Vuelo MH17

A veces, en el soliloquio que precede al sueño me hago innumerables preguntas que tienen innumerables respuestas cada una de ellas y antes de entrar en el mundo onírico que suele preceder a la fantasía de los sueños me rebelo contra todo aquello que no responde a mis dudas. A veces, solo a veces, reniego de mi ser humano y me rebelo contra un dios que parece nos tiene olvidado. Pero solo a veces, aunque esta sea una de esas veces.

El vuelo MH17, un Boeing procedente de Schiphol de la compañía Malaysia Airlines, volaba a más de 30.000 pies, alrededor de 10 kilómetros de altura, cuando fue abatido por un misil tierra-aire de tipo SAM o BUK, presumiblemente por este último, asesinando a las 298 personas que iban a bordo, tal salvajada no tiene ninguna explicación que pueda hacerse desde la razón. Pero ahora se darán muchas, que la OACI debería haber cerrado el espacio aéreo de Ucrania; que la OACI responda que el cierre debería haberlo realizado el país en conflicto, pues la organización no tiene potestad para cerrar ningún espacio aéreo; que las compañías deberían soslayar ese peligroso espacio y no lo han hecho por el inmenso coste de combustible que supone un desvío de esas características; que si la responsabilidad es de Putín que ha autorizado la entrega de ese armamento a los rebeldes de Donetsk; o de Poroshenko, pues solo el ejercito ucraniano dispone de esos misiles dentro del conflicto; o que tal vez sea un acto de falsa bandera?; en definitiva el culpable último fue el hombre que apretó el botón de disparo y aquél que le dio la orden de hacerlo.

Pero los responsables morales somos todos nosotros, la humanidad entera, que asistimos como espectadores a los tremendos conflictos que se producen en el mundo entero con una pasividad absoluta, viendo como se destruye a las personas por mor de unas supuestas banderas que encubren los sentimientos más abyectos de los que las utilizan para sus malvados fines. Por eso a veces, solo a veces, pienso que qué dios es capaz de hacer una criatura tan perversa como el hombre y le grito que ya basta de Ucrania, de Israel y Palestina, de los Balcanes, todas ellas guerras de territorios y de identidades, cuando la tierra, toda la tierra es del hombre, sin fronteras. Que ya basta de los gendarmes universales que pretenden liberar países y los destruyen cual es el caso de Irak, que ya es una democracia, pero sumida en el más profundo de dolor y muerte que jamás tuvo, ni siquiera en la dictadura.

A veces, en cualquiera de los soliloquios que preceden al sueño de cualquiera de mis días, me hago infinidad de preguntas que no obtienen respuesta alguna, y es entonces cuando me abandono en los brazos del duerme vela hasta que el sueño termina por vencerme. Pero a veces, demasiadas veces, las respuestas son enormes pesadillas.

Hasta mañana, si Dios quiere.