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Luis Felipe Comendador, humanismo pequeñito, infinita grandeza
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POETA BEJARANO

Luis Felipe Comendador, humanismo pequeñito, infinita grandeza

Actualizado 16/09/2018
Charo Alonso

"Desde 1992, con nuestra asociación intentamos dar una colleja al mundo, porque hay que hacer literatura, hay que hacer cultura, hay que hacer solidaridad?"

Luis Felipe Comendador, humanismo pequeñito, infinita grandeza   | Imagen 1En el corazón antiguo de Béjar, granito, cristal, miradores y soportales, la imprenta del poeta Luis Felipe Comendador tiene las puertas de su mercadillo solidario abiertas. Abiertos los brazos, abierto el poema de versos contundentes. Líneas de exquisita perfección formal y cultos arabescos que se mezclan con la voz coloquial y la cercanía de un Ángel González con el que comparte la certeza y la mirada azul de hombre bueno, de hombre grande. Altura de miras y abrazo que acoge, charla interrumpida por unos y otros: "Luis Felipe, tengo el maletero lleno de juguetes" le dice una mujer en la puerta y ahí me deja, en medio del afecto, "Jo, qué bonito, vamos a por ellos".

Charo Alonso: ¿Qué significa "sonarbique", Luis Felipe? Aparte de tu revista literaria 'Cuadernos del sonarbique'.

Luis Felipe Comendador: Es una palabra que procede de Berrocal de Huebra, significa colleja y parte de una historia muy bonita, la de un abuelo y un nieto de Berrocal. El nieto era huérfano y el abuelo, que cuidaba de él, estaba postrado en su lecho de muerte cuando el chico le dijo "Abuelo, si tú te mueres yo también". Entonces el abuelo se levantó y le dijo "Calla ya, bobeco" y le dio un sonarbique, es decir, un golpe en la cabeza, una colleja para que espabile uno.

Ch.A.: ¿Y a quién le darías tú una colleja?

L.F.C.: Desde 1992, con nuestra asociación intentamos dar una colleja al mundo, porque hay que hacer literatura, hay que hacer cultura, hay que hacer solidaridad?

Ch.A.: ¿Cómo empezó tu ONG, SNQ Solidario?

L.F.C.: Yo era colaborador de una Organización muy grande, la de Paca Sauquillo, que se llamaba MPDL, Movimiento para el Desarme y la Libertad, y quedé muy decepcionado de cómo funcionaban las grandes organizaciones, por eso quise hacer algo yo solo que no fuera tan grande, por eso lo llamamos "humanismo pequeñito". Y lo hacemos junto con la cultura, con microproyectos, ahora estamos en el empeño de una biblioteca.

Ch.A.: ¿Por qué en Perú?

L.F.C.: Por una amiga poeta peruana. Yo había trabajado en Tanzania, pero buscaba entenderme bien con la gente porque en África no tenía los canales precisos para hacerlo, me faltaba la lengua ya que ni en francés hablábamos el mismo idioma. A Perú llegué con Lorena Pajares, que trabaja en la Judicatura de Trujillo y a través de ella conocí la situación de pobreza extrema de la gente de los Cerros. Entonces me di cuenta de que la gente en América Latina come en la calle y hay un montón de carritos de comida que son todo un negocio, los carritos de salchipapas y como soy un pijo de cojones, pensé en un carrito con más cosas, no solo para llevar comida, sino para hacerla bien. Busqué a un fabricante de carritos y le dije, vamos a diseñar otro tipo que tenga el doble de cosas? y de ahí surgió la idea.

Ch.A.: Es un ejercicio no de caridad, sino una propuesta de negocio?

L.F.C.: Es una idea muy útil porque no se trata de caridad, para mí solo existe la palabra justicia. Todo se debe basar en un intercambio en todo el proceso, es decir, yo te doy y tú me das. Es como todo esto? tú me das algo que te sobra en tu casa, y yo aquí lo monetarizo vendiéndolo muy barato y ese dinero va a quienes reciben el proyecto y mejoran su vida.

Ch.A.: Ese es el mecanismo de tu mercadillo solidario ¿Y la cultura?

L.F.C.: También, aquí el que viene a exponer no cobra, y cede parte de su obra, como el que viene a cantar, a hacer cultura? lo disfrutamos y ponemos una hucha para que cada uno entregue lo que quiera. Con ese dinero hacemos adquisición de lo que sea necesario y se lo damos a estas familias que no lo reciben por nada, hacen algo a cambio. Y lo que hacen, por ejemplo, es llevar a sus hijos a la escuela.

Ch.A.: ¿Y de verdad llevan a sus hijos a la escuela?

L.F.C.: Claro, les obligamos a llevarles a la escuela, a llevarles limpios, con su lonchera, con sus libros? Les entregamos un carrito completo, con una primera compra de comida, y ese carrito tiene la capacidad de multiplicar la inversión por tres. Si vale la comida que se compra para cocinar en él cien soles, se logran en un día de trabajo, trescientos. Es un negocio, pero tienen que comprometerse y uno de esos compromisos es llevar a los niños al colegio.

Ch.A.: ¿En alguna ocasión os han fallado en ese compromiso?

L.F.C.: Pocas veces. Se hace un seguimiento y a veces, pocas, sabemos que lo han vendido, pero siempre por una razón, porque han tenido que comprar comida o medicinas, entonces miramos hacia otro lado. El carrito es una forma de que la familia tenga un pequeño negocio, una posibilidad, salen adelante y buena prueba de ello es que cuando tienen algo de dinero mejoran sus condiciones de vida. Mira, sus casas están construidas con adobe y plástico, y en el adobe crudo anida un mosquito que llaman el zancudo que provoca pequeñas diarreas y dolores de estómago constantes. Te pica y estás malito, no puedes trabajar bien, vivir bien? Si ganas con el carrito de salchipapa tienes para comprar cal y encalas el adobe, pero claro, te das cuenta de que el zancudo sigue anidando en las casas vecinas, por eso compran un poquito más de cal y encalan la casa que tienen a ambos lados? Vas a los cerros y es todo marrón, pero de repente ves tres casitas blancas y sabes que es de la gente que tiene el carrito de SBQ. Con estos proyectos te suceden cosas muy bonitas.

Ch.A.: ¿Vas a menudo a seguir estos proyectos?

L.F.C.: Voy cuando Dios quiere, porque todo lo que sacamos va íntegramente a los proyectos, no a pagarme viajes a mí. Voy cuando me invitan como poeta a Festivales de Poesía, o como ahora, que participo en un congreso de microproyectos en Lima y me pagan el viaje. Lo importante son los proyectos y el proyecto estrella es este de los carritos, aunque tenemos otros como los camiones cisterna de agua o la colaboración de dentistas o médicos que van a los cerros a ocuparse de los niños. Mira, te voy a enseñar la libreta de los proyectos secretos.

Luis Felipe Comendador, humanismo pequeñito, infinita grandeza   | Imagen 2Ch.A.: ¿Y por qué son secretos?

L.F.C.: A mí me gusta que la gente sepa lo que hacemos con su dinero, con su aportación, todo está consignado, quiero que la gente sea consciente. Pero hay cosas que es más difícil seguir, como este. Mira, en el Hospital de Belén los médicos hacen la visita y el diagnóstico, eso es lo que le obliga el sistema sanitario. Pasan a ver a los enfermos y en la parte de debajo de la camita donde está el niño escriben el tratamiento y la medicina que tienen que tomar. Ahí acaba la labor del médico, entonces los padres se ponen a pedir en la calle, al lado de la farmacia del hospital donde hay que comprar el instrumental y las medicinas, sino, no hay operación, ni tratamiento, ni nada? nosotros ahora estamos ocupándonos de algunos casos, pagando la operación por adelantado, el instrumental, las medicinas? les visitamos, les llevamos juguetes? mira, este niño no salió adelante y tuvimos que comprar el ataúd, porque si no lo llevas, no te entregan el cuerpo. A este niño lo perdimos. Este trabajo normalmente es más difícil de seguir y no lo ponemos.

Ch.A.: Hablas en plural, pero eres tú quien lleva todo. ¿Qué pasa si tú no estás?

L.F.C.: Tenemos simpatizantes que tienen que tener la seguridad de que hacemos cosas con su dinero, pero sí, es una ONG muy personal. Yo lo que querría es que otras personas me imitasen, imagina que esto lo hacen cuarenta o cincuenta personas, y no es tan difícil, se trata de gestionar, saber qué hacer? pero la gente prefiere dar el dinero y que otro se encargue. Nosotros trabajamos con proyectos, cuando se acaba el proyecto se puede acabar todo. Cerramos proyectos y vamos a otra cosa? y a veces es más agotador subir el mercadillo a internet que gestionar un proyecto, pero hay que hacerlo todo y atender a la gente que se interesa por nosotros.

Ch.A.: Te dirán que te ocupas de la necesidad de lejos habiendo necesidades aquí?

L.F.C.: Es que también gestionamos cosas aquí. Mira, en Perú con cuarenta euros puedes hacer muchas cosas. Aquí hay que trabajar de otra manera porque a la gente que lo necesita le puedes hacer daño dándoles? hay gente que no come por no ir a pedir y por suerte tenemos personas y entidades que son capaces de dejarles a la puerta la bolsa de la comida para que no pasen vergüenza. Yo, sin embargo, no tengo ninguna vergüenza en pedir, es más, si tuviera hambre, robaría.

Ch.A.: Me acabas de dar un titular. ¿Qué prefieres, ser nombrado hijo predilecto de Béjar o poeta laureado?

L.F.C.: Es mejor ser Felipe Comendador, lo mejor es ser un hombre entre los hombres.

Ch.A.: Ay Felipe?

L.F.C.: Claro, que aunque no he buscado nunca un premio literario si está bien dotado, mejor.

Ch.A.: ¿Qué hace falta para ser un poeta reconocido aparte de escribir bien? Y eso lo haces con creces.

L.F.C.: Hacen falta contactos, amistades, que te deban favores, que vayas a cursos de verano. Hay que tener colegas e influencias en los jurados. Y si además de tener colegas encima te sale un libro bueno ya ni te cuento.

"La crítica no busca lo novedoso, lo interesante, sino que pone bien a los suyos"

Ch.A.: ¿Por qué te gusta tanto Catulo, Luis Felipe?

L.F.C.: Porque yo soy muy taquero, muy canalla, pero no en la realidad, sino en la cabecita. Soy muy canalla de cabeza. Catulo es un maestro, es de una claridad meridiana capaz de decirte poéticamente que eres un imbécil.

Ch.A.: ¿Piensas que se escribe y publica en exceso?

L.F.C.: Es una locura, sobre todo con fenómenos como Twiter ¡Si toda la vida ha existido el aforismo, el apotegma! Llega esto y parece nuevo y lo hace mal, en ocasiones es auténtica bazofia. Al lector ya le cuesta seleccionar y como tampoco hay una crítica seria, sino que se limita a glosar a los de su cuadra? La crítica no busca lo novedoso, lo interesante, sino que pone bien a los suyos. Es el amarillismo literario con críticos sometidos y autores que tienen una editorial detrás como Visor e Hiperión a las que les interesa vender. Hay mucha mierda y la culpa de todo la tienen las editoriales grandes, las pequeñas y medianas no, porque publican un poco de todo y equilibran.

Ch.A.: Has publicado mucha poesía y muy poca novela?

L.F.C.: La novela es una buena novela si deja indicios, no me interesa tanto la historia, sino el indicio, que en el poema es el primer verso o el final. Si tú consigues hacer ese verso que es capaz de hacer crecer algo en ti ya está. Se trata de que a partir de mi experiencia vital entres en ese mismo mundo poético y mi forma de amar, por ejemplo, acabe siendo tu forma de amar.

Ch.A.: ¿A quiénes lees?

L.F.C.: Yo ahora te recomiendo a Abraham Gragera, leélo. Actualmente me intereso por el género diarístico, leo diarios de escritores y ahí veo ahora lo que quiero ver.

Ch.A.: ¿De ahí que escribas un blog, una especie de diario? ¿Por qué usas el nombre de Savonarola en el título?

L.F.C.: Me gustó la historia de Savonarola, quería darle la vuelta al mundo, me gustó eso, si no incendias, que te incendien. Yo soy muy contradictorio, un tío que va recto por el mundo no me interesa, puedo tener ahora una idea y luego, tras una búsqueda u otra respuesta, tener otra. Mirad, estamos preparando un concierto de música peruana, así funciona esto, son redes de afecto, de interés por comunicar.

Ch.A: ¿Y el público participa, acude? Oye, Luis Felipe. ¿No sales de Béjar?

L.F.C.: Acuden, participan ¡Y es que no cobramos! Y yo sí salgo aunque son los amigos los que hacen el viaje. Puedes venir un día y encontrar a Luis Pastor aquí a la puerta, esto es como Velintonia, son ellos los que vienen a verme. Ahora voy a Valladolid a hacer un taller y una exposición, mira, cogemos los libros y los tuneamos.

Ch.A.: Tienes una imprenta, pintas? ¿Eres familia de Pérez Comendador, el escultor? Luis Felipe, ¿con qué disfrutas más, con la escritura o con el dibujo? ¿Es cierto que eres licenciado en Biología?

L.F.C.: Si, familia lejana por parte de padre. Yo empecé echando mano en una imprenta y al final nos la quedamos, eso me ha enseñado mucho a la hora de diseñar libros, mira, ahora estoy haciendo pintura con el ordenador de tema mexicano. La verdad es que lo que más disfruto es el dibujo. Y sí, estudié biología.

Ch.A.: ¿Y dónde aprendiste dibujo?

L.F.C.: En ninguna parte. Yo soy un culo de mal asiento, tengo que estar continuamente haciendo cosas, el problema es que lo tengo que terminar en el día. Aquí me paso las horas trabajando cuando se va todo el mundo, escribo y dibujo en la oscuridad y durante todo el día ya ves lo que hay aquí, ahora nos vamos a llevarle a una familia una silla de bebé?

Ch.A.: ¡Este mercadillo es un lugar de encuentro! Me llevo este libro, Luis Felipe.

L.F.C: Empezamos con los libros solidarios y la gente que me traía libros decía ¿Y si te traigo unos cassettes, otras cosas? Y ahora mira, me voy a cazar tesoros? Volved cuando queráis, yo estoy aquí siempre.

Luis Felipe Comendador, humanismo pequeñito, infinita grandeza   | Imagen 3Entra y sale la gente que no cesa, vuelan las páginas, los objetos riman y más allá, la montaña es verde, fresca, plena de luz y de certezas. Sólido como el berrocal en el que se tallan los pilares de la piedra, azules los ojos que atraviesan un océano para llevar lo que falta, lo que sobra, lo que cose, lo que casa, lo que sutura, lo que llena. Y la luz, de una claridad como este hombre grande, este poeta de talento ingente y generosidad de cordillera, enciende a quienes nos atraviesa. Privilegio de hombre, honor de poeta.

Texto: Charo Alonso

Fotos: Carmen Borrego

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