Periodismo de trincheras

En los tiempos gloriosos del periodismo, y no hace tanto, su teórica función era el servicio a los ciudadanos a través de la denuncia de las injusticias y de la vigilancia del poder. Sin embargo, esta situación ha degenerado en auténticos medios publicitarios en manos de partidos políticos y poderes económicos sin apenas tener en cuenta a la sociedad, que vive anestesiada por la alterada realidad que se le quiere presentar.

Los medios de comunicación se han convertido en simples empresas donde lo único verdaderamente importante es ganar dinero a cualquier precio, la mayoría de las veces con escasos recursos humanos, sin sentido común, sin tiempo para investigar, sin poder cotejar datos, ni comprobar fuentes y sin que las informaciones tengan en cuenta todas las versiones, pero eso sí, tratando de abarcar el mayor número de medios de difusión posibles para que la información parezca tan universal como creíble e irrebatible.

Ahora los periodistas no somos vistos como compañeros del oficio más bonito del mundo, sino que se habla de buenos y malos, amigos y enemigos, héroes y villanos, según la trinchera que te dé de comer.

Estos motivos me llevaron hace algún tiempo a desconfiar de dos tipos de periodistas: por un lado, los que presumen de que a ellos nunca les han censurado o cambiado un titular o una información, porque demuestran que tienen tanta autocensura previa que se preocupan más de no molestar al poderoso que de servir al ciudadano. Por otro lado, los que pregonan a los cuatro vientos que ellos sí son objetivos? porque la objetividad no existe, y lo que debemos reclamarnos siempre a nosotros mismos es honestidad, es decir, que querer decir la verdad.

No hay que prejuzgar, ni posicionarse en las informaciones, sino simplemente exponer todos los hechos y versiones para que sean los ciudadanos, los lectores, la audiencia? los que formen su opinión y lleguen a sus conclusiones pero, desgraciadamente, no es lo habitual con ciertos asuntos y tampoco ha ocurrido con la información del periódico El País sobre la contabilidad del PP en Salamanca en las elecciones municipales de 1999 y su reflejo, repercusión y tratamiento en algunos medios locales.

Es una pena, pero no es nuevo. Es la realidad. Todos la hemos sufrido y pocas veces, y tímidamente, hemos sido capaces de rebelarnos por ser una reivindicación justa pero imposible por mucha ética, sensatez y respeto a la profesión que creamos tener. Los profesionales de los medios de comunicación locales son muy buenos, pero no así los gerentes ni los editores, ni los políticos, ni las empresas que hay detrás? y así nos va: a los periodistas, a los medios y, sobre todo, a la sociedad.