San José, un barrio que habita en el olvido

No falta de nada en algunos jardines del barrio San José. El papel higiénico, los plásticos, las cáscaras de sandía y las hojas de los árboles se amontonan en las zonas verdes ubicadas entre las calles Maestro Serrano y Maestro Cabezón. Y, por supuesto, también hay un colchón para que los perezosos se tumben después de comer y mantengan viva una costumbre de gran popularidad en España: la siesta. El abandono que impera en varios puntos inquieta a un número considerable de residentes, quienes contemplan indignados la decadencia del barrio. Conviven con un foco de suciedad que amenaza con extenderse si nadie ataja el problema. Y hoy San José ofrece una imagen que poco se parece a la que exhibía hace años, al menos así lo cree Josefa Mena, presidenta de la asociación vecinal. Por eso exige al Ayuntamiento que ponga los medios a su alcance y supervise las tareas de los jardineros. "El equipo de Gobierno debe estar más pendiente del trabajo que realiza la empresa concesionaria en todos los puntos de la capital, también aquí", asegura.

Tal y como sostiene Josefa, urge retirar de los céspedes tanto las hojas que caen de los árboles como los desperdicios acumulados en la hierba. Sin embargo, de lo segundo no se puede culpar únicamente a los dirigentes locales. En opinión de la representante vecinal, el respeto y la educación son conceptos que desconocen algunas personas que viven en el barrio. A tenor de lo que indica, varios residentes han convertido los jardines en sus vertederos particulares. "Hay quienes arrojan a los espacios verdes cualquier porquería", dice con gesto serio. Una situación que resulta insostenible y que exige un cambio de actitud. Y cuanto antes modifiquen determinadas conductas, mejor. En caso contrario, añade, la basura se irá adueñando de San José. "Es una pena la deriva que está tomando la zona ubicada entre Maestro Serrano y Maestro Cabezón, puesto que tiene calles anchas y las distancias entre los bloques de pisos son amplias para que la gente pueda pasear", explica la presidenta. También es una necesidad arreglar los setos y las plantas situadas junto a varias aceras, ya que algunas ramas obstaculizan el paso.

Por otra parte, la representante vecinal denuncia la suciedad acumulada en varias fachadas de la parte antigua del barrio. "Los gamberros las están pintando", afirma con indignación. Además, señala, también cerca de la vía del tren, hay un parque que está abandonado. A tenor de lo que asegura, hace años el Consistorio retiró los columpios porque estaban en un pésimo estado, pero no los sustituyó. Ahora solo hay piedras y maleza. Eso sí, alrededor aún permanecen los bancos, que de poco sirven sin una zona de juegos para que los niños disfruten mientras los padres se sientan y ven cómo los pequeños se divierten. Pero, en estos momentos, el parque que más preocupa a Josefa es uno que radica entre las calles Maestro Argenta y Maestro Jiménez. Se encuentra repleto de arena y piedras. Tampoco faltan las colillas: "No es el lugar más indicado para que los más jóvenes jueguen; me parece bien que haya un arenal, pero tienen que poner una superficie adecuada. Por ejemplo, de goma".

Según la presidenta, también en la calle Maestro Argenta, concretamente en un ángulo del colegio Juan del Enzina, durante las obras de hace unos meses, colocaron un pequeño armazón con dos salientes. A tenor de lo que apunta Josefa, la función que desempeña la estructura sigue siendo un misterio. "Ni siquiera el Ayuntamiento sabe para qué sirve; los integrantes de la comisión no han sabido darme una respuesta", sostiene. A su juicio, supone un riesgo para quienes recorren el paseo, ya que la ropa puede quedar enganchada o incluso es posible que alguien se dé un golpe en el brazo o en el pecho.

Asimismo, las ocupaciones de viviendas preocupan a la representante vecinal. Tal y como revela, en algunos hogares de la calle Pablo Casal, residen inquilinos que han entrado de forma ilegal en las casas que pertenecen a los bancos: "Han tirado las puertas abajo y se han apoderado de los pisos". Y, además, según afirma, algunos no saben convivir: "Demuestran conductas incívicas, montan mucho alboroto". Y los únicos que los pueden echar son los jueces: "Necesitamos una orden de un tribunal para poder desalojarlos", concluye.

Fotos: Santos Gozalo