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"Estoy convencido de que Santa Teresa sin el elemento religioso no hubiera sido nada"
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Secundino Castro Sánchez, carmelita descalzo

"Estoy convencido de que Santa Teresa sin el elemento religioso no hubiera sido nada"

Actualizado 06/05/2015
Roberto Jiménez

Gran estudioso teresiano, natural de Herrezuelo, un pequeño pueblo cercano a Valdejimena y poco distante también de Alba de Tormes

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Secundino Castro Sánchez ingresó en la Orden del Carmen con su profesión religiosa en Segovia (6.8.1958), habiendo realizado antes los estudios de bachillerato en el seminario menor de Medina del Campo (1953-1957). Completó la carrera eclesiástica con la filosofía en Ávila (1958-1961) y la teología en Salamanca (1961-1965).

Es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1965); cursó espiritualidad en Roma, donde además se licenció en Biblia (1970) y, finalmente, se doctoró en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1978) con una tesis doctoral sobre la cristología de Santa Teresa que ha sido publicada.

Ha ejercido diversos cargos dentro de la Orden, pero siempre ha sido profesor de Biblia y Teología espiritual, sobre todo en la Universidad Pontificia de Comillas y, últimamente, en el CITES de Ávila. Además de haber impartido numerosos cursos monográficos sobre santa Teresa y san Juan de la Cruz, incluso en el extranjero, ha sido director de la prestigiosa Revista de Espiritualidad (1981-1988, 1993-1999, 2015- ).

Actualmente, aunque jubilado de la enseñanza universitaria, sigue dando numerosos cursos teresianos y sanjuanistas e impartiendo conferencias en este centenario teresiano y, además, continúa escribiendo sobre la mística carmelitana en diversas revistas especializadas. En la reciente serie de TVE (3 capítulos) sobre santa Teresa ha sido entrevistado en cuestiones que tocan directamente la experiencia mística teresiana.

Secundino Castro ha respondido amablemente a algunas preguntas esenciales que nos ayuden a entender su trayectoria personal, como también su pensamiento acerca de la actualidad teresiana

Háblanos de tu infancia en los pueblos del entorno de Alba...

Nací y fui niño en un pueblecito muy cercano a Alba de Tormes, Herrezuelo. Desde muy pequeño oí hablar de santa Teresa en mi familia y en mi entorno. Fui educado en la fe cristiana con mucho esmero especialmente por mi madre, que era muy religiosa. Mi padre, que era maestro, también me infundió el amor a los libros. Siempre procuraba que tuviera libros de historia o de religión. De modo que en esto me parezco algo a santa Teresa, me refiero a lo de tener siempre libro nuevo. Estos libros eran diferentes de los del curso escolar. De vez en cuando mi padre me solía hacer un pequeño examen sobre ellos, principalmente cuando era maestro de algún pueblo distante y regresaba a casa después de algunos días.

En Herrezuelo no había párroco. Residía en Anaya de Alba. Cuando venía al pueblo siempre se quedaba en nuestra casa. De modo que teníamos mucha familiaridad con los sacerdotes. Creo que sentí la llamada de Dios desde siempre. Mi decisión por el Carmelo se debió a un carmelita de Alba.

Tus recuerdos de las visitas a Alba de Tormes y los primeros contactos con Santa Teresa

No recuerdo ningún momento especial de mi infancia en el que la figura de la Santa me marcara. Eso tendría lugar más adelante. Mis idas a Alba no fueron muchas en aquel entonces, pero la entrada de una prima de mi madre en el Carmelo de allí (Hª Rosa María) y la celebración de la primera misa del P. Agapito (natural de Pedraza de Alba), primo también de mi madre, a la que asistí cuando tenía diez años, me fueron aproximando.

Esta cercanía espiritual se incrementó cuando ya en el seminario de Medina del Campo, durante las vacaciones de verano venía muchas veces en bicicleta a Alba a oír misa en el convento de los Padres carmelitas. Allí conocí a bastantes religiosos, entonces estudiantes, que más tarde serían mis superiores y profesores. Se puede decir que esta proximidad física y espiritual del sepulcro de la Santa fue preparando la gran eclosión. Fue como una presencia soterrada, íntima, lenta, que un día brotaría incontenible. El sepulcro de la Santa o, mejor, su presencia viva quedaba allá al fondo como origen y memoria de todo.

Cómo carmelita y estudioso de Teresa ¿Qué es lo que más te fascina de ella?

Teresa y Juan de la Cruz son dos lumbreras de la Iglesia y del mundo. De la Santa me fascinan muchas cosas. Ante todo me sobrecoge su gran experiencia de Dios. Ahí está la raíz de ella. Estoy convencido de que sin esa experiencia Teresa no sería casi nada. Hoy, en este Centenario sobre todo, se están ponderando muchas de sus cualidades: la escritora, la organizadora, la mujer libre, creativa, etc. En fin, se ve en ella de alguna forma la mujer emblemática o, al menos, una mujer ideal. Todo esto es cierto, pero yo estoy convencido de que santa Teresa sin el elemento religioso no hubiera sido nada.

Como viene a decir uno de sus biógrafos, el P. Efrén, hablando del tiempo en que la Santa no estaba plenamente fija en Dios, sin la religión Teresa se desvencijaba. Sin fe no se comprendería a sí misma, y le hubiera sido un tormento la vida. Evidentemente que ella tenía muchas cualidades, pero sin la cobertura religiosa no le hubieran funcionado. La fe las ha puesto en movimiento y las ha recreado. Esto se percibe sobre todo en su faceta de escritora.

Admiro su cristianismo. Digo cristianismo porque ella descubrió la figura de Jesús de forma singular. Teresa es el cristianismo radical. Toda su doctrina-pensamiento están traspasados de Cristo. Su oración, de la que es maestra, y el descubrimiento del yo, son meras derivaciones de su Cristología. Otro elemento clave en Teresa es la pasión por la Iglesia. El cristianismo como comunidad católica es esencial en su ser y en su vivir. Su mística, así pienso yo, rompe el individualismo que la persigue, y se hace fraternidad, reclamo del otro y presencia, se hace cristiana.

Finalmente, creo que Teresa no concibe la fe sin su encarnación en un ser maduro. Es decir, ella cree que la experiencia de Dios genera sujetos humanos profundos, hondos y robustos. Para ella la fe es generadora de humanidad. Habla, sin duda, desde su propia percepción.

¿Y qué es lo que más te fascina de San Juan de la Cruz?

El primer impacto que me produce la persona y la obra de Juan de la Cruz se refiere a verle como profeta de la belleza. Se siente incapaz de decir nada de Dios si no es en términos poéticos. La literatura en él se viste de fiesta y de bodas, se transfigura, se hace poesía y canto, porque el Dios que nos transmite es el Amado, autor del cosmos y de su armonía, que no es otra cosa que un poema a su amada, la humanidad, cada persona. Ese es el secreto del Cántico espiritual y el de la Llama de amor viva, anunciar al que tiernamente hiere, o al Ciervo vulnerado (herido por el amor de la amada). Belleza cósmica y belleza nupcial.

Admiro en Juan de la Cruz el haber conseguido comprender la mística universal y hacer una síntesis de la misma desde Cristo. Muchos le han acusado de neoplatonismo, otros de erotismo. La verdad es que Juan de la Cruz ha sabido conjugar admirablemente el Espíritu con la carne. Está en sintonía con esa gran afirmación del evangelio de Juan: "La palabra se hizo carne".

En línea con lo dicho, Juan de la Cruz es un maestro en el tratamiento de las virtudes teologales, al hacer de ellas el quicio de la experiencia de Dios. En su forma activa y pasiva recorren todo el proceso cristiano y místico. Con ello advierte al seguidor de Jesús que la mística no es algo añadido al cristianismo, sino el cristianismo mismo en su tensión extrema, o dicho de otro modo, la mística no es más que el cristianismo radicalmente vivido.

No puedo olvidar su Llama de amor viva, canto al Espíritu Santo. Libro para sobrecogerse, y enmudecer para no profanarlo.

¿Cuál es la clave o punto de vista sobre el que se organiza tu lectura e interpretación de santa Teresa?

Sin duda alguna, la cristología. Yo descubrí a Teresa, y su persona me llegó al fondo cuando elaboré mi tesis Doctoral. La hice sobre la Cristología teresiana. Enseguida me di cuenta de que Teresa había descubierto contra numerosas corrientes místicas que la Humanidad de Jesús, que incluye en su lenguaje también la Divinidad, era la fuente de la mística. Contra aquellas corrientes que infravaloraban lo Humano del Señor, ella acudió con gran número de argumentos teológicos y con su propia experiencia para hacer ver que esa postura contradecía a los evangelios. En esta cuestión ella se muestra como una verdadera teóloga. Profundizando me di cuenta de que la mística teresiana es una cristología existencial. La cristología invade todo el pensamiento-experiencia teresiano. Pero una cristología que en ningún momento olvida la Humanidad de Cristo.

La postura teresiana tiene unas derivaciones para la mística e incluso para el ser y el pensar cristianos que no es posible desarrollar aquí. Baste decir que por esto la mística teresiana se diferencia de la mística universal. Y entenderla a ella como hacen muchos desde esa dimensión es distorsionarla. Aunque dan por supuesta la idea de que Cristo (Hombre-Dios) es la clave del ser y del vivir teresianos, muchos especialistas luego en la práctica no siguen esa hermenéutica que profesan. Por el contrario, una gran conocedora de santa Teresa, psicoanalista, Julia Kristeva. cuando pone a Teresa y a Juan de la Cruz en diálogo, sitúa a Teresa desde esa perspectiva. Yo saludo con alborozo esta gran lección venida ¿desde fuera?

¿Por qué crees que es moderna y actual santa Teresa?

Porque habla desde la experiencia, porque habla para todos, porque ha captado lo más original del cristianismo coincidiendo en lo esencial con las nuevas cristologías, porque su mística desemboca en humanismo, por su gran amor a la libertad, porque se subleva contra la injusticia de los varones sobre la dignidad y grandeza de la mujer, por su gran humor, por su trasparencia, por su fortaleza, porque siempre fue fiel a sí misma.

GRACIAS, Secundino, por estas respuestas tan claras y llenas de contenido.

Manuel Diego

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