Protagonistas, los niños

En la constitución del Congreso de los Diputados el pasado miércoles, llamó la atención la presencia en el hemiciclo de una madre con su hijo pequeño en brazos a lo largo de toda la interminable sesión. ¿Intención de llamar la atención? ¿Reivindicación de la posibilidad de compaginar el trabajo con la maternidad? Quizá sea buena esa reclamación pero ¿no podrá considerarse una manipulación de la infancia al servicio de intereses particulares, aunque sean legítimos?

La falta de nacimientos entre nosotros y el envejecimiento consiguiente está llevando a nuestra sociedad a un tremendo desafío y a una deficiencia del equilibrio de la vida, con las consiguientes consecuencias de la inversión de la pirámide del crecimiento humano, que pone en riesgo la posibilidad del sostenimiento de la financiación de los subsidios sociales de nuestros mayores, frente a las deficiencias de la sostenibilidad del bienestar social por parte de los trabajadores más jóvenes.

El tener renovación vital y el sostenimiento de las generaciones infantiles es algo esencial, no sólo por las consecuencias económicas, sino porque necesitamos vernos reflejados en los más pequeños y colmar nuestra vida de adultos de la sensibilidad y atracción propia de la vida que continúa y regenera nuestros sentimientos y esperanzas.

Ya es lamentable que los pocos niños que nacen entre nosotros lo hagan a edades tardías de sus padres. También es de pena que perdamos la confianza en los hijos ?cada hijo viene al mundo con un pan debajo el brazo, decían nuestros mayores?o que incluso a veces lamentemos que nuestros hijos vayan a vivir con sufrimientos y carencias ineludibles. Necesitamos tener hijos para renovar nuestras alegrías y nuestras esperanzas.

La pena es que a veces abusamos de la debilidad de nuestros hijos, aunque proclamemos los derechos de la infancia. Los abandonamos, los maltratamos, los sometemos a prácticas de pederastia, incluso en ambientes eclesiales, que están exigiendo lo que hoy se llama "tolerancia cero".

Terrible es la venta, el tráfico de verdaderos esclavos, y los abusos y vejaciones de todo tipo sobre los menores. ¿Y qué decir de la tremenda práctica de utilizar en las múltiples guerras a los niños soldados? Con las graves consecuencias y traumas de los que es dificilísimo ayudar a salir a tantos niños y niñas a los que han sometido a las terribles experiencias de la guerra. De esto conocen bastante algunos de nuestros misioneros que se han dedicado a redimir de tan tristes experiencias a los incontables niños de la guerra.

Y multitud de niños se pudren y se mueren de pura hambre en los campamentos de refugiados de África y especialmente del Asia próxima. Los mayores sufren esas consecuencias del hambre y de la falta de medios de salud. Pero la situación afecta mucho más a la debilidad de nuestros niños. La UNICEF es el organismo de las Naciones Unidas que se dedica al rescate de la infancia pobre y marginada. Hay que alabar este instrumento social y político que tanto colabora a la liberación de incontables niñosinfortunados.

Es un laudable organismo de mediados del siglo veinte, que lleva grandes medios de ayuda y dignidad a favor de los niños más pobres y desfavorecidos. Pero no puedo menos de recordar aquí que la organización más antigua a favor de los niños no es la UNICEF, sino precisamente la Obra Misional Pontificia de la Santa Infancia o Infancia Misionera, una obra de mediados del siglo XIX, que trata de que los niños de cualquier parte del mundo puedan descubrir y ayudar a otros niños. Hasta los niños de los países más pobres de África , Asia o América, contribuyen con sus pequeñas aportaciones al fondo común de la Santa Infancia.

Precisamente en estos días estamos en campaña de esta obra, que celebra su jornada de sensibilización el cuarto domingo de enero, es decir el próximo domingo día 24. Hagámonos como niños. "De los que son como ellos es el reino de los cielos", nos dice Jesús de Nazaret. Huchas, cantos, celebraciones, juegos? acompañarán a nuestros niños en los próximos días preparatorios de su propia Jornada, la Jornada de la Santa Infancia. Acompañemos a nuestros niños en las celebraciones de sus fiestas de generosidad. El lema con que este año celebran la fiesta es una manifestación de agradecimiento. En los carteles de propaganda los niños presentan una clara pancarta con la palabra "GRACIAS".