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La raíz universitaria de la identidad hispanoamericana
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Salamanca, Plaza Mayor de Hispanoamérica

La raíz universitaria de la identidad hispanoamericana

Actualizado 18/11/2015
José Antonio Benito

El estilo de "Salmantica docet" se hallará presente en todo momento de la historia americana, particularmente en el último tercio del siglo XIX, cuando se da un gran despertar de la conciencia hispanoamericana de la mano de Andrés Bello y del Congreso Ibe

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Bastaría con ubicar los numerosos personajes esculpidos en los medallones de la plaza mayor de Salamanca o fijarse en las también numerosas placas recordatorias de congresos y personajes vinculados con América para dar razón a nuestro título.

Todos coinciden en la necesidad de buscar nuevos horizontes tras los intentos fallidos del liberalismo, el conservadurismo, la dictadura; les mueve la esperanza de alcanzar los más justos ideales comunitarios, en mantener unas constantes éticas basadas en el humanismo español aplicado a América. Sigo como siempre el magisterio de la profesora de historia de la educación de América, Dra. Águeda Rodríguez Cruz, quien distingue cuatro corrientes:

- Modernista, sobre todo en literatura, personificado en Rubén Darío

- Antipositivista, conexión del pensamiento tradicional con el contemporáneo, de la mano de A.Reyes, Vasconcelos, H. Ureña

- Pedagógica: En defensa de la verdad y libertad como vías de extensión educativa predicando constantemente la necesidad de adecuar los métodos a la propia idiosincrasia hispanoamericana: Montalvo, J.Mª de Hostos, Justo Sierra.

- Sociológica: Fuerza moral del regeneracionismo; busca soluciones para la organización nacional, preocupándose por definir y estudiar sistemas capaces de mantener el equilibrio social. Partidarios de superar el positivismo y los plagios extranjeros. El hombre clave: José Enrique Rodó.

Buscan ahondar en la memoria histórica común con todos los pueblos de Hispanoamérica que se independizaron de España en el S.XIX, que buscan fuera de sí (Francia, Inglaterra, Estados Unidos) modelos de referencia y se agota en una fragmentación de pequeños estados a merced de los generales victoriosos o de pequeños caudillos. El sueño de Bolívar de crear una "patria grande" no se cumplió. El S.XX nos ofrecerá una América tensa que lucha por afirmarse, entre las revoluciones y las dictaduras, en reconocerse, encontrarse a sí misma hasta descubrir su identidad, su autoconciencia, a través de conocimiento de sí misma. Como afirma Cesia Ziona Irshbein, tal conciencia tomó varias vertientes en la historia de la formación del pensamiento latinoamericano: la indigenista, la hispanista, la telúrica...y empezó a discurrir con la creación misma de las nacionalidades, pasando por el fatigoso camino de la autoconciencia que enfrentó las contradicciones ideológicas de vencedores y vencidos, leyenda rosa y leyenda negra, hispanismo contra antihispanismo, indigenismo versus europeísmo, americanismo versus latinoamericanismo...

Si la identidad de Hispanoamérica se invoca como unidad, ésta no existe en lo geográfico, ni en lo político en sentido estricto, aunque encontremos procesos paralelos en sus etapas fundamentales. Sin embargo, a pesar de su heterogeneidad hay un denominador común, cultural, que entrelaza ideales, valores, lengua, sentimientos, religión. La cultura viene a dar al hombre una segunda naturaleza, que le plenifica por sus comunes creencias, leyes, costumbres, arte, literatura, capacidades...Si tenemos en cuenta que el principal agente transmisor de la cultura es la educación, y el centro educativo superior de un pueblo es la universidad, tendremos que concluir que la Universidad es la institución decisiva en la forja de la identidad colectiva.

Hija de la cultura occidental europea, surge en la Baja Edad Media como "ayuntamiento de maestros y escolares" (Alfonso X) y tanto en Salamanca como Alcalá se perfilan y encarnan del modo más genuino, el cual se proyectará en América. Durante el siglo XVI se gestó la universidad americana, en el siglo XVII creció y se extendió, y en el XVIII alcanzó su madurez. Unas nacieron como fundación pontificia eclesial con ulterior aprobación civil, real, y otras a la inversa. En 1812 son 30 las universidades fundadas. El modelo tipo fue Salamanca, al menos un 80%, entre las que descuellan México y Lima. Son muchos los alumnos de Salamanca que ejercen en América cargos docentes en universidades o en el campo de la administración, gobierno, la misión. Por citar algunos: Pedro de la Gasca, Luis López de Solís, Juan de Lorenzana, Santo Toribio Mogrovejo... Salamanca proyecta el tipo de universidad clásico, heredero del modelo originario medieval, pero remozado con aires renacentistas, barrocos e ilustrados. Su organización giraba en torno al claustro, máxima expresión democrática, donde se armonizaron en un cogobierno los elementos básicos de la institución: docente (profesores) y discente (alumnos). De este modo, la universidad se convirtió en escuela de gobierno compartido, de corresponsabilidad en la tarea común y generadora de un talante democrático, de una conciencia de libertad, justicia y solidaridad. De igual modo, las corrientes filosóficas predominantes -alimentadas por las preferencias de las órdenes religiosas- tomista, escotista, suarista, impregnaron los saberes superiores. Junto a la filosofía aristotélica tomista, se fue acrisolando un estilo universitario (académico y administrativo) en que se compartían tareas y responsabilidades, se forjaba una disciplina en el estudio, con ambiente espiritual, festivo y alegre, que forjaron el hombre nuevo universitario, auténtico protagonista de las nuevas nacionalidades.

Como señaló el Rey Juan Carlos I en el Congreso sobre las universidades (Universidad Complutense de Madrid, 1992) fue la Universidad el "vehículo más adecuado para el traslado de nuestra tradición cultural europea en América, al mismo tiempo que de allí nos trajo un nuevo horizonte cultural...Fue, además, la conciencia crítica de nuestra acción en América... (cuajando en) una actitud que impulsa a buscar un sentido integral a la existencia...una actitud solidaria hacia la sociedad, en la cual y para la cual la Universidad existe".

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