La plegaria, académica palanca

El 3 de abril en el campus de la Universidad de Garissa (Kenia), 150 estudiantes cristianos fueron masacrados, tras ser apartados de los musulmanes. Este hecho no es excepcional. Hoy el cristianismo sufre persecución en diversos lugares del planeta, sumándose así a una muchedumbre de desheredados, como los inmigrantes que pierden la vida en la fosa común mediterránea, lod perseguidos y asesinados por ISIS en Irak, Siria, Argelia o los perpetuamente encaramados a nuestra valla de Melilla.

En este abril de este se cumple un siglo del exterminio del pueblo Armenio a manos del imperio Otomano y en nuestro país cumple tres décadas la ley del aborto que ha impedido nacer a dos millones de concebidos. Sentimos su vacío en nuestros parques, aulas, en el mundo laboral y familiar y comprobamos cómo la crueldad también está presente en las "naciones civilizadas".

En abril de 1915, 250 intelectuales armenios fueron arrestados en Constantinopla, y luego deportados, torturados y asesinados por el gobierno Otomano. La profesora Tessa Hofman lo expresa así: "Si se aísla a la inteligencia, a la élite espiritual de un grupo, cuesta menos eliminar al resto de la nación, desorganizada y carente de líderes". Ante tanto horror ¿qué hacer? ¿Desconectar, desesperar? La realidad, con ser terrible, no es todo. Para Karl Popper, teórico de la ciencia, "ciencia es explicar la realidad". Y la realidad es desesperante si a diario, impotentes e inermes comprobamos su lado odioso. Con todo, afortunadamente, impotentes no estamos: Podemos alzar nuestra voz y disponemos, además, de la más potente palanca, medicina eficaz y humanizadora que son el gesto amoroso y la plegaria.

El científico más popular del siglo XX, A. Einstein, escribió a su hija: "El amor es gravedad, porque hace que las personas se sientan atraídas por otras, El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo, El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere, el amor es Dios y Dios es amor". Hace precisamente un año, se encendía una luz en la noche salmantina; la 33 de nuestro país. Quien descubre esa luz afirma con Teresa de Lisieux: "Por fin he encontrado mi vocación. Mi vocación es el amor?yo seré el amor y así mi deseo se verá colmado"¿Conocen nuestros universitarios el lugar preciso en nuestra ciudad donde se adora y mana día y noche la fuente del amor ?

Einstein prosigue: "Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida hija, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida". Amor y plegaria no se realizan de cualquier manera. Teresa de Avila alerta: "De devociones a bobas nos libre Dios". Se trataría primero de una "oración para alcanzar amor" (Ignacio de Loyola) para luego, con humildad, "andar en verdad" y lejos ya del espíritu mundano "subjetivista, narcisista y autorreferencial" (Papa Francisco), pedir insistentemente lo que conviene.

Sin arrogancias, la pastoral universitaria de Salamanca se solidariza con los estudiantes que afirmaron su fe en Kenia. En medio del ritmo frenético recogemos el corazón y alzamos una plegaria. Ese testimonio puede pasar inadvertido para el mundo. Pero nosotros sabemos que no es estéril. La realidad última la expresan con acierto multitud de cruces de los inmensos cementerios de guerra esparcidos por la vieja Europa cuando expresan: "desconocido para el hombre, conocido para Dios".

Pablo Pascual, farmacéutico del equipo de Pastoral Universitaria de Salamanca