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Pregón de Miguel Ángel González en Valdemierque
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FIESTAS DE SAN ROQUE

Pregón de Miguel Ángel González en Valdemierque

Actualizado 20/08/2018
Roberto Jiménez

Texto integro del pregón pronunciado por el prior de los Carmelitas Descalzos en las fiestas de la localidad

Muy queridos habitantes de Valdemierque, pintoresco pueblo de las tierras de Alba desde sus inicios en la Edad Media. Me siento muy honrado desde que recibí la petición de hacer este pregón. Tengo que agradecérselo al Señor Alcalde, a las autoridades municipales, a todos los que colaboráis con tanta ilusión en el engrandecimiento de estas fiestas de San Roque, a todos los aquí presentes.

Es un honor para un carmelita descalzo pregonar estas fiestas, en esta tierra que vio nacer al Carmelita Descalzo Mártir en Madrid Gabriel de San José. Santo hermano antes del martirio que se acrisoló en el amor dando la vida y perdonando como testigo del Evangelio. Merecida es la placa que se le dedicó en la Plaza de España de Madrid. Es un privilegio por mi parte aportar un pequeño grano de arena.

Vaya por delante mi más sincera satisfacción por vuestra presencia aquí en este pregón, acto de apertura y comienzo de las fiestas patronales de San Roque 2018.

TRES VERDADES TROQUELAN ESTE PREGÓN; tres verdades del pasado, del presente y del futuro.

1.- RECUERDO EMOCIONADO A LOS QUE SE FUERON Y VIENEN. Rememorando el pasado.

2.- BELLEZA DE VALDEMIERQUE. Aludiendo al presente, sobre todo en sus mujeres.

3.- QUE SAN ROQUE PEREGRINO NOS GUÍE POR EL CAMINO: Proyectando el futuro en clave de plegaria:

1.- Recuerdo emocionado a los que se fueron y vienen: Rememoremos la escena en la que un hijo anuncia a su madre la partida del pueblo que le vio nacer:

Aquella tarde, al decirle

que me alejaba del pueblo,

me miró triste, muy triste,

vagamente sonriendo.

Me dijo: ¿Por qué te vas?

Le dije: Porque el silencio

de estos valles me amortaja

como si estuviera muerto.

-¿Por qué te vas?

- He sentido

que quiere gritar mi pecho,

y en estos valles callados

voy a gritar y no puedo.

Y me dijo: ¿Adónde vas?

Y le dije: A donde el cielo

esté más alto y no brillen

sobre mí tantos luceros.

La pobre hundió su mirada allá

en los valles desiertos

y se quedó muda y triste,

vagamente sonriendo.

Aquellos que se marcharon, algunos hace ya mucho tiempo, vuelven a Valdemierque por San Roque. La sonrisa vaga del poema de Juan Ramón Jiménez se transforma en abrazo entre parientes, carcajadas entre amigos durante estos días. Un tema, el del retorno de quien marchó, que aparece en todos los pregones de las fiestas de un pueblo.

Una asignatura, la de nuestros recuerdos, que hace que vuelva a ser cierto el verso manriquenño, que dice que todo tiempo pasado fue mejor. La melancolía sosegada terminará con la alegría propia de estas fiestas entrañables.

2.- Belleza de Valdemierque: Aludiendo al presente, sobre todo en sus mujeres:

No pueden ver el mar la solitaria y melancólica Castilla ni las leonesas encinas de humildad y fortaleza de estas hondonadas. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos barrancales pedregosos; de estas tierras rojizas. No pueden ver el mar pintado en esta tierra estos tu campos, Valdemierque,. Pero apunta hacia el cielo tu espadaña, donde tu iglesia vieja, que recoge los versos, de plegarias de antaño y evoca las canciones que al cielo dirigieran tus sabios labradores.

Estos labriegos secos, de faces polvorientas, no contemplan el mar; ven la llanada de las mieses, miran la largura monótona de los surcos.

Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de la Virgen Purísima en diciembre, que vela por los que salen en las barcas del mar de cada día; van por las callejas en busca de sus devociones, miran al cielo en los días borrascosos y piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas del mar de cada día, sino que las nubes no despidan granizos asoladores sobe los campos de enceradas mieses.

Madres, mujeres fuertes, que veláis con amor por vuestros hijos, en silencio bienhechor. Sois claro ejemplo de lo que el poeta salmantino José María Gabriel y Galán cantó de vosotras en sus versos del Ama:

Una sencilla labradora, humilde,

hija de oscura castellana aldea;

una mujer trabajadora, honrada,

cristiana, amable, cariñosa y seria,

trocó mi casa en adorable idilio

que no pudo soñar ningún poeta.

Todo lo pudo la mujer cristiana,

logrólo todo la mujer discreta.

¡Qué placido el ambiente,

qué tranquilo el paisaje, qué serena

la atmósfera azulada se extendía

por sobre el haz de la llanura inmensa!

La vida era solemne;

puro y sereno el pensamiento era;

sosegado el sentir, como las brisas;

mudo y fuerte el amor, mansas las penas

austeros los placeres,

raigadas las creencias,

sabroso el pan, reparador el sueño,

fácil el bien y pura la conciencia.

¡Qué deseos el alma

tenía de ser buena,

y cómo se llenaba de ternura

cuando Dios le decía que lo era!

La belleza solemne de estas tierras, se engrandece con la hermosura de los corazones de las madres y esposas de esta tierra.

Ya no tenemos viejecitas de esas de negro, manos pajizas y novena continua. Ni labriegos de esos tan arrugados, agarrados a la madera de una azada. Hemos ido caminando los años y hemos perdido, en cierto modo, la sensación del paso del tiempo, la sensación de la corriente perdurable de las cosas, que diría el literato Azorín.

3.- Que San Roque peregrino nos guie por el camino. Proyectando el futuro en clave de plegaria:

San Roque nacido en Montpellier, del Languedoc, en Francia, adquirió fama de santidad peregrinando piadosamente desde Lombardía y curando por toda Italia a los afectados de peste.

Un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad. Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos.

Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.

En clave de plegaria de futuro, miremos a San Roque como médico que sane nuestros males del cuerpo y del espíritu. Nos libre de peste y males, teniendo por tales la falta de amor y de paz en los corazones y en las familias. Que San Roque libre a todos de la peste y el mal del desamor y la falta de paz. Esto entendemos por peste y males. Muchas pueden ser hoy las pestes que nos amenazan y de las que pedimos libranza a tan gran santo patrón de Valdemierque.

Pues médico eres divino

con prodigiosas señales.

Líbranos de peste y males

Roque, Santo y peregrino.

Señorío y noble cuna

te dio en Montpellier el Cielo

y en Ti gravó tu desvelo

claro anuncio su fortuna.

Contra el mundo con espanto

tan temprana guerra empieza,

que entre ayunos y asperezas

eras niño y eras santo.

De doce años a tu tío

dando a los pobres tu hacienda,

su cuidado le encomiendas

vasallos y señoríos.

De Roma por los caminos

peregrino y pobre sales.

Líbranos de peste y males Roque, Santo y peregrino.

Y cuándo tú te encontraste

la gente apestada y triste,

cruces sobre ellos hiciste

y al instante los sanaste.

Olvidado de las gentes

solo en un monte viviste

y un perro con pan te asiste

con que la vida sustentes.

Vuelves por fin a tu tierra

y nadie te conocía.

tu tío te juzga espía

y en una cárcel te encierra.

Pídele a Dios pues lo eres

ser de la peste abogado

y así Dios te lo ha otorgado

y herido de peste mueres.

Oh Roque patrón divino

de pueblos universales.

Líbranos de peste y males

Roque, Santo peregrino.

Ha llegado la fiesta, ya está aquí San Roque. Roque significa fuerte y firme como roca; seámoslo nosotros, fuertes y firmes en el amor y la paz.

Disfrutad de la fiesta, saltad, bailad, que estáis en su Valdemierque, un lugar para empezar a soñar.

Con un acróstico, comenzando cada verso con las letras que forman las palabras San Roque, terminamos este pregón:

Santo andante eres y celestial peregrino,

Añoramos aquí tu excelso camino

No queriendo olvidar tu caminar divino.

Roque te aclamamos y aquí te miramos,

Ojos alegres de miradas cálidas.

Queremos sembrar la paz cuándo amamos

Un Valdemierque mejor te entregamos

En estas tus fiestas que hoy comenzamos.

¡Viva San Roque! ¡Viva Valdemierque! Muchas gracias.

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