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Generosidad (Cuento)
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Generosidad (Cuento)

Actualizado 25/12/2018
Isaura Díaz Figueiredo

Generosidad (Cuento) | Imagen 1

LA PEQUEÑA ESTRELLA

De entre todas las estrellas que brillan en el cielo?hay muchas más que arenas en la playa? siempre ha existido una más brillante y bella que las otras. Todos los planetas y los demás puntos luminosos la contemplan con envidia, algunos con admiración. Viéndose tan hermosa y alegre, cada anochecer se pregunta

? ¿Cuál será la misión que debo cumplir?

Para la hermosa estrella la respuesta fue pronta, en el caso de los humanos?es difícil saber cuando el ángel llama a la puerta.

Un grupo de ángeles se acerca a Estrella

?¡Corre! Ha llegado tu momento, el Señor te llama para encargarte una importante misión

Acude tan rápido como puede, ha de enterarse cuál será su lugar y cual el cometido que desempeñará. Nunca la estrella se sintió tan importante, aunque la llamada del ángel querubín, trastocara sus planes. Llena de orgullo, viste sus mejores brillos, mira y remira en el espejo y complaciente de sí misma? se dispuso a seguir a los ángeles y querubines. Brillaba con tal fuerza y belleza, que podía ser vista desde todos los lugares del universo y la tierra.

Un grupo de sabios, distraídos en predicciones y horóscopos, detienen los estudios y se deciden a seguirla.

?Debe llevar un mensaje importantísimo.

Durante días, la estrella siguió a los ángeles que le iban indicando el camino, se imagina que será la única luz en palacios, al verla gritarían de admiración? ¡Oh que bonita, e indispensable resulta!? Viviría feliz en grandes salas, teatros, la gente acudiría ansiosa a admirar su centelleante luz.

Pero cuando los ángeles se pararon, y con gran alegría dicen? "Aquí es"? La estrella no lo podía creer. No había ni palacios, ni castillos, ni teatros, ni mansiones, ni oro, ni joyas. Sólo un pequeño establo, abandonado, sucio y maloliente.

? ¡Ah, no! ¡Eso no! ¡Por aquí no paso! ¡Yo no puedo desperdiciar mí brillo y mí belleza alumbrando un lugar como éste!... ¡Quitaros de ahí engañadores! ¡Nací para algo mucho más grande!

Y aunque los ángeles trataron de calmarla, incluso le prepararon una infusión de polvos estelares, calmante de las neuras más fuertes, su furia creció y creció, llegó a acumular tanta soberbia y orgullo en su interior, que comenzó a arder, consumiéndose en sí misma?desapareció sin que a nadie le importara.

¡Menudo problema! Tan sólo faltaban unos días para el gran momento, y se habían quedado sin estrella. Los ángeles, presos de pánico, corren al Cielo a contar a Dios lo que había ocurrido, después de meditar un momento dijo:

?Buscad a la más pequeña, a la más humilde y alegre de todas las estrellas que encontréis.

Sorprendidos por el mandato, pero sin dudarlo ni un instante de la Eternidad, bien saben ellos como se las gasta Dios?Dice aquí y ahora y ya está, buscas la solución por el lado que desees pero ha de estar YA?Los ángeles vuelan por los cielos en busca de la más diminuta y alegre de las estrellas. ¡De pronto ?! Estaba casi oculta en un rincón, cantando y bailando, mientras las ancianas cuentan historias de sus antepasados. Es una estrella pequeñísima, tan pequeña como un granito de arena. Se sabía tan poca cosa, que no daba ninguna importancia a su brillo, y dedicaba todo el tiempo a jugar, reír y charlar con sus amigas. Cuando llegó ante el Señor, estaba muy atemorizada y nerviosa, Dios mostró su cara amable y con voz tierna y dulce dijo:

?Eres la estrella ideal, la más maravillosa y brillante, la elegida por su belleza y gran tamaño se consumió por soberbia. He pensado en ti, humilde, dicharachera y la más alegre del firmamento, serás la indicada para ocupar su lugar y alumbrar el hecho del que se hablará por todos los siglos:

El nacimiento del Hijo de Dios en Belén.

Tanta emoción y alegría sintió la estrellita, que se olvidó de lo insignificante que era, y que por más que lo intentara, no era capaz de brillar más allá que una luciérnaga.

?Claro? se dijo?cómo no lo habré pensado antes de aceptar el encargo de Dios y seguir a los ángeles a Belén. ¡Si soy la estrella más pequeña! Es totalmente imposible que yo pueda hacerlo tan bien como aquella grande y brillante... ¡Que pena que se volviera soberbia y orgullosa! ¡Desaprovechar una ocasión tan especial?!

Entonces pensó de nuevo?Todas las estrellas del mundo, estarían encantadas de participar en algo único.

Y sin dudarlo, surcó los cielos con un mensaje para todas sus amigas:

Querida estrellas, es veinticuatro de diciembre, a medianoche, me gustaría compartir con vosotras la mayor gloria que puede haber para una estrella: ¡Alumbrar el Nacimiento del Niño Dios! Os espero en el pueblecito de Belén, junto a un pequeño establo.

Un beso estelar de vuestra amiga

Estrellita

Ninguna de las estrellas rechazó tan generosa invitación. Y tantas y tantas se juntaron, que entre todas formaron la Estrella de Navidad más bella y luminosa que se ha visto. Aunque a nuestra estrella a penas se la distinguía, Estrellita, está feliz. Dios, encantado por su excelente servicio, en premio por su humildad y generosidad, convirtió a Estrellita en una preciosa estrella fugaz, otorgándole un don:

?Todo ser humano que vea tu bellísima estela brillar en el cielo, el sueño que pida será cumplido.

Amigos, otra Navidad llega a nuestro corazón, recibamos el Nacimiento del Señor con alegría, humildad y compromiso, atrás deben quedar los engreimientos y narcisismos. ¡Feliz Nacimiento!

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