¿Será posible la unión sin la Unión?

Hace un mes, uno de los tres proyectos (¿o eran dos?) con vocación de fútbol profesional en la ciudad se veía truncado por una sentencia del Tribunal Supremo. Lo de cambiar la ubicación de las letras UD en una bufanda no era la solución. Lo de que una inmobiliaria mallorquina engendrara un equipo de fútbol para Salamanca no se ajustaba a derecho. La fontanería administrativa que hacía desaparecer por arte de magia las deudas y dejaba estadio y plaza en Segunda B no valía. Claro, es que consistía en examinarse de la Selectividad extremeña para acceder a cuarto de Medicina con matrícula de honor en las asignaturas de los tres primeros cursos: un escándalo (nótese la ironía). Ante ese plan tan discutible, los políticos locales (gobierno y oposición) y buena parte de la prensa no discutieron. Total, la ciudad despidió a la Unión Deportiva sin apenas duelo y éramos cuatro gatos los que recibíamos en el Helmántico a Coruxos y Caudales. Se podía dejar morir al club histórico sin miedo al conflicto. Incluso algunos periodistas, ¡con un par!, dieron en denominar sin rubor "el Salamanca" a algo que no era "el Salamanca" y que los ciudadanos conocíamos popularmente como "el equipo de Hidalgo". Finalmente, este proyecto ha naufragado, y ya ni tenemos ni UD Salamanca ni tienen Salamanca UD. No eran lo mismo y ya no son nada. La bufanda de la primera es un tesoro de nostalgia en los cajones y la del segundo nunca se tejió. A algún periodista le he escuchado reconocer su error; a los políticos no, eso jamás. Roma locuta, causa finita.

El filial blanquinegro, "el Salmantino", a decir de algunos, no desaparecía aquel doloroso 18 de junio de 2013, tampoco su cantera: "el Salamanca juvenil", "el Salamanca cadete"? transformados en "el Salmantino juvenil", "el Salmantino cadete"? Poco importaba que el Salmantino CF fuese fundado semanas después de desaparecida la UD Salamanca, de la que era filial desde 1952 el CD Salmantino (el de 1943). Así lo entendió la Audiencia Provincial cuando declaró nula esa transferencia de derechos de competición: el nuevo Salmantino no podía ser "el Salmantino". Los equipos del nuevo club (el Salmantino CF de 2013) tuvieron que pasar a la última categoría como cualquier hijo de vecino y, desde ahí, ir subiendo categorías. Esa opción de fundación para competir desde abajo, adoptando en este caso la estructura de un club de socios y no de un grupo pequeño de propietarios, fue la elegida por Unionistas de Salamanca CF, creado igualmente en agosto de 2013, a partir de la plataforma de aficionados que buscó promover la salvación de la UD Salamanca. Unionistas disputará esta temporada la liga de Tercera División después de dos ascensos en sus dos primeras campañas. El Salmantino CF jugará la liga de Regional en el Estadio Helmántico, adquirido en subasta por un empresario mejicano del que se desconoce si también arropará al club con otras inversiones además de cederle el campo que fuera propiedad de la Unión. Parecía que este Salmantino de 2013 estaba llamado a ser el filial del "equipo de Hidalgo". Ahora, algunos de los que apoyaron aquel intento, se aferran al "equipo del mejicano". Los políticos locales, a los que no interesó sumar el Estadio Helmántico al patrimonio municipal, seguramente se cuenten entre ellos.

Desde mi condición de socio y aficionado de Unionistas, escogida porque me pareció la propuesta más respetuosa con las reglas deportivas y menos emuladora de la Unión (ni en denominación ni en uniforme resulta equívoca, incluso en su escudo se deja constancia de que la UDS desapareció en 2013), abogo por la unificación con el Salmantino CF. Por sentido común. Porque si Salamanca no fue capaz de sostener a un club de 1923, histórico del fútbol español, en Segunda B, difícilmente sostendrá a dos equipos fundados en 2013 en Tercera y Regional. Porque ninguno de los dos es Sociedad Anónima y habrá una fórmula para que los empresarios ilusionados con el Salmantino CF, o incluso Juan José Hidalgo, puedan ilusionarse con un club de toda la ciudad, abierto y participativo, de accionariado popular. Porque esa rivalidad supuesta entre Unionistas y Salmantino es artificial, no ha calado afortunadamente, más allá de una docena de adictos a comentar en los digitales. Porque la Unión merece un relato de su historia que no mezcle términos ni engañe, que parta del reconocimiento de que ya no existe. Porque el Ayuntamiento, aunque no apoquine si no puede, pese a lo barato que el Helmántico se fue para Méjico, debe tender puentes y hacer ciudad, no alentar divisiones. Porque Salamanca seguramente merecería un equipo que nunca bajara de Segunda y frecuentase la Primera, pero sobre todo, necesita proyectos que nos impliquen y nos comprometan, entre nosotros y con la deportividad y la sostenibilidad. Porque apuesto por un club deportivo que no se empeñe para fichar medianías, que no se endeude hasta dejar a deber millones a Hacienda, que pague su salario a jugadores y empleados, que no dependa de magnates, que anteponga lo dicho a la peligrosa seducción de la LFP y que aúne a los futboleros de la ciudad sin absurdas rivalidades.