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Haití. La memoria contra el olvido
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Haití. La memoria contra el olvido

Actualizado 30/01/2015
Manuel Rodríguez Fraile

La lucha del hombre contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido.

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El 25 de febrero de 2010, treces días después de que la tierra de Haití fuera sacudida por un temblor sin precedentes que causó más de 300.000 muertos, cuyos efectos dejaron 350.000 heridos y más de 1,5 millones de personas sin hogar, constituyendo una de las catástrofes humanas más graves de la historia, pues ese día, Gabi Bou titulaba su artículo publicado en Bandeja de entrada.es como "Los siete demonios de Haití[1]".

En su relación de "demonios" figuraba, además de España, Francia, Europa, Estados Unidos, Franois Duvalier, El Vaticano y el Fondo Monetario Internacional. Gabi afirmaba en dicho texto: Nunca antes un país latinoamericano, para colmo el más empobrecido, había sufrido una tragedia tan mortífera. Y es que Haití no siempre ha sido un país pobre sino que, como otros muchos, lleva décadas desdibujándose, transformándose en un país empobrecido. Empobrecido, sí, en pro de los intereses de los importantes actores internacionales que participan en el gran juego del Monopoli Mundial.

Tras aquella dramática catástrofe se movilizó la Ayuda Internacional Humanitaria, se abrieron cuentas corrientes con objeto de recaudar fondos y muchos representantes de los poderes políticos, económicos y sociales, - de los jugadores - hicieron manifestaciones públicas de solidaridad con el pueblo haitiano, pero ¿qué pasa en Haití 5 años después?

Pues, después de más de 1.000 millones de dólares estadounidenses, después de más de 240 millones de la Agencia Humanitaria Europea (ECHO), después de millones de donaciones de ciudadanos anónimos, algo se ha avanzado pero ¿cuánto tiempo, cuántos recursos hacen falta para reconstruir un país devastado, un país ya pobre antes de terremoto? Hoy, cinco años después y según Cruz Roja, 4 de cada 10 ciudadanos haitianos vive con en la inseguridad alimentaria, muchos miles de familias viven en "ciudades de plástico", campamento que debieron ser temporales para los que habían perdido sus casas, convertidos en residencia permanentes y acceder a un tratamiento médico continúa siendo un grave problema. Haití no debe volver, no puede volver, a ser lo que era antes del terremoto porque si ese es el objetivo mal vamos.

Lamentablemente la historia se repite, la actualidad es efímera, la voluntad política escasa y Haití se ve de nuevo sumido en un injusto e inmerecido olvido. El país vuelve a ser el "patito feo" del Caribe. Porque, como en demasiadas ocasiones, la Comunidad Internacional se empecina en actuar, sin poner tampoco demasiado interés en ello, sobre los efectos, pero no sobre las causas de la tragedia, única manera de prevenir consecuencias futuras. Haití sigue no interesa al mercado turístico, ni al financiero, ni al comercial, salvo que se trate de drogas o armas, y los haitianos se ven relegados nuevamente al anonimato internacional, a ser los más pobres de la región y nadie volverá a hablar de ellos hasta que alguna nueva tragedia les golpee.

¿Cuántas muertos hubiera ocasionado un terremoto de similares características en un país desarrollado? ¿Cuántos heridos? ¿Cuántos daños materiales? Y lo que es más importante ¿en que situación estarían las víctimas 5 años después?. ¿Es que duelen más las desgracias de norteamericanos y europeos que las que suceden en otros puntos del planeta?. ¿Por qué Haití es diferente? ¿Qué "pecados" han cometido los haitianos? ¿Ser mayoritariamente de ascendencia africana? ¿No disponer de recursos naturales? ¿Haber sufrido constantemente dictaduras e injerencias exteriores?

Dicen que el peor castigo es la indiferencia cuando no el olvido. ¿De verdad alguien ha tenido, alguna vez, intención real y desinteresada en ayudar al pueblo haitiano y no sólo a sus dirigentes? ¿Quién cree hoy en Haití? ¿A quién le interesa hoy Haití? Desafortunadamente para sus ciudadanos, Haití no es prioritario para casi nadie.

Como acertadamente afirmaba el escritor checo Milan Kundera: La lucha del hombre contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido. Pues eso recordemos. Y si en los últimos días todos nos sumamos al grito de las víctimas del terrorismo en Paris, tal vez sea momento de alzar la voz para decir: Je suis Haití. ¿Por qué no?


[1] http://www.bandejadeentrada.es/2010/02/los-siete-demonios-de-haiti.html

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