregrina, de la Iglesia en este mundo, porque en este Sacramento nos encontramos directamente con la persona de Cristo el Señor.

La fiesta de este santo está ya dentro del Adviento y de San Juan de la Cruz sabemos con cuánta alegría y fiesta celebraba y cantaba. En un romance que compuso en la cárcel de Toledo nos presenta a la Virgen María diciendo:

"y la Madre estaba en pasmo

de que tal trueque veía,

el llanto del hombre en Dios,

y en el hombre la alegría,

lo cual de el uno y del otro

tan ajeno ser solía".

Ya para terminar os pregunto y me pregunto ¿podemos nosotros esperar la venida del Señor con ese inefable amor de Madre con que lo esperaba la Virgen María? Yo diría que sí, y esto me llena de alegría, y digo que sí porque ya nos dijo Cristo que quien haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos es mi madre, y mi hermano. Así, pues, pidamos a San Juan de la Cruz y sobre todo a la Santísima Virgen que sepamos esperar con ese su amor tan grande, inefable la venida de su su Hijo y hermano nuestro Jesucristo.

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