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El trabajo nuestro de cada día
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POR JAQUELINE ALENCAR POLANCO

El trabajo nuestro de cada día

Actualizado 28/12/2014
Jaqueline Alencar Polanco

La precariedad laboral está a la orden del día

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Tengo certeza de que muchos nos estábamos ilusionando con las últimas informaciones que auguraban crecimiento y una satisfactoria salida de la crisis. Pero al escuchar testimonios de los ciudadanos de a pie, unos trabajando, otros no, unos con esperanza otros desesperanzados tuve que repensar mi fugaz alegría.

Cuando me quejaba de lo caro que está el jamón en los últimos tiempos, me di cuenta que muchos niños asisten a la escuela sin los libros estipulados para cada asignatura porque las ayudas para adquirir los mismos han desaparecido. Y es un problema para las familias con dos o tres hijos, o donde solo uno de los padres trabaja percibiendo un reducido salario. O viven de una ayuda, del Estado o de los abuelos. Y se está recurriendo a los préstamos de libros, algo que no siempre es posible. Pero lo más triste es que los expertos sinceros dicen que un alumno de una familia pobre, que no puede acceder a los libros de texto, tiene más posibilidades de repetir curso, pues padece retraso en comparación con sus colegas.

Por otro lado, nos encontramos que los jóvenes que se han formado para no tener la misma vida que sus padres o abuelos, al final se encuentran ocupando sus plazas como barrenderos, vendimiadores... y no es que no valore estos trabajos, pero hablo de ingenieros, arquitectos, periodistas... que no pueden ejercer.

No se puede decir que no hay libertad para elegir qué hacer. He oído que tienes paro, exilio o precariedad. Respecto al exilio en otras ocasiones hemos hablado de este tema, muchos están en Perú, México, China, Brasil y hasta Bolivia, entre otros. No es de extrañarse que bajen algo las cifras del paro.

Pero es que si te quedas puedes optar por la precariedad laboral, con lo que no tienes contrato y por lo tanto no cotizas. Pero como hay que comer, es aceptada por muchos jóvenes que acaban la carrera, y entran en esta espiral de desprotección sin posibilidades de reclamar derechos.

No hay prestaciones pero sí existe el "en negro o nada". O trabajar para la administración sin contrato, pero con la ventaja que te puedes reciclar y formar, en barrer mejor, por ejemplo.

Esto es la panacea. ¿Cuándo se vio esta bonanza de poder elegir ante un abanico de posibilidades? Puedes trabajar solo 1 hora a la semana; o 4; o 15, o 30. O tener un contrato parcial para poder disfrutar con tu familia. Y más: 8 horas al día por solo 3 meses. El resto del año te vas de vacaciones. O media jornada...

O ser fijo discontinuo, cobrando o no la prestación.

O contrato temporal uno detrás de otro. Cambiando o no de ciudad al gusto de los que les encanta conocer nuevos paisajes.

Y me sigo informando para luego poder difundir tantas alternativas a los más jóvenes. Decirles que con la Reforma Laboral del año 2012 se potenció la figura de los contratos indefinidos, y esto es tan estable que les va a ser difícil salir de esta situación. Es más, hasta pueden trabajar en prácticas hasta los treinta años lo que les da una seguridad increíble. Otra buena parte podría instalarse en el fabulosos reino de los "falsos autónomos".

Pero ante tanta buena noticia, vienen algunos y nos estropean la fiesta diciendo que muchos, aun teniendo trabajo, son pobres y que la jornada parcial viene a aumentar el riesgo de exclusión social.

Yo sólo le digo a los jóvenes que no se les suba el ego cuando los llamen "Mileurista envidiado".

Jacqueline Alencar

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