Sábado, 27 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Buscando la teoría perdida
X
Festival de música electrónica

Buscando la teoría perdida

Actualizado 17/07/2018
Redacción

SOTOSERRANO | La organización protesta por los fuertes controles policiales que han provocado un descenso del 30 % en el impacto económico de la cita musical

Música y naturaleza, psicodelia y paraíso. Esa es la clave del Lost Theory Festival, un evento de música experimental y electrónica que congrega a miles de personas en el que se ha llamado "el festival jipi de Las Hurdes y la Sierra de Francia". Visitantes de 52 países diferentes, desde Chile hasta Rusia, desde Bélgica a Australia, se concentran entre las localidades de Sotoserrano y Riomalo.

Los asistentes son muy variopintos, como Anne, Simon y Berg, estudiantes de Bélgica, quienes junto a unos amigos visitan por primera vez España: "Nos gusta viajar, nos gusta esta música, es maravilloso". Tampoco faltan españoles, como José, un extremeño que cree que este tipo de eventos son para vivirlos en persona: "No es exactamente mi estilo, pero creo que teniendo esto cerca hay que echarle un vistazo". Y también están los que buscan una conexión espiritual mucho más íntima entre la música y la naturaleza, como el ruso Ilya, quien disfruta en la cúpula donde se proyecta cine en 3D y se practica yoga: "Aquí puedes sentir de verdad la música, es un lugar fantástico".

Fabio Lêao, DJ brasileño en el Lost Theory FestivalUno de los pinchadiscos participantes en el festival, el brasileño Fabio Lêao, es un veterano del Lost Theory, tras participar en tres ediciones anteriores en Croacia, y cuenta cómo el entorno es perfecto para su música: "Este lugar es maravilloso, una perfecta conjunción con la naturaleza, nos encanta el lugar y la gente es muy agradable con nosotros. Además, el público español aumenta cada año. Pero el entorno no sustituye a una buena música, primero está la música, nuestras mezclas y luego el entorno ayuda a disfrutar más de ella. Sin duda repetiré en futuras ediciones".

El festival posee un despliegue realmente impresionante. Tres escenarios principales, siete bares y restaurantes, un gran mercadillo y zona de acampada y aparcamiento en más de 12 hectáreas de terreno en un enclave natural de ensueño. El río Alagón delimita la frontera entre las provincias de Salamanca y Cáceres, en el entorno del conocido meandro Melero. Justo al pie de sus aguas se sitúan las enormes instalaciones del festival. "Los preparativos del festival han supuesto una inversión de unos 800.000 euros, y se ha extendido durante mes y medio. Se da trabajo a unas 120 personas, sin olvidar la riqueza indirecta que generan los visitantes en la zona", señala Jesús 'El Mulero', dueño del hotel restaurante 'Riomalo', miembro de la organización y el mayor defensor del festival. "Tras celebrar el Lost Theory en Croacia, la organización quiso encontrar un nuevo lugar más cálido, y se fijaron en esta zona a través de unas fotografías que había en la página web de mi restaurante, como soy dueño de una gran finca justo en esa zona, el pinar de Cabaloria, que pongo a disposición del festival, decidí ayudarles, porque creo que es un evento que Las Hurdes no se pueden permitir perder".

El festival cuenta con bares, restaurantes y varios escenarios funcionando casi las 24 horas del díaSin embargo, la mayor parte del evento musical se celebra en terreno protegido, tanto en tierras cacereñas como salmantinas. El permiso para la celebración se concede a través de las entidades de Medio Ambiente, tanto de la Junta de Extremadura como de Castilla y León. La organización realiza enormes esfuerzos para minimizar el impacto ambiental. En el terreno del festival se mantiene una línea suelo permanentemente húmedo para atajar un posible incendio y evitar que alcance los frondosos pinares del entorno. Además, este año se han incorporado letrinas ecológicas secas, que evitan el mal olor y que además permiten el uso de los desechos como abono. El informe que determina si se otorga el permiso es exhaustivo.

Tanto el festival como la economía local han perdido un 30 % de los beneficios esperados

Sin embargo, las quejas de la organización proceden de la fuerte presencia de controles policiales en el entorno del festival. "No entendemos la insistencia de la Guardia Civil en este lugar concreto. Hay gente aquí que ha estado hace pocos días en el festival Mad Cool de Madrid, con 120.000 personas y la presencia policial era menor. En un solo día, un control de numerosos agentes y perros en las cercanías de la almazara de Sotoserrano ha recaudado 45.000 euros en multas por posesión de estupefacientes y otras faltas, y nos parece totalmente exagerado, ahora los visitantes no quieren ir por esa zona. Tanto el festival como la economía local han perdido un 30 % de los beneficios esperados. En la anterior edición llegamos a 5.000 visitantes en el fin de semana y bajamos a 4.000 en los últimos días. El pasado fin de semana contamos unas 3.000 personas y ahora mismo hay unas 2.000 en el festival. Todos los empresarios de la zona estamos indignados, y vamos a elevar una protesta a la Subdelegación de Gobierno. Nos parece bien que se persigan los delitos, pero en todo evento musical se consumen drogas en mayor o menor medida y solo aquí se han visto controles permanentes durante 24 horas como hemos visto estos días", aseguró Jesús 'El Mulero'.

En el caso de los vecinos, las opiniones divergen. No faltan quienes defienden con vehemencia a la organización del festival, por traer riqueza a la zona: "En una jornada del festival de hace dos años, los visitantes vaciaron por completo los 8 cajeros automáticos en todas las localidades más cercanas. Cerca de un millón de euros que se inyectó directamente en la economía local. Este es un festival de gran prestigio, la entrada completa vale 140 euros, y el pase de un día cuesta 40. El que viene aquí lo hace con idea de disfrutar, pero también de gastar", señala Jesús, mientras varios vecinos de Riomalo le apoyan. Otros vecinos directamente critican el uso de drogas en la zona, aunque admiten que los asistentes se mantienen en el recinto y no son en absoluto conflictivos. "Algunos sí que se drogan, pero vienen a escuchar su música, a divertirse, no se meten con nadie", asegura un vecino de Sotoserrano, que prefiere mantenerse en el anonimato.

La idea original es abogar por un festival anual, en lugar de cada dos años, y la organización está contenta con el lugar, que es perfecto para sus intereses, pero habrá que esperar al futuro para ver si las futuras ediciones podrán con las cada vez más exigentes condiciones y la fuerte presencia policial.

Comentarios...