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¿Por qué asumimos riesgos en sexualidad? (3)
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¿Por qué asumimos riesgos en sexualidad? (3)

Actualizado 29/05/2015

En las dos columnas anteriores poníamos el acento en la condición humana y la naturaleza de la sexualidad (1) y en los nuevos mitos sobre sexualidad (2). En esta tercera cerramos el razonamiento proponiendo una reflexión sobre el tipo de sociedad en que vivimos. Hasta los años 70 más o menos, durante la dictadura de Franco y la Iglesia, la sexualidad era "lo secreto", de ella se hablaba para no hablar, como escribe Foucault, y para reprimir sus manifestaciones.

[Img #318430]Desde entonces las cosas han cambiado mucho, pero no todo ha sido en la buena dirección. Esta sociedad de mercado y consumo nos propone dos cosas fundamentales: ser muy productivo, trabajando mucho, en el caso de los que no están en el paro, y consumir cuanto más mejor. Esta propuesta de valores indiscutidos escinde la vida en dos partes: (a) tiempo de sufrimiento (trabajo en condiciones cada vez más duras, obsesión por el rendimiento académico, lucha por un buen currículum) y (b) tiempo de de ocio (para consumir gastando dinero su se gana o de los padres). Este tiempo de ocio se convierte con frecuencia en "tiempo de locura", en el que consumir alcohol u otras sustancias como mediadores para olvidar el tiempo de sufrimiento, desahogarse, etc.

En este contexto la sexualidad es un producto más de consumo, a través de la publicidad llena de contenidos sexuales, numerosos productos culturales que usan como reclamo el erotismo, ofertas de "contactos y masajes" y formas de diversión que propician los intercambios sexuales. Mis buenos y simpáticos estudiantes pueden decir con toda normalidad: "el viernes acabamos los exámenes, nos vamos a coger?. (una borrachera) y hasta que el cuerpo aguante", será una noche de locura".

Otra novedad importante nos la ofrece Internet. En efecto, Internet es también un medio de búsqueda de intercambios sexuales tanto para los más retraídos, como para los más atrevidos; en este sentido, en algunos casos, se convierte en un verdadero mercado del sexo.

Nosotros no criticamos las libertades sexuales, siempre que sean con ética interpersonal y responsabilidad frente a los riesgos, pero todo parece indicar que este nuevo capitalismo comercial y financiero, define nuestro destino con el trabajo y el consumo, convirtiendo la sexualidad en un consumo más, con grandes ganancias para todos los productos que nos excitan o estimulan, consiguiendo además que "nos sintamos libres". Forzando las cosas podríamos decir que del opio de la religión estamos pasando al opio de la sexualidad. Por cierto, ya lo profetizó Huxley en "Un Mundo feliz":

"A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar?En colaboración de soñar despiertos bajo el efecto de los narcóticos, del cine y de la radio (y tantas cosas más hoy día, podríamos añadir"), la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre de su destino" (pág.21)

Félix López Sánchez

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